Chambas, Ciego de Ávila.— “Con el apetito que tienen esos animales sueltos se comerán hasta las torres del central”, sentencia Jorge Luis Ortega, presidente de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Comunidad Las Palmas, al norte de este municipio avileño.
La afirmación pudiera parecer exagerada, pero estos hechos ocurren en una amplia franja de esa porción del territorio, incluidas las áreas cañeras del ingenio Enrique Varona, las de más bajo rendimiento agrícola, con solo 37 toneladas por hectáreas.
En carta dirigida a nuestro diario, el propio Jorge Luis expresaba: “Los animales no tienen control, deambulan por donde les plazca y, a su paso, acaban con la siembra de caña y las plantaciones arroceras”.
Y recalca que “en las UBPC Las Palmas, Kilo 9, Kilo 18 y Arabal, los campesinos han tenido considerables pérdidas en la siembra de arroz durante los meses de cosecha. Por si fuera poco, los habitantes de las comunidades rurales San Juan, y La 25 ya no se sienten seguros si los coge la noche fuera de la casa, pues los caminos están casi invadidos por los búfalos que, en ocasiones, pueden llegar a ser bastante agresivos, sobre todo las hembras, cuando andan con sus crías”.
Compartimos durante dos días y una noche en esa zona con productores de las unidades antes mencionadas, directivos y vecinos, con el propósito de desentrañar lo que ocurre realmente en esos territorios.
DE PALMA Y OTROS “DESMOCHES”
es verdad, según comprobamos que los cuadrúpedos causan daños que inciden en los bajos rendimientos, pero hay que aclarar que la UBPC Las Palmas, desde hace años, está catalogada entre las siete unidades más críticas de la provincia en la producción cañera y no logra sobreponerse a esos otros daños no menos perniciosos: el inmovilismo, la falta de compromiso, y los problemas financieros y de atención a las plantaciones, que mantienen a raya cualquier posibilidad de progreso.
Así lo reconocen Norelvis Gallo Saroza, director de la Empresa Azucarera de Ciego de Ávila, y Luis Miguel Sifonte Figueroa, el último de los muchos administradores que han pasado por la unidad. Es real que hemos padecido de esos males, afirma Luis Miguel, pero no es menos cierto que el daño animal nos ha hecho “leña” la cooperativa. En la zona denominada Granja, el “come come” es muy grande. Este año arrasaron con 32 hectáreas de retoño. Así es difícil levantar cabeza.
Sobre un tractor, llegamos a Granja cuando nadie lo esperaba. Allí los retoños se desmigajan poco a poco y no resisten las embestidas, fundamentalmente, de los vacunos y los búfalos, causantes de los mayores estragos.
“En total, en la UBPC nos afectaron 354 hectáreas de retoño este año”, argumenta Ideal Álvarez Durán, jefe de Producción de la UBPC.
En el recorrido por Granja afloró el descontrol de la masa existente, tanto la perteneciente al Estado como la de los usufructuarios, según quedó demostrado cuando, a plena luz del día, pastaban los animales, en medio de lo que una vez fue un retoño, ahora desaparecido. ¿Por qué existe tal nivel de indisciplina? ¿Qué ha sucedido que no ha podido resolverse tan penosa situación? A estas interrogantes también les buscamos respuestas, pues no pueden dejarse a la indiferencia las soluciones que corresponden a quienes responden por tales desaguisados.
Al parecer, allí es tan normal observar un equipo ocupado en el cultivo de la caña, como los animales comiéndosela sin que exista una solución definitiva, o una cerca perimetral —con puerta y trillo incluidos— por donde la negligencia transita hacia las plantaciones, sacia el apetito y regresa a los potreros.
Epifanio Bustinza Casales, asesor de contabilidad en la UBPC, abre el libro donde están asentados los activos fijos tangibles y aporta datos para la reflexión: “Aquí existen bloques como el 101, que lo tuvimos que sembrar tres veces. Otros, entre los que se encuentran el 103, el 437 y el 438, también sufrieron algún perjuicio”.
Carlos Reinel Pérez, secretario del núcleo del Partido, asegura que en todas las reuniones se analiza el problema, “pero no pasa nada y la solución se va de nuestras manos. Ahora resulta que a algunos se les ha ocurrido cercar las cañas, en vez de los animales”. ¡Vaya paradoja! Es evidente, entonces, que ha faltado concertación.
Los productores se ven obligados a aplicar los métodos más inimaginados para cuidar sus plantaciones. Mientras Arnaldo Morales Guevara pasa noches enteras al cuidado del arroz, Orley Chávez Varela sube hasta el techo de uno de los edificios de la comunidad Las Palmas en el horario del mediodía para, a través de los binoculares, observar si las vacas del productor Amado Fuentes están dentro de sus cañas, como —vaya ¿casualidad?— sucedió el día de nuestra visita.
En la misma zona, la UBPC Arabal también es presa de la depredación, al extremo de que decidieron montar dos cercas eléctricas para la protección de los campos.
“Existen muchas cabezas de ganado sin control y se comen cuanto aparece. Nosotros calculamos una afectación superior a los 150 000 pesos, solo en este año”, asegura Víctor Raúl Díaz Pérez, administrador de esa entidad productora.
LA CULPA TIENE MUCHOS DUEÑOS
Granma tocó las puertas de la Empresa Agropecuaria de Chambas, y la Azucarera de Ciego de Ávila, el cuerpo de inspectores de AZCUBA, el Centro de Control Pecuario (CENCOP), el Tribunal Provincial Popular de Ciego de Ávila, y la Subdelegación de Ganadería en la provincia.
Los mayores cuestionamientos estuvieron dirigidos hacia la empresa agropecuaria de Chambas, supuestamente, la máxima responsable. Hay una realidad, los encargados del rendimiento agrícola de los campos de caña no pueden parapetar sus bajos indicadores en los daños provocados por los animales, pues los contratos solo hablan de entrega de lo pactado y el pago por ello. Incumplirlos traslada a la economía la ineficiencia de los que no fueron capaces de neutralizar a los rumiantes.
Sin embargo, el “come come” también tiene otros nombres, lo asegura Orlando Pérez Pedreira, subdelegado de Ganadería en la provincia: “Le echan la culpa al ganado de nuestras unidades, pero no son los únicos que comen caña. Lo hacen los de las UBPC, los del sector cooperativo y campesino, incluso, los pertenecientes al propio AZCUBA. Para resolver el problema no queda otra alternativa que aunar esfuerzos, porque la responsabilidad es tanto del que hace el daño como del que lo permite.
La realidad es que nadie quiere buscarse problemas en el lugar de los hechos, ni agarrar los animales, ni multar a los dueños, como está establecido y, si son reincidentes, hasta pueden decomisárselos, asegura Pérez Pedreira.
“Por nuestra parte, trabajamos en el montaje de 18 cercas eléctricas, desde la UBPC Kilo 9 hasta Kilo 12, y estamos en el proceso de adquirir otras dos que se alimentarán por paneles solares”.
Al referirse al conflicto que ocasionan los animales sueltos, Roberto Eliades León Acosta, director general del Centro Nacional de Control Pecuario (CENCOP), dijo que hay que ser más rigurosos en la aplicación del Decreto 230 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, referido al cuidado y protección de las plantaciones cañeras.
Es contraproducente, entonces, que en el presente año el CENCOP en la provincia no haya impuesto a los causantes de este tipo de daños ninguna multa, y solo hayan aplicado cuatro correctivos los inspectores de AZCUBA, instituciones a las cuales Granma tuvo acceso.
Sin embargo, dicho Decreto, en su artículo 7, dice que estarán facultados para imponer multas o aplicar otras medidas los jefes de las estaciones municipales de la Policía Nacional Revolucionaria, los inspectores designados por AZCUBA, y los Registradores e Inspectores Pecuarios del Ministerio de la Agricultura. Si esto es así, ¿por qué aún subsiste el problema?
Mairlet María González Hernández, presidenta del Tribunal popular Provincial de Ciego de Ávila, confirma que existe dejadez y desinterés por parte de los implicados a la hora de solucionar el problema, en tanto en los últimos 17 meses no han recibido ninguna demanda en proceso económico relacionada con el tema del daño animal.
Eso muestra, del lado de los cañeros falta de acometividad en aras de cumplir con su responsabilidad que es la de hacer producir la tierra y al propio tiempo deja dudas, pues la jurista apunta que para interponer alguna demanda, el afectado debe tener el sustento probatorio de los daños causados, con la documentación requerida y la inmediatez necesaria luego de consumado el acto ilícito, “y no siempre sucede así”, puntualizó.
Evidencia de que las afectaciones a la caña y el arroz en la extensa franja del norte del territorio avileño constituyen para unos motivo de preocupación y, para otros, una especie de deja vú, con su estela de polémicas y justificaciones, suavizadas por acciones ocasionales que todavía hoy no impiden que el ganado se coma la caña.



















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denis dijo:
1
23 de mayo de 2014
12:33:38
Jge dijo:
2
23 de mayo de 2014
16:39:24
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