El primero de diciembre del pasado año entró en vigor de manera experimental en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque una nueva forma de comercialización agrícola —amparada en el Decreto 318— que simplifica los vínculos entre el productor y el consumidor final y garantiza el progresivo incremento y diversificación de la producción para abastecer a los mercados minoristas, puntos de venta y trabajadores por cuenta propia (carretilleros).
Como parte de la experiencia, comenzó a funcionar el 18 de diciembre en el municipio de Boyeros en La Habana, El trigal, primer mercado mayorista de abasto de productos agropecuarios del país, al cual pueden acudir peronas naturales y jurídicas y en el que el productor puede comprar y vender.
A poco tiempo de haberse iniciado el experimento, Granma investigó cómo se están comportando.
CALIDAD Y PRECIOS: ¿EQUIVALENCIA?

Datos ofrecidos por la Asociación Nacio-nal de Agricultores Pequeños (ANAP) indican que hasta el 8 de enero en las provincias que forman parte del experimento habían sido arrendados 433 mercados por 157 cooperativas, entre las de Crédito y Servicios (CCS) y las de Producción Agropecuaria (CPA).
Durante el recorrido por diferentes lugares de la capital pudo constatarse que la mayoría de las personas entrevistadas notan una mejoría en cuanto al surtido. "Veo más cantidad de productos —comentó Carlos Laborde, cliente de El Jagüey en Centro Habana, mercado abastecido por la CCS Ernesto Che Guevara—, hasta ahora el camión viene dos y tres veces por semana".
Sobre el tema Carlos Smith, administrador del mercado ubicado en 19 y 48, arrendado por la CCS Frank País del municipio de Güira de Melena, refirió que la experiencia ha sido positiva pues durante este mes han ofertado de 32 a 38 productos diarios, gracias al suministro de la cooperativa. "Los trabajadores de la Frank País no dan tiempo a que un producto se acabe, nos proveen en correspondencia con la demanda. Siempre hemos anhelado volver a los tiempos en que el dueño de la mercancía sea quien la traiga, por la inmediatez del producto del surco a la tarima y de ahí a la mesa".
No obstante, a veces se presentan algunas irregularidades como en el caso del mercado de 19 y 16 —de la CCS América Labadí, ubicada en el capitalino municipio del Cotorro—. "Tuvimos problemas de abastecimiento, hoy mismo falló el camión y no tenemos verduras para ofertar", explicó Alain López, administrador del lugar.
Si bien a simple vista se percibe mayor variedad y abundancia en gran parte de los diez recintos que visitó Granma en dos periodos diferentes (24 de diciembre y 7 de enero), aún la población se cuestiona la equivalencia entre la calidad y el precio de los productos.
"Ahora mismo esos tomates están a cinco pesos la libra, más baratos que en otros lugares, pero para qué los quiero casi podridos. Las cebollas también están caras, te dan cinco por diez pesos, una grande y todas las demás chiquitas. Es cierto que se mantienen abastecidos toda la semana y los productos están buenos casi siempre, pero el día que estén malos como hoy, deberían bajarlos", señaló Irene García, usuaria del mercado de 19 y 48 el pasado 24 de diciembre.
Sobre la relación precio-calidad, Pablo Orlando Pérez, presidente de la CCS Frank País —ubicada en el municipio artemiseño de Güira de Melena— que abastece este lugar, refirió que precisamente tratan de vender los productos en dependencia del estado en que se encuentren, y que en ese sentido fijan diferentes tipos de precios en una factura que entregan al mercado. "El administrador no puede subirlos o bajarlos, pero sí puede hacer un cambio de calidad. Ayer mismo había tres tipos de precio para el tomate: 3, 4 y 5 pesos la libra".
Si esa es la política a seguir, ¿por qué no ocurrió de la misma manera el día 24 de diciembre en el cual Irene García concurrió a ese mercado?
Surgen además otras interrogantes, ¿cómo se seleccionan los productos que serán comercializados en dichos establecimientos? ¿Son los mismos que se destinan a otros compromisos o presentan una calidad menor?
Pérez explicó que en el caso de su cooperativa mantienen ventas dirigidas al sector turístico, la industria, al consumo social, los puntos de venta del municipio de Güira de Melena y al recinto que les fue arrendado. "No es que lo que sobre va para el mercado. Es la misma producción para todos lados", aseguró.
Aun cuando los precios de los mercados arrendados sean por lo general relativamente más bajos que los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda (MAOD), todavía no se corresponden con los salarios y las jubilaciones pues continúan siendo altos para el bolsillo del trabajador promedio, afirmaron varios entrevistados.
"La cuenta no da. ¿Tú crees que es para que esa malanga, tan necesaria para los niños, cueste 4 pesos la libra? —manifestó Adela Rodríguez, clienta del mercado arrendado de 19 y 16, —Tampoco entiendo que los tomates estén a 8 porque eso no se importa, se siembran aquí".
Por su parte, Miriam Blanco opina sobre el costo de los productos del establecimiento ubicado en Ángeles y Buenos Aires, en el municipio Cerro, y provisto por la CCS Eduardo Calderín: "De verdad que dejas tu salario y lo que no es tu salario. Ponen los precios que quieren y debemos aceptarlos, si no, nos quedamos sin comprar la mercancía. El tomate la semana pasada estuvo a ocho y diez pesos la libra. Si los productos vienen de primera mano, sin intermediarios, ¿por qué tan caros?".
Con esta forma de comercialización las cooperativas que se acogieron al Decreto 318 pueden establecer los precios de los productos que ofertan en los lugares arrendados. Sobre este aspecto, Carlos Smith, administrador del mercado de 19 y 48, acotó: "La gente debe entender que el dueño de la mercancía tiene el derecho de ponerle el precio que desee. La ley lo ampara".
Al explicar a Granma algunos factores que se tienen en cuenta para fijar los precios, René Leyva, presidente de la CCS América Labadí, indicó que se establecen en dependencia del costo de la producción, que en su caso se encarece pues al pertenecer a una cooperativa de parceleros no recibe respaldo del Estado desde el punto de vista de los insumos. A esto se añaden las condiciones de los locales alquilados: "Los mercados que nos entregaron estaban casi desbaratados, hemos invertido gran cantidad de dinero para repararlos y darles presencia", agregó.
En ese sentido la mayoría de los entrevistados coincidieron en la influencia de las erogaciones que deben hacer para pagar el arrendamiento del local, del transporte y los servicios de agua, electricidad y teléfono.
Aun cuando los productores tienen la potestad para establecer los precios, estos no deberían permanecer inamovibles una vez amortizadas las inversiones iniciales.
Por otra parte, en ocasiones las cooperativas no tienen productos suficientes para abastecer los puntos de venta y deben comprárselos a otras cooperativas o acudir al mercado mayorista El Trigal, lo cual se encuentra en correspondencia con lo establecido en el Decreto 318.
Alain López declaró que su entidad ha acudido al Mercado de Abasto Mayorista El trigal con este fin. "La mayoría de las cosas que hoy se están ofertando son del Trigal porque no podíamos estar desabastecidos. Allí la caja de tomate está a 250 pesos y en fin de año llegó hasta 280, dicen que porque hubo un bache en la producción. Entonces esos son precios muy altos si tenemos en cuenta que es uno de los cultivos que da merma. Por eso aquí estaba a 5 pesos y hoy lo tenemos a 8, porque hay que tener un margen comercial. El precio lo gradúa la producción".
Si hacemos cuentas basados en estos datos (caja de tomate a un costo de 250 pesos y la venta a 8 pesos la libra), y suponiendo que un comprador cualquiera pudiese adquirir 10 cajas de tomate, a razón de 45 libras cada una, según declararon algunos productores, el margen comercial del que se habla sería de 1 100 pesos, solo en ese cultivo. Nótese que no se trata de un productor, sino de una entidad que simplemente compra para luego vender y aunque deba pagar el arriendo del local, el transporte y otros servicios asociados, la pregunta que nos hacemos todos es hasta dónde ese margen subirá para poner en aprietos el complejo bolsillo popular.
En relación con el abastecimiento, René Ley-va, presidente de la CCS que surte este lugar, indicó: "En estos momentos son bajas las producciones, las lluvias de noviembre nos han afectado", tratamos de abastecer a los mercados con lo que salga de la cooperativa, pero hay cosas que no podemos producir porque los pedazos de tierra son muy chiquitos".
En casos como el anterior los miembros de las diferentes formas productivas deben analizar con detenimiento si sus condiciones les permiten establecer estos nuevos compromisos. Si la producción no les alcanza, ¿entonces para qué arriendan?
Criterios como los de Pablo Orlando Pérez, presidente de la CCS Frank País así lo reafirman: "Hay cooperativas que han arrendado tres y cuatro mercados sin contar con suficientes productos para abastecerlos. Nuestra CCS produce 7 000 toneladas al año entre viandas, hortalizas, granos y frutales. En ese sentido no hemos tenido problemas pues la mayoría de las cosas están en la cooperativa. No vamos a mantener otro mercado hasta que no aseguremos bien el que tenemos en 19 y 48".
Aunque resulte ventajoso que las formas productivas puedan adquirir determinados productos en otros lugares en aras de abastecer los establecimientos arrendados y brindar más variedad a la población, tampoco debe ser motivo para abusar de esta posibilidad y olvidarse de que lo esencial es producir. Estas medidas se están aplicando, precisamente, con el propósito de eliminar las trabas que impedían a los productores agropecuarios llevar sus productos de manera directa al mercado. Pero hay que poner especial atención en que no se conviertan en revendedores, al tomar la vía más fácil.
¿FUGA DE PRODUCTOS HACIA LA CAPITAL?

En Artemisa las diferentes formas productivas se suman a las nuevas experiencias, y han arrendado 13 mercados agropecuarios en la provincia, mientras cuentan con 101 puntos de venta. Por otra parte, evolucionan diez cooperativas no agropecuarias.
Otra de las variantes que ha llamado la atención en los últimos tiempos es el arrendamiento de mercados en la capital, por lo que 30 formas productivas atienden a 70 de estos, para lo cual cuentan con 35 camiones, también arrendados.
Por ejemplo, la CPA Amistad Cuba Países Nórdicos, de Güira de Melena, abastece a dos mercados en Playa. "Es una puerta abierta a la cual recurrir. Hay producciones menores como la habichuela, el quimbombó y el cebollino, por ejemplo, que no tenían la misma salida antes y ahora las podemos ofertar al igual que las producidas tradicionalmente en mayor cuantía", plantea Carlos Manuel Márquez, su presidente por 20 años.
A más de un mes de puesta en marcha la nueva legislación, el panorama en Mayabeque no dista mucho del de antes. Con nuevas vías para el comercio en dicho territorio, la preocupación por que se produzca un desabastecimiento por el trasiego de productos a la capital, aunque no se ha manifestado propiamente, continúa como una preocupación la-tente en la población.
Bejucal por ejemplo, no es un municipio que se caracterice por ser agrícola, sin embargo colinda con territorios altamente productivos y hoy allí la oferta de viandas y vegetales atraviesa por periodos de fluctuación. Ejemplo de ello es que en uno de los mercados principales del centro urbano, que a partir de julio pasó a ser gestionado por una cooperativa no agropecuaria, el surtido se vuelve un problema.
Según Eliseo Santana, su presidente, la mayor dificultad radica en la búsqueda de los productos, pues no poseen transporte. "Hasta el momento no hemos dejado de abastecer nuestras tarimas, y siempre tratamos de ofrecer variedad, pero sigue siendo difícil la gestión para adquirirlos. Incluso en algunas ocasiones hemos tenido que ir a comprar a La Habana y Matanzas. Otra de las trabas consiste en los elevados precios que mantienen los proveedores", argumentó el presidente.
En Güines el tema es menos complicado. Territorio agrícola en fin, sus calles casi siempre están abarrotadas de productos, que además se encuentran en buen estado. No obstante el precio de los mismos continúa encarecido.
"Es cierto que aquí uno encuentra lo que necesita, y con buena calidad, pero los precios no bajan. En los mercados consigues las cosas más baratas que con los carretilleros, sin embargo la diferencia tampoco es grande. No entiendo por qué estando rodeados de tanta tierra productiva los precios sigan casi a la altura de la capital", expresó Elier Pestana García, poblador de Güines.
Por su parte Alexander Trimiño, presidente de la cooperativa no agropecuaria Mercado Pinillo (Güines), comenta que el acceso a los productos en la propia zona no les ha representado un problema, pese a ello, él mismo ha tenido que ir a la capital en busca de algunos que no encuentra en el territorio. Cita como ejemplo el ají pimiento, una variedad que es mayormente trasladada al recién inaugurado mercado mayorista.
EL TRIGAL, PRIMER MERCADO DE ABASTO MAYORISTA
Como parte de las estrategias para reorganizar la red comercial abrió sus puertas el mercado de abasto mayorista El trigal. La instalación, perteneciente a la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios (EPMA), fue arrendada a una cooperativa no agropecuaria de igual nombre que a su vez subarrienda 292 espacios para que los productores, una vez cumplidos los compromisos contractuales con el Estado, puedan vender el excedente.
"La cooperativa (compuesta actualmente por diez socios) no está autorizada a comprar mercancía para venderla —aclaró Tatiana Oliva, su vicepresidenta—, no participamos en la comercialización de los productos ni los almacenamos, solo alquilamos el espacio".
Informó además que pueden asistir a ofertar su mercancía diferentes formas productivas como CCS, CPA, Unidades Básicas de Producción (UBPC), granjas estatales, pequeños agricultores y el vendedor mayorista, nueva figura autorizada hasta la fecha solo en las tres provincias donde se aplica el experimento.
Según Carlos Rafael Sablón Sosa, presidente de la cooperativa, los pequeños agricultores son los que más vienen a vender su mercancía. "Ya no deberían aparecer en las noticias producciones que se pierden en el campo, a falta de un destino para su comercialización".
Al mercado puede concurrir en calidad de comprador toda persona natural y jurídica (al precio de 3 pesos la entrada), incluso la población que desee adquirir alimentos tanto al por mayor como de forma minorista.
De acuerdo con lo estipulado en el Decreto 318, en El trigal se prohíbe la venta de carne de ganado equino, vacuno y bufalino, leche fresca y sus derivados, cacao y sus derivados, café y otros productos subsidiados por el Estado. De igual forma tampoco se comercializará, por ahora, la carne de cerdo, al no contar con neveras para su conservación.
Inicialmente se estableció que el mercado funcionaría de 6:00 p.m. hasta las 8:00 a.m. del día siguiente, pero desde el pasado 6 de enero se comenzó a experimentar con el horario de 10:00 a.m. a 10:00 p.m., indicó Sablón. El funcionario explicó que dicho horario se debe fundamentalmente a las inquietudes de los vendedores pues coincidía con la única hora en que los camiones pueden circular y repartir mercancía dentro de la ciudad, según las regulaciones acordadas por el Consejo de la Administración Provincial (CAP).
Ello propiciaba que los camioneros se estacionaran desde la mañana en las áreas exteriores de El trigal hasta que pudieran volver a entrar, lo cual atentaba contra la calidad de los productos (al exponerse al sol) y ocasionaba la venta ilícita de estos. "Hasta ahora todo parece indicar que va a ser favorable, la mayoría de las personas han opinado que es mejor así. Si funciona seguiremos con este horario", afirmó Sablón.
Para preservar la organización y evitar ilegalidades, los vendedores deben portar una ficha de cliente (hasta el día siete de enero se habían realizado 283) donde se identifican el nombre del pequeño agricultor o de la entidad a la que pertenecen, el municipio y la provincia.
También abonarán por el alquiler del espacio 120 pesos en el área del andén y 110 en el interior, sumas que han originado criterios diversos. Para Rodolfo Lagos, trabajador de la UBPC Simón Rodríguez, el precio resulta alto en relación con el poco tiempo de estadía en el lugar. "Ayer no vendimos casi nada y cuando entramos hoy tuvimos que pagar de nuevo los 120 pesos, entonces serían en total 240", agregó.
En cambio Edermis Rodríguez, de la CCS Mártires de Taguasco, considera que el precio no perjudica tanto, sino que favorece el mantenimiento de la instalación: "Esto está en mejores condiciones que el antiguo mercado de 114 (conocido como El hueco), hay más organización, mejor alumbrado y no te mojas".
Funcionarios de la Cooperativa El trigal explicaron que el espacio se alquila al mismo precio ya sea por una hora o más tiempo, sin importar cuánta mercancía traigan.
"Sablón sostuvo que el monto del alquiler, se acordó teniendo en cuenta la cantidad de dinero que se debe pagar a la EPMA por arrendar la instalación, que cuenta con 16 mil metros cuadrados". Además añadió que aun cuando el precio pudiera parecer caro resulta mejor que "si se estableciera por declaración oral y tuvieran que pagar el 5 % de las ventas, cuando aquí están vendiendo un saco de boniato a 80 pesos".
Además de brindarse servicios de gastronomía, asegurados por trabajadores cuentapropistas que también arriendan el espacio, en el recinto se alquilan —de acuerdo con los últimos datos obtenidos el pasado siete de enero— tres montacargas, 27 transpaletas y 74 carretillas para facilitar las operaciones de los clientes. Cifras que continúan siendo insuficientes al decir de los entrevistados.
"Desde que vengo aquí no he podido alquilar una carretilla, traigo a los ayudantes y me cargan la mercancía", manifestó Jorge Arce, representante de un punto de venta de la UBPC Cinco de Septiembre.
De acuerdo con Sablón, existe una producción a cargo del Grupo Empresarial Sideromecánico (GESIME), quienes tienen el compromiso de entregar cien carretillas. "Planteamos que necesitábamos por lo menos 200. Nosotros las arrendamos a la EPMA, aunque se tiene la perspectiva de que luego de las revisiones necesarias en los contratos, podamos comprar estos medios, una vez que tengamos ganancias", informó.
Criterios como "las cosas están más caras que el año pasado" o "se está especulando mucho con los precios" denotan las principales preocupaciones de quienes acuden a este mercado mayorista.
Durante la pesquisa este equipo de reporteros constató las fluctuaciones en los precios de algunos productos. Los clientes señalaron, por ejemplo, que "la malanga que estaba a tres pesos, ya anda por 3,50", "la col entró el otro día a 11 pesos, entonces hay que venderla en la calle por lo menos en 13" y "la caja de tomate llegó en el fin de año a la alarmante cifra de 300 pesos".
Una vez más los entrevistados alegaron que influyen los costos de producción, la insuficiencia de los paquetes tecnológicos, el clima —causante de innumerables daños a cultivos como el tomate— y los bajos niveles productivos. Algunos incluso añaden que los precios de arrendamiento de los espacios tienen gran incidencia.
Independientemente de estos factores, Sablón indicó que aun cuando en relación con los precios minoristas, El trigal es más barato, "no existe una concepción mayorista. En los dos años que ha estado funcionando el experimento en la capital, desde que empezó en 114, no han bajado los precios y la población sigue sufriendo.
"Lo fundamental de cualquier ser humano es comer y a veces me parece que se abusa de la necesidad y ponen altos precios y son capaces de virar con la cebolla o salir y entrar a venderla al otro día a lo mismo, cuando ya ha perdido calidad", agregó.
En su primer viaje al Trigal, Lázaro Daniel Brito Pérez, representante de la CCS Rogelio Rojas vendió los mazos de cebolla blanca a 6,50 y 7 pesos porque "en el campo todo está caro, todo lleva gastos, ¿cómo pago el combustible para trasportarla? A la mercancía que me va quedando le rebajo un peso. No más, si no la vendo así, me la llevo pa la casa".
Habría que ver si al pasar un día, aún este productor prefiere quedarse con la mercancía a riesgo de perderla, antes de vendérsela a la población a un precio menor. De mantener esta postura, además de perjudicar a quienes necesitan el producto, se alejaría del concepto de sociedad que pretendemos construir.
Pese a que todavía se observan irregularidades como las anteriores, es temprano para evaluar la marcha del ordenamiento y perfeccionamiento de la red comercial. Resulta alentador que a pocos días de abierto El trigal se tuvieran en cuenta nuevas alternativas con el horario, pues demuestra que realmente la experiencia es eso, un ensayo para buscar las fórmulas que se adecuen mejor a nuestras necesidades. No obstante, queda un largo camino por andar.
Si bien la esencia del experimento consiste en lograr una mayor diversidad en los mercados y en las lógicas de comercialización, lo cual debería traducirse en diversidad de precios; durante la pesquisa se percibió que son relativamente similares, más allá de cuál sea la figura que venda tras el mostrador (formas productivas, cooperativas no agropecuaria, etc). Corregir a tiempo lo que pudiera convertirse en obstáculo constituye prioridad para, en la medida en que se consolide esta experiencia, continuar extendiéndola al resto del país y que, definitivamente, la vida cambie.
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