
MAYABEQUE.— A partir del 1ro. de julio del 2013 la vida de Eida Pérez Hernández cambió, y con ella también la de los trabajadores del otrora establecimiento de recogida de Materias Primas de la capital provincial. Los términos se han transformado, antes empleados, ahora asociados; ayer administración, hoy presidencia.
La experiencia de la cooperativa no agropecuaria Reciclaje de Desechos San José es fruto de los cambios que vive la nación en materia económica y social. Junto a la de Artemisa, son las únicas que en el país se dedican a esta actividad.
Sus integrantes son los mismos que laboraban en el inmueble cuando pertenecía al sector estatal. Ello supone una ventaja para ese equipo, pues se enfrentan con un vasto conocimiento a los retos que este negocio les impone. Diez asociados conforman su total, quienes mantienen la función de recuperar, procesar y comercializar objetos reciclables.
La entrada de un camión especializado para la autocarga, un tractor y un vehículo más ligero para cargas menos numerosas, permiten la búsqueda o gestión en empresas estatales y la compra directa a la población. Sin embargo, en más de una ocasión los propios vendedores facilitan la transportación de su mercancía, algo que ha sido motivado entre otros elementos, por la nueva forma de pago.
Dinero al cash
La forma de pago es una de las características novedosas que surgió con la entidad. Antes (y aún en el resto de las casas de compra de la Isla) el desembolso se efectuaba mediante cheques. Ahora el cliente recibe el dinero de sus ventas en efectivo, ahorrándose el agitado proceso del cobro en el banco.
Según la presidenta, los precios se establecen por oferta y demanda. Para la población el valor de los productos es más elevado que para el sector estatal, pues mediante la Ley no. 1288 este último tiene que contribuir obligatoriamente al reciclaje de desechos sólidos. Aumentar las tarifas de compra a personas naturales estimula la recogida de materias primas por estos.
Por su parte Sadik Purón Villareal, económica de la cooperativa, asegura que la nueva estrategia les ha permitido aumentar la compra. Tan solo en el primer mes bajo esta modalidad duplicaron la producción de etapas anteriores.
La constante recuperación también les permitió ingresos por encima de un millón de pesos, de los cuales una vez pagados los impuestos, se quedaron alrededor de 700 mil en utilidades. Esas sumas permitieron que devolvieran el anticipo asignado por la Empresa de Recuperación de Materias Primas para su creación y han sido capaces de concebir un fondo de operaciones, con efectivo disponible para 30 días de compra.
Eficiencia llama clientes
Ángel Roget Ramírez vive en Guanabo, pero viaja frecuentemente a San José de las Lajas. Desde que se constituyera Reciclaje de Desechos San José, este recuperador se ha convertido en asiduo visitante sin importarle la distancia que separa a ambos territorios.
Un día botellas, otro latas, chatarra, siempre con algo en mano para vender y así contar entre los más destacados clientes de la nueva entidad. Ángel y su familia se dedican enteramente a la recogida de materias primas. Esta labor les proporciona el sustento, sin embargo el mal funcionamiento de los establecimientos más cercanos a su radio de acción hacen que este recuperador no contemple las grandes distancias.
"Desde que esto se convirtió en cooperativa vengo con mucha frecuencia. Soy de Guanabo y allá siempre hay problemas con el dinero, el cual se cobra por cheques. Las colas son larguísimas para vender y luego tienes que enfrentarte a la del banco. Aquí el proceso es rápido, estoy más conforme con el peso de los productos, y la atención es óptima", expresó el recuperador.
Otros como Ángel se las ingenian para llevar sus desechos recuperables a pesar de la lejanía. Llegan personas de Santa Cruz del Norte, Güines, y hasta del Cotorro. Muchas se acercan por primera vez a lo que meses atrás atendía solamente a la zona lajera, y se marchan con la idea del regreso.
Las voces desde adentro
Mientras, las jornadas en la entidad son tan duraderas que sus puertas a veces cierran cuando se esconde el último rayo de sol. De lunes a viernes ofrece un servicio que en seis meses ha rebasado todo tipo de prueba.
"No voy a negar que al principio sentimos mucho temor por asumir una tarea como esta. Sabíamos los riesgos, porque esto es ya como un hijo, es algo propio, tuyo, por lo que únicamente tú debes velar y responder. Encima, esta es una experiencia novedosa, no había referente alguno para asesorarnos o guiarnos, y eso también ha determinado en que nos volvamos más celosos con nuestro trabajo", expresó la presidenta.
Melba Esther Díaz lleva 20 años trabajando en el sector, y aunque siempre sintió apego por su labor, formar parte de un negocio que ha demostrado solvencia, la estimula aún más.
"Lo mejor que tenemos, además de la mejora en la calidad de vida, es la integración de nuestro colectivo. Todos comprendemos que los buenos resultados solo dependen de nuestro esfuerzo y laboriosidad, que ahora sí somos capaces de ganar acorde con los resultados del trabajo, y eso indiscutiblemente ya es mucho que decir", comentó Melba.
Y las ventajas no devienen solamente en el bienestar social, emocional y financiero de los asociados. Para el país, la ampliación de experiencias como esta puede resultar muy favorable, a partir de que en este tiempo, al menos en Maya-beque, ha demostrado su capacidad para poco a poco recuperar materias primas y contribuir, de esta manera, a sustituir importaciones.
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