Y por si fuera poco, a estos jóvenes hermanos no ha habido nadie que haya logrado colocarle un sombrero en sus cabezas; y para complicar más cualquier apreciación, se expresan como si fueran dos ingenieros agrónomos. Lo mismo te hablan de la composición del suelo, que del último proyecto de innovación tecnológica creado por el INIVIT.
Tal vez por eso, mientras buscaba la finca San Joaquín, perteneciente a los hermanos González, nadie sabía responderme, sin embargo, al detenerme a la vera del camino y preguntar por un campesino que sabe mucho de técnicas agroecológicas, una señora entrada en años me dijo muy natural: "ah, ese es Tomás, el científico de la agricultura".
Y tenía razón la mujer. Basta intercambiar dos palabras con Tomás y Yoandy, para darnos cuenta de la importancia que le conceden ambos a la ciencia en el desarrollo de la agricultura.
"Mire, nosotros comenzamos aquí en el 2004 cuando perdimos a nuestro padre y aquello era un desastre. A pesar de la cantidad de abonos y productos químicos que comprábamos a precios estrafalarios, las cosechas eran malísimas. Entonces le dije a mi hermano, oye hay qué investigar qué hacen otros por aquí que con iguales tierras y recursos cogen mejores producciones, y así empezamos a introducirnos en el mundo de la agroecología", expresa Tomás.
Así llegó el vínculo con el movimiento "De campesino a campesino", del cual Villa Clara es fundador, y el acercamiento a la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, el Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT) y el Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), entre otros centros, quienes además de asesorarlos, los dotaron de abundante bibliografía sobre el tema.
"Oiga, mi hermano es medio analfabeto para algunas cosas, pero de la lectura siempre ha sido un apasionado", dice Yoandy, quien reconoce cómo su hermano cada tarde, mientras reposa el almuerzo, y antes de acostarse en la noche, se bebe no se cuántas páginas de los libros donados.
Luego comenzaron a llegar los primeros resultados productivos, y también a mejorar la economía familiar. Donde antes invertía ni se sabe cuánto dinero en obtener unos pocos quintales de frijol, boniato, o yuca, entre otras producciones, ahora ha triplicado esos rendimientos, éxito logrado sin utilizar productos químicos.
Para tener una idea de los beneficios obtenidos, baste decir que en la última cosecha de frijoles, los hermanos González tuvieron un rendimiento de 2,50 toneladas por hectáreas, cuando algunos consideran que 1,1 es un resultado aceptable.
Y en el boniato y la yuca, ni se diga. Basados en las tecnologías diseminadas por el INIVIT, logran una cantidad de quintales por hectárea que nadie supera en la zona, ni en la propia cooperativa Lino del Río.
Entre las más de 40 novedades empleadas, figura la utilización del humus producido por la lombriz, el intercalamiento de los cultivos, usando algunos como el maíz, planta que logra atraer hacia sí a algunos insectos dañinos a determinados sembrados, así como la propagación de hormigas beneficiosas a los cultivos.
De igual manera, en la extensa finca de frutales, granos y viandas, prolifera el uso de las colmenas para que favorezcan la polinización, el empleo de los residuales de las cosechas, los abonos verdes, las cercas vivas, los microorganismos eficientes y la propagación de semilla de calidad, las cuales son responsables de cerca del 50 % de los rendimientos.
Sobre las experiencias en la conservación de las simientes, Yoandy explica cómo logran preservarlas a partir de un mejunje confeccionado a base de anís, una planta que desprende un olor muy fuerte capaz de ahuyentar a cualquier insecto, lo cual los libera de utilizar productos químicos destinados a ese fin.



















COMENTAR
Responder comentario