
Hay hombres que a su paso dejan huella imperecedera y aunque falten, su obra y su ética de vida perduran. De esos es el Chef Gilberto Smith Duquesne, El Rey Langosta, cuyo libro de recetas de ese crustáceo criollo es hoy un clásico muy apreciado de la literatura culinaria internacional.
Esa obra y el compendio de recetas originales e innovaciones que creó, bastarían para asegurarle lugar privilegiado en la memoria colectiva de millones y sobre todo entre su pueblo.
Quienes lo conocieron, lo recuerdan siempre de punto en blanco, con su uniforme impecable, tocado con su albo gorro almidonado y con una permanente sonrisa.
Nombrado Chef del Milenio en un evento internacional en Perú, y primer cubano Miembro de Honor de la Federación Internacional de Asociaciones Culinarias (WACS), este hombre sencillo y genial, no se guardaba secretos, como tanto es usual en su profesión, prodigaba su sabiduría y decía que en Cuba debería haber miles de escuelas de cocina.
Cubano orgulloso de su tierra y su Revolución, fue un emblemático promotor de los fondos exportables de la Isla y no sólo de la langosta El ron, el tabaco, el azúcar, el níquel y la cultura cubana estaban entre sus prioridades.
De su cubanía no hay dudas y cuando le menoscababan ese aspecto, reaccionaba como un león, como cuando en una reunión internacional en Costa Rica, donde el representante del imperio yanqui se pavoneaba ofreciendo becas, con la exclusión de los cubanos, Smith reaccionó diciendo que Cuba no las necesitaba y que tenía las suficientes condiciones para brindarlas a quienes las necesitaran.
De su sentido de la justicia y respeto a los demás, da testimonio el Chef Joaquín Montalvo Silveira, a quien sus allegados y amigos bautizaron como Masita, con más de medio siglo de experiencia en emblemáticos restaurantes cubanos, quien coincidió con Smith en varios eventos y compartieron juntos el arte frente a las hornillas.
Masita confirma que jamás El rey Langosta maltrató a nadie, ni siquiera al más humilde auxiliar de su cocina. Preocupado por la formación y superación de los jóvenes, innovador nato para quien las nuevas tecnologías en sus predios eran un reto para aplicarlas con creatividad y excelencia, Smith fue un militante de la dignificación de su gremio y para preservar a toda costa la unidad de sus colegas y la sabiduría acumulada por la cocina popular y tradicional de la Isla.
Eddy Fernández, presidente de la Federación de Sociedades Culinarias de la República de Cuba (FSCRC), recuerda que el último congreso internacional en el que participó junto a Smith, en Dubai, Emiratos Árabes, como si presintiera su partida definitiva, le insistía en eso de la unidad de los cocineros y chefs cubano
En su tributo, en la sede de la Federación en La Habana, recientemente develaron una escultura suya a tamaño natural creada por el artista holguinero Silvio Leonardo Pérez.
Arte chef, proyecto de superación profesional que posee un aula para perfeccionar a chef con 10 o 15 años de experiencias, lleva su nombre y desde hace dos veranos allí imparten talleres para los jóvenes.
Raúl Gilberto, uno de sus hijos, señala que la familia trabaja para crear una fundación latinoamericana y caribeña con su nombre, en homenaje a sus esfuerzos para que los hermanos países del continente tuvieran representación en la WACS.
También fue el primer cubano Miembro de Honor de la Sociedad Culinaria de Francia, donde hoy están 13 de sus compatriotas.
Otras de las virtudes por las que se le recuerda es la humildad, puesto que un hombre que sedujo con sus platos a reyes, nobles, emperadores, jefes de Estados, Premios Nóbel y luminarias internacionales del cine y otras artes, no paraba en prodigarse en un comedor obrero, el Contingente de Constructores Blas Roca o en reclusorios.
Desde su eternidad bien ganada, Gilberto Smith debe estar satisfecho por lo que regaló a sus compatriotas y al mundo, sonriente porque su legado no permanece congelado en un museo, sino vivo y palpitante, al son del tintineo de cubiertos y el borboteo de ollas y sartenes.



















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