
CORRALILLO, Villa Clara. — A Ridel Navarro Gómez le brillan los ojos cuando habla de Fidel y de la Revolución. Él y su familia estuvieron entre los favorecidos con la firma de la primera Ley de Reforma Agraria, aquel 17 de mayo de 1959, una medida que cambió el sentido de su vida.
De hablar pausado y una honestidad a toda prueba, este hombre de 76 años, a quien cuesta un mundo arrancarle una palabra de la boca, recuerda que aquel día él estaba junto a su papá y a René, su hermano, haciendo como de costumbre una sobremesa, cuando de repente entró al comedor Carmelina, su mamá y les dijo: “escuchen lo que dice el radio, van a darle la tierra a quien la trabaja”.
“Como un resorte el viejo se puso de pie para escuchar la noticia, y al instante nos abrazó a los dos hermanos para expresar una frase que tengo grabada en mi memoria como si estuviera acabadita de decir: Hijos, se acabó el abuso. Yo sabía que con Fidel la cosa sería diferente”, rememora Ridel.
“En aquel momento yo solo tenía 21 años y era un guajiro arrendatario, que junto a mi papá Adán y mi hermano trabajábamos de sol a sol por un mísero salario que pagaba el dueño de la tierra, quien se llevaba la mayor parte de la producción”, evoca el recio campesino, quien no olvida las pésimas condiciones de la vivienda ubicada en la finca San Pablo, de Corralillo, con techo de guano, piso de tierra y sin luz eléctrica.
“Aquello no era vida —recuerda Navarro. No puedo olvidar a mi madre puliendo el rocoso blanco del piso para que la casa, al menos estuviera limpia; y a mi papá sacrificándose para evitar que fuéramos analfabetos. Yo creo que por esas razones, entre otras, el viejo, que era una gente muy clara, abrazó en fecha muy temprana las ideas de la Revolución y nos las inculcó también a nosotros”, señala Ridel.
A los pocos días de firmada la trascendental medida en La Plata, los Navarro Gómez, recibían el título de la tierra firmado por Fidel. “Aquello fue tremendo, hicimos hasta un festín en la casa para celebrar la novedad”, evoca Ridel, quien recuerda el giro que dio la situación económica de la familia, la que a partir de entonces comenzó a mejorar sus condiciones de vida.
A FIDEL NO SE LE PUEDE FALLAR
Como guajiro agradecido que es, Ridel Navarro Gómez, se propuso hace mucho tiempo contribuir con su trabajo a la prosperidad de la Revolución, porque como él mismo reconoce a Fidel no se le puede fallar.
Es por eso que durante 33 años consecutivos ha dirigido, y de manera muy eficiente, la CPA Hermanos Castillo, un ejemplo de cuanto puede lograrse cuando el orden y la disciplina priman sobre el descontrol y la falta de exigencia.
Aunque es una cooperativa que acomete varias producciones, durante muchos años ellos han sido cañeros por excelencia, logrando obtener rendimientos superiores a las 70 toneladas por hectárea, una cifra que parece de ensueño para otras entidades que apenas rebasan las 30.
Hace dos años que él y sus asociados también decidieron probar con la ceba de toros, logrando realizar hasta la fecha cuatro ventas al Estado, a un promedio de 470 kilogramos de peso por animal.
La entidad que dirige hace mucho rato que es rentable, combinando la siembra de viandas y hortalizas con otros renglones como granos, caña, ganadería y la producción porcina.
En cuanto a la ganadería en la Hermanos Castillo, la alta natalidad lograda, la cantidad de litros de leche por vaca en ordeño y por haber resuelto el problema de la alimentación de la masa, ha repercutido en la baja mortalidad vacuna.
“La clave está en trabajar y saber conducir a los trabajadores, motivándolos, y no solo con resortes económicos. Ah, y también puede poner ahí que para dirigir hay que saber ser ejemplo. No existe otra combinación”.



















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