ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
María Cristina Sotomayor, delegada del Poder Popular. / Foto: José González Rivas

MATANZAS.— María Cristina Sotomayor es fundadora de los primeros órganos del Poder Popular constituidos en Cuba en el mes de junio de 1974. Desde entonces funge como delegada de circunscripción en su natal Jovellanos. Su paciente tenacidad suscita elogios hasta de los más indiferentes.

Esta mujer matancera, licenciada en Filosofía, con sonrisa de persona buena y severa consigo misma, lleva casi cuarenta años representando a sus electores. Ostenta lo que se dice un récord insólito, pues como se sabe, se trata de una compleja responsabilidad popular que deja cosas buenas y no pocos sinsabores.

Esa condición, la de ser fundadora del nuevo sistema de gobierno y de haber dedicado parte de su vida a la búsqueda de soluciones para satisfacer inquietudes de sus conciudadanos, le ofrece la oportunidad de contestar todas las preguntas, inclusive difíciles, que pudiera hacerle el más exigente de los electores.

Las ingratitudes son parte de la cotidianidad del delegado, pero la gente espera por una respuesta y la honestidad es la única fórmula para argumentarla, haya o no solución inmediata del problema, afirma con plena convicción.

Dilatar soluciones por cumplir mecanismos burocráticos y la sobreestimación de los asuntos administrativos son inconvenientes que dañan el desempeño del delegado, dice María Cristina, reconocida por su franqueza cuando defiende criterios y principios.

—Cómo explicas tanta perseverancia, 40 años es bastante tiempo, y mucho más en esa tarea. ¿Cómo te las arreglas para cumplir con todo?

—Para mí todos los años son nuevos, por las experiencias que aportan y por mi innegable pasión por la creatividad. Esta responsabilidad me ha hecho mejor persona y revolucionaria. He aprendido a crecerme y saber que cuando las cosas salen mal hay que volver a empezar, con paciencia, para saber cuál camino elegir y eliminar lo mal hecho.

"He contado con el apoyo de la familia, vecinos y compañeros de trabajo. Entre todos me han ayudado a buscar soluciones y soportar los malos ratos. También trato de planificar mi tiempo, aunque no siempre puedo estar en el lugar indicado. Hoy siento mucho, por ejemplo, no haber asistido al primer festival de mi hija cuando aprendió a leer y calcular.

"De cualquier manera tengo una linda familia, con mi madre de 87 años de edad, varios nietos, y mi esposo, quien con el tiempo aprendió a cocinar para apoyarme. Son ellos por lo general los que más ayudan y mis mayores críticos".

—¿Cuánto habría que cambiar para reforzar el papel del delegado?

—Las presidencias de los Consejos de Administración deben ser eternos inconformes con la chapucería y las irresponsabilidades en las respuestas a los delegados. Por otro lado, estos últimos deben tener mayor información sobre los problemas principales del municipio, de la provincia y del país, y que incluye la situación económica.

"Creo que hace mucho daño la no asistencia de directivos administrativos a las asambleas municipales y a las rendiciones de cuentas. Por otra parte, el papel del delegado se nota débil cuando es insuficiente la atención a los Consejos Populares".

—Hay quienes opinan que el delegado es solo un tramitador de justificaciones entre los responsables y el pueblo.

—En eso nos convertimos cuando no nos dan el lugar que merecemos. A veces resulta insuficiente la utilización de las Comisiones de Trabajo en las cuales los delegados analizan determinados problemas y proponen soluciones que quedan en letra muerta, guardadas en algún archivo, o simplemente ponen en práctica un tiempo y después olvidan.

Atendiendo a la experiencia al frente de una circunscripción, María Cristina señala que junto al dominio de sus funciones por parte del delegado, es preciso lograr que los electores también las conozcan y estén informados de cada paso realizado en torno a sus inquietudes.

—¿Son los electores protagonistas, o simples espectadores?

—Es responsabilidad nuestra que los electores sean los verdaderos protagonistas, que sientan la necesidad de participar y adoptar acuerdos para mejorar la vida en la comunidad, que no sean solo espectadores críticos. Y para ello, para que se vean como la máxima autoridad en la circunscripción, hay que respetarlos, ofrecerles las respuestas reales, sin complacencias pero con objetividad. Cuan-do no se puede, no se puede, pero explicar, convencer.

"Un planteamiento de un delegado debe tener respuesta y seguimiento, pues se trata de un reclamo del pueblo, que debe ser escuchado y debidamente tramitado. Esa unidad del delegado con sus electores constituye una fuerza estratégica para enfrentar cualquier batalla.

"Hay que trabajar duro para ofrecer respuestas y soluciones rápidas, con humildad y amor. Es la mejor fórmula. Hay directores que a veces son un tanto prepotentes y se consideran por encima del pueblo; y eso no debe ocurrir".

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