CIÉNAGA DE ZAPATA, Matanzas.— Rosangel fue la primera de su grupo en mostrar disposición para hacer el servicio social en el municipio de Ciénaga de Zapata, y luego sin embargo no paró de llorar durante la primera semana de trabajo.
“Escogí venir para acá, quería probarme a mí misma, pero afrontar la dura prueba que significó separarme de mi casa allá en Cárdenas, lejos de mi familia y en una atmósfera tan inusual para mí, me puso en un gran aprieto. Por suerte, con el paso de los días y el afecto de mis pacientes, fui superando esa turbación que fija la soledad”.
Admite que ahora pasan las horas sin notarlas, que nada la sobresalta como al principio. “Hace dos meses que no voy a la casa, y como es lógico suponer extraño a mi mamá y a las amistades más allegadas. Pero no me quejo. He aprendido a conocer al cenaguero, pudiera decir que no pocos ya son mis fieles amigos. Son gente buena, humilde y muy acogedora”.
Dice que ahora es más feliz que nunca, y cree que a veces es preciso mudar de aire para que las cosas cambien. Rosangel Fernández Ruiz es residente en Medicina General Integral y presta sus servicios en el consultorio No. 2, en la localidad de Playa Larga. Es una muchacha de ojos inteligentes y expresivos y se desenvuelve con elegancia en sus quehaceres como médico.
“Su sonrisa sincera atrapó de inmediato el corazón de los cenagueros”, observa Oralia Hernández, una de los 1 300 pacientes de Rosangel. “Es muy dedicada, escucha atenta, como si quisiera saberlo todo…, y eso se traduce en un sentimiento de esperanza para todo el que tiene una dolencia. Por este consultorio han pasado varios médicos y muy buenos todos, pero ninguno como ella”.
Mientras transcurre el breve diálogo varios vecinos interrumpen por diversos motivos. Ella logra manejar con amabilidad a todos. “La población la hace el médico, y en ello tiene mucho que ver el buen trato y el cumplimiento estricto del tiempo de terreno”, comenta confiada en su filosofía de trabajo.
“Antes de hacer alguna anotación, el galeno debe realizar las preguntas pertinentes, averiguarlo todo hasta que se dé el contacto ideal entre él y el paciente. Eso es parte de la calidad del servicio, o sea, el empleo del método clínico, sin excluir el conocimiento del entorno social”.
De los vecinos más longevos, Rosangel ha podido confirmar que la Ciénaga de Zapata era antes del triunfo revolucionario uno de los sitios con mayor atraso social y cultural, consecuencia de la vida casi feudal que se llevaba en esa región. El año 1959 transformó el panorama y en buena medida ello se debió a que empezaron a llegar los primeros médicos y maestros.
La historia de estos años atestigua la constante preocupación del gobierno revolucionario por la vida de los cenagueros. En contraste con el pasado, cuenta Ariel Alayón Díaz, director municipal de Salud que hoy el territorio dispone de un sistema de salud accesible y gratuito que llega inclusive hasta los lugares más apartados, y donde es particularmente eficiente el programa de atención materno infantil.
Ese aliento aventurero que emana de este lugar, uno de los sitios más singulares de Cuba, ha dejado una huella indeleble en la joven Rosangel. “La Ciénaga me ha hecho crecer como persona, en lo profesional y en lo espiritual. Me gusta tanto que quizás me quede para siempre”.



















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Ruffini dijo:
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16 de abril de 2014
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Manuel dijo:
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IVO LUIS dijo:
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17 de abril de 2014
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