
AGUADA DE PASAJEROS, Cienfuegos.— Los campos de piña de Jorge Luis Rodríguez se encuentran en un punto medio entre el llamado Conejito de Aguada y el Ranchón del mismo sitio. Tierra adentro, protegidas por la lejanía y una vegetación a su alrededor que parece “sepultarlas”, crecen dichas plantaciones.
Con solo 30 años de edad, el joven agricultor se inició en su cultivo hacia 2008, gracias a las bondades del Decreto Ley 259, del cual el campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Juan Manuel Márquez no solo es precursor, sino además abanderado.
Cuenta Jorge Luis que en este municipio, arrocero por excelencia, son pocos quienes apuestan por su línea agrícola; de manera que decidió incursionar en ella no más concluyó su periodo en el Servicio Militar, en 2005. Esperó la oportunidad, y solo tres años después ya se encontraba en su finca, denominada así: La Piña.
Las 13 hectáreas recibidas estaban pobladas de marabú. El señor de las piñas, como aquí le llaman, y un grupo de familiares estuvieron cerca de tres meses desbrozando la superficie del extendido arbusto. Ya a los 17 meses, el campesino tuvo su primera cosecha, recuerda con orgullo.
Jorge Luis prefirió estas tierras, debido a su altura, ideal para la siembra de la especie, pues, según dice, “no se producen esos encharcamientos posteriores a las lluvias, que acaban con el cultivo”. Además, no son suelos negros, ni húmedos, como los predominantes en la zona, prosigue.
El usufructuario trabaja su caballería con el respaldo de su padre, también nombrado Jorge Luis; su hermano Juan Carlos y su sobrino Asley. Todos dan abasto a los quehaceres de la finca; incluso en los meses del pico de cosecha.
Afirma el entrevistado que sus producciones están contratadas por la vía de la CCS, la cual en 2013 le distribuyó los cinco mil 15 quintales producidos. Fue un año estimulante para él en materia de ingreso, pues obtuvo, en ganancia neta, algo más de 200 mil pesos.
En su consideración, el de la piña es, dentro de la Agricultura, uno de los caminos más rápidos para resarcir cualquier esfuerzo previo e inversión, pues los precios al productor son muy favorables y constituye un renglón que siempre tiene salida, demanda dentro de la población o innumerables sectores.
“Genera muchos ingresos, pero se pasa trabajo. Resulta una labor agradecida y bonita, mas exige un celo permanente por la fumigación, el vertimiento de abonos foliares u orgánicos. De lo contrario, las plantas tienden a debilitarse progresivamente tras cada cosecha y por ende se le extraen menos frutas”, valora.
Por ejemplo —complementa— ya mis campos, con seis años de explotación, van en camino de envejecer. Donde antes había una planta ahora hay cuatro (sus hijos), de manera que la demanda en cuanto a la fertilización cobra auge.
Como lleva a la práctica cuanto dice, hasta ahora sus plantaciones continúan entregándole elevados volúmenes del fruto, cuya producción debe incrementar a los 5 500 quintales este año.
Ahora Jorge Luis está en proceso de expansión, pues la CCS le otorgó otras 13 hectáreas de la superficie de la estructura, colindantes con las suyas, las que, por supuesto, destinará igual a la reina de los campos de Cuba.
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silvia dijo:
1
3 de junio de 2014
13:53:01
Alejandro Rodríguez dijo:
2
16 de diciembre de 2017
00:19:12
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