La provincia de Ciego de Ávila vuelve a estar en el filo de la navaja, aunque autoridades del territorio y la vox populi aseguran estar acostumbrados a los grandes retos y sabrán salir del complejo panorama epidemiológico.
Ese entuerto no es nuevo. «Si ya pasó lo peor», se oye en las calles —y eso es lo más peligroso, que no se tenga o baje la percepción de riesgo—, en clara alusión a la situación de septiembre pasado, cuando el segundo rebrote de la COVID-19 dejó aquí 15 personas fallecidas, 491 contagiadas, cifra que quintuplicó el total de casos reportados en la primera etapa de la pandemia, y más de 200 pacientes activos en instituciones sanitarias de las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey, durante la última mitad del mes.
Ello se tradujo, además, en que los fallecidos representaron el 12,3 % del total de muertes del país, y el 8,66 de los contagiados en Cuba en más de seis meses de enfrentamiento, cifras para lamentar y que los avileños debemos recordar.
No sería nada halagüeño volver a la fase de transmisión autóctona limitada, al cierre de la ciudad, a la proliferación de las cintas amarillas, divisorias y delimitadoras de linderos; volver a la ciudad sitiada sería molesto.
A juzgar por el incremento de las cifras, que a la postre eleva la tasa de incidencia, Ciego de Ávila debiera estar en la fase de transmisión autóctona limitada, lo que no se descarta en los próximos días. Números exhibe para eso, de acuerdo con los indicadores establecidos por el Ministerio de Salud Pública y por el grupo temporal de trabajo para el enfrentamiento a la COVID-19 (hoy la tasa de incidencia acumulada para los últimos 15 días es de 51 por cada 100 000 habitantes).
Los expertos vaticinan que los infectados con el SARS-COV-2 aumenten y la curva de contagio siga en ascenso, «al menos un tiempo», para luego comenzar a descender, pasadas las dos o tres semanas.
Con los municipios de Ciego de Ávila, Majagua y Morón, en la fase de transmisión autóctona limitada; Florencia, en la fase 3; los restantes seis en la nueva normalidad, y la provincia en Fase 1, el cerco comienza a estrecharse, a causa de la dispersión de la COVID-19 por toda la geografía avileña.
Esa tendencia al aumento se comporta así desde el fin de año, cuando, a todas luces —y a todos ojos—, hubo un relajamiento en la disciplina que llevó a niveles de infectación inesperados, según lo expuesto en una de las últimas sesiones del Consejo de Defensa Provincial, encabezado por su presidente, Carlos Luis Garrido Pérez, y por Tomás Alexis Martín Venegas, vicepresidente, a lo que se suma la gran cantidad de casos importados.
El acrecentamiento de la cifra de contagiados en Ciego de Ávila también pasa por el incumplimiento de las medidas sanitarias y el uso no generalizado del nasobuco. Se mantienen la utilización de los pasos podálicos, el lavado de las manos, la desinfección de las superficies y la limitación de personas en lugares públicos, medidas que aquí constituyen obligación, pese a los oídos sordos de una minoría.
Las alarmas se disparan, además, con el incremento de casos en niños y adolescentes. En Ciego de Ávila, por ejemplo, desde el 1ro. de enero hasta el día 24, se reportaron 37 niños y adolescentes enfermos, que representan el 14,6 % del total de positivos en esta fase.
Sin medias tintas, el doctor Ángel Enrique Batista Díaz, director provincial de Salud, ponía los puntos sobres las íes: «El escenario epidemiológico del territorio se ha ido complejizando y no podemos darnos el lujo de continuar en retroceso. Sería una derrota, aun cuando las condiciones están creadas para enfrentar cualquier situación, por difícil que se presente».
Que continúen apareciendo encuestas mal hechas y casos sin fuente de infección, o lo que es lo mismo, «personas que andan y desandan con el virus a cuestas, infectando a los demás, también son hechos demostrativos de que caminamos sobre el filo de la navaja y, en ese andar peligroso, podemos herirnos», razonaba Ania Rosa Francisco Malde, vicegobernadora de la provincia.
Precaver vale más que lamentar, de ahí que la provincia adelante medidas y otras las agregue a las ya establecidas, como las del servicio gastronómico y de comercio solo para llevar, tanto en el sector estatal como en los trabajadores por cuenta propia; y la limitación de la capacidad de los pasajeros de pie, en el transporte público, a un 50 %, respetándose la ocupación de todos los puestos sentados, lo mismo para los estatales que para los porteadores privados, aparejado a la eliminación de los puntos de embarque.
Por lo pronto, para hacer frente a lo que pudiera avecinarse, Ciego de Ávila dispone de las capacidades necesarias en los centros de aislamiento y para sospechosos, a lo que se suma la épica labor del Laboratorio de Biología Molecular del Hospital Provincial Roberto Rodríguez, de Morón, centro que trabaja al límite, debido a la gran cantidad de muestras que recibe, no solo de Ciego de Ávila, sino de los turistas que arriban al destino Jardines del Rey, y de provincias como Camagüey, Las Tunas, y, en menor escala, de Santiago de Cuba, Guantánamo y Sancti Spíritus, acciones que tienen como único fin detener la pandemia y preservar la vida de la población.
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