
LAS TUNAS.— Loreta Parra Tamayo permanece acostada en una de las camas del pequeño, acogedor y confortable cubículo que para la actividad de hemodiálisis pediátrica ha destinado el hospital Ernesto Guevara de la Serna. Así, libre de preocupaciones, por su adolescente imaginación pasan los más variados recuerdos, asociados a la familia, el estudio, las amistades, el barrio… mientras a su lado una máquina artificial se encarga de eliminar las sustancias nocivas o tóxicas de la sangre, sobre todo aquellas retenidas por causa de insuficiencia renal.
“Siempre agradeceré la existencia de este servicio aquí —afirma locuazmente la niña— porque con él cambió mi situación. Siento que me he recuperado mucho y que tengo más calidad de vida. Antes mi mamá y yo pasábamos mucho trabajo, nos desgastábamos demasiado, porque teníamos que viajar hasta Santiago de Cuba para recibir este tratamiento. Aquí lo tengo todo: atención médica y un cariño como el de mi propia familia”.
A la derecha de Loreta, y asintiendo en silencio con la cabeza, está Luis Rivero Rodríguez, otro de los chicos beneficiados directamente allí.
“Tengo 16 años, pero me atienden desde que tenía ocho —comenta—. También tuve que viajar mucho hasta Santiago. Por suerte ya no tenemos que hacerlo. Aquí estoy como en mi casa cada vez que vengo” (lunes, miércoles y viernes).
A menudo acude a su memoria la silueta de Leonardo Cruz López (del municipio de Jesús Menéndez) quien, por su edad, pasó a ser atendido ya junto a pacientes adultos en el hospital Guillermo Domínguez, de Puerto Padre.
UNA PELEA CONTRA LOS obstáculos
Solo el doctor Juan Rafael Pino sabe cuántos obstáculos, adversidades y hasta incomprensiones ha tenido que enfrentar , sortear y superar estoicamente, desde el año 1995, cuando decidió entregarle toda su voluntad, pasión, conocimientos y energías a la nefrología pediátrica, casi todo el tiempo solo en una actividad decisiva para la vida de pacientes con insuficiencia renal crónica.
Acondicionado, abierto en marzo del 2012 y mantenido desde entonces “a pecho y pulmón” (como suelen decir algunos), el cubículo ha demostrado cuán útil y oportuno es, no solo por la comodidad que trae aparejada para niños tuneros que requieren ese especializado tratamiento, sino también por la calidad de un servicio que desde entonces fluye con mucha más seguridad y sin los gastos y contratiempos de transportación hacia provincias como Santiago de Cuba, a 200 kilómetros.
Por ello, Pino sigue sobreponiéndose a las trabas que han trabado (o liberado) la formación e inserción de otros especialistas, a la intensidad de las consultas de nefrología, a sus deberes docentes, a la asistencia a los pacientes ingresados, a la necesidad de estar localizable durante las 24 horas del día ante alguna urgencia de terapia intensiva, a otras realidades… y continúa entregándole vida a la vida de esas niñas y niños, ayudado por enfermeras como Yamirka Reyes Llanes, Saily Licea Peña y Yennis Vázquez Espinosa.
Y, desde luego, no renuncia Pino al sueño de lo idóneo: ver ese tratamiento de hemodiálisis algún día en el interior del hospital pediátrico Mártires de Las Tunas, como condición lógica y científicamente a la medida de lo que establece la medicina a escala internacional, según las particularidades de esos pacientes, en edades tan tempranas de la vida.



















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FRANCISCO dijo:
1
2 de octubre de 2014
07:17:30
Dr Reynaldo dijo:
2
2 de octubre de 2014
07:18:58
JORGE LUIS MARTINEZ ALEJANDRES dijo:
3
2 de octubre de 2014
08:03:46
Edelkys dijo:
4
3 de octubre de 2014
13:50:35
yamiselis dijo:
5
3 de octubre de 2014
14:06:28
yeya. dijo:
6
5 de octubre de 2014
13:02:41
mabel avilas martinez dijo:
7
5 de octubre de 2014
22:20:18
mabel avilas martinez dijo:
8
5 de octubre de 2014
22:30:07
Claudia Hernández dijo:
9
8 de octubre de 2014
18:27:13
Pedrito dijo:
10
5 de marzo de 2015
08:49:42
sofia ruiz dijo:
11
16 de enero de 2017
14:58:59
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