La diabetes y la hipertensión arterial complicaron el asunto. Después del examen de rigor y de las preguntas de rutina, la directora del policlínico Norte, de la ciudad de Ciego de Ávila, fue tajante en la orden que le dio a la doctora Raicelín, de guardia en ese momento en el centro asistencial: «Ambos van para el centro de aislamiento Las Cañas, y si él llegó de La Habana, no hay nada que arriesgar».
Pecado capital, me dije, mientras me reprochaba la decisión de haber tomado la carretera, rumbo a la capital de todos los cubanos, en tiempos de complicaciones pandémicas y cuando subía como la espuma el número de personas afectadas con la COVID-19.
Un rato después de haber estado en la consulta, hacía acto de presencia la ambulancia, sin las luces rojas encendidas y con las sirenas en silencio, lo mejor que pudo pasar, para que la angustia no se apoderara del barrio.
No obstante, tan rápidos como la ambulancia, los comentarios no se hicieron esperar: «¿te enteraste, fulana? Se llevaron al periodista y a la mujer para el centro de aislamiento. Dicen que por la COVID. Imagínate, él regresó de La Habana y seguro la contaminó…».
ENCIERRO QUE NO SE SUFRE
La historia es tan real como la narro... la viví en el motel Las Cañas, junto a otros ingresados, por ser sospechoso de tener el SARS-COV-2.
«Ya nos habían informado de dos nuevos pacientes. Van para la 27. Tiene televisor y aire acondicionado. El trato será de excelencia. Allí les llevarán la comida y los medicamentos, así como los chequearán periódicamente y no podrán salir de la habitación», nos dijo Clodoaldo González Paz, subdirector del centro.
Y es ahí, en el confinamiento, cuando te sientes en el filo de la navaja, en espera del PCR. Entonces piensas, como nunca antes, en el virus, en que las fases pueden ser reversibles, solo basta un evento o un foco de contagio, como en reiterados momentos sucedió en Ciego de Ávila; solo basta con que te expongas a los peligros ocultos que puedan contagiarte. Hasta un «¿quién me habrá mandado a ir a La Habana?» sueltas de momento.
Entramos al centro como los pacientes siete y ocho. Debíamos permanecer «entre 48 y 72 horas», según nos dijeron, el tiempo que supuestamente demoraría el resultado del PCR, que llevarían a Santa Clara, porque Ciego de Ávila, por entonces, no disponía del laboratorio de biología molecular que hoy funciona a toda capacidad en el hospital Roberto Rodríguez, de Morón.
Realmente, desde el primer instante no me sonó extraño aquello de que «el trato será de excelencia», una de las frases del doctor Clodoaldo González Paz.
Sin embargo, como para acuñar que así sería durante todo el tiempo del obligado aislamiento, que duró más de cien horas, no habían ni pasado diez minutos y la enfermera Elaisy hacía acto de presencia con el aparato de tomar la tensión, otro para saber la glicemia y un oxímetro de pulso, algo que jamás yo había visto.
Además de la cinta amarilla, que delimita el centro, no existen ni ventanas por donde mirar, solo una puerta para asomarse. «Solo asomarse, porque de la cabaña no se puede salir», te repiten cuando notan que estás como león enjaulado, porque el resultado de la PCR ha demorado un poco más de lo que pensabas. «El laboratorio de Santa Clara priorizó el rebrote de Matanzas, pero no demora mucho más», explican. Si algo no faltó allí fue la información precisa.
Luis Alberto González y su esposa Iris Cruz, dos jóvenes que en algún momento fueron pacientes, laboran en la zona roja. Como carta de presentación muestran el trato de excelencia, te llevan a la cabaña el desayuno, las meriendas, el almuerzo y la comida, ritual que cumplen con precisión de reloj suizo. Dicen que estarán allí «hasta que la pandemia termine o mientras sean útiles».
Cuando te informan que la PCR dio negativa y te vas de alta, aparece alguna que otra lágrima. Allí, los mismos que te recibieron te ofrecen la despedida.
En nuestro caso fueron más de cien horas, suficientes para conocer de sentimientos, voluntades y del altruismo de personas que, en ese tiempo, se ocuparon de la atención de quienes allí estuvimos.
CUBA: LA VIDA SOBRE EL DINERO
Una experiencia tremenda como esta, además de ofrecerte lecciones inimaginables, te permite pulsar cuán grande es el esfuerzo del país para preservar la vida de las personas y minimizar la estela de contagios y muertes que la COVID-19 se empeña en mantener en el mundo.
Cómo olvidar al equipo de expertos, que la máxima dirección del país envió al territorio, los más de 200 médicos, enfermeros y paramédicos que dejaron a los suyos y llegaron para combatir la pandemia; las reiteradas visitas del Ministro del sector y la administración del tratamiento con Biomodulina-t a las personas mayores de 75 años.
Otros reconocidos medicamentos de la biotecnología cubana, como el factor de transferencia (Hebertrans) y el Nasalferón se aplican con éxito a personas vulnerables como niños, ancianos y personal de la salud.
En Ciego de Ávila, las ciencias médicas y los institutos de investigaciones más encumbrados pusieron a disposición de la población los protocolos más avanzados de la medicina cubana, algunos de ellos, con repercusión especial, tanto preventivos como clínicos.
En esa especie de blindaje que busca el país en su incesante lucha contra el SARS-COV-2, está el centro de biología molecular de Morón, como los restantes de Cuba, «con condiciones similares a los de otras naciones que realizan
PCR-RT, incluso mejores que en varias de ellas», según destacó la doctora Vivian Kourí Cardella, vicedirectora primera del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
La propia científica se refirió, en esta provincia, a «los gastos millonarios, pues la tecnología hay que comprarla fuera de nuestras fronteras y bajo las presiones que ejerce el bloqueo, o sea, no se producen en el país ni el equipamiento, ni los reactivos, ni el material plástico empleado. La mayoría de los insumos se desecha, aunque se está probando la reutilización de plásticos para algunos tipos de extractores automáticos».
Si bien lo primordial ha sido poner los recursos donde hagan falta, el enfrentamiento a la COVID-19 ha traído un sobregasto: al cierre de agosto, el país había erogado 900 millones de pesos en sufragar el impacto de la pandemia, según dijo la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weiss.
En Ciego de Ávila, de acuerdo con un reporte publicado en el periódico Invasor, Elisbeth Díaz Rodríguez, especialista principal en Contabilidad Gubernamental de la Dirección Provincial de Finanzas y Precios, resaltó que, de los más de 26 millones de pesos erogados hasta el cierre de septiembre, una parte se ejecutó respaldando las garantías salariales y las prestaciones a trabajadores, entre ellos madres con niños pequeños y personas vulnerables; mientras que el mayor porciento hizo posible que la Dirección Provincial de Salud y sus entidades frenaran el rebrote en la etapa más difícil.
Desde marzo hasta el 9 de noviembre, según el propio semanario, los gastos registrados se calculan en 21,7 millones de pesos en Ciego de Ávila. Solo en medicamentos, se ejecutaron aquí más de un millón de pesos, y también se invirtió en alimentos, vestuario, lencería y materiales de la construcción, sobre todo, en el municipio cabecera, donde a mediados de septiembre fue necesario habilitar, incluso, más de diez centros de alojamiento para sospechosos y sus contactos.
Son gastos que, a pesar de las conocidas limitaciones económico-financieras que enfrenta el país, constituyen una prioridad estatal, porque en Cuba la vida está por encima de todo.
En contexto
- Cambios importantes en el protocolo de salud cubano para atender a los contactos de los pacientes positivos a la COVID-19 y la aplicación de un Código de vida para la nueva normalidad, forman parte de las novedades anunciadas el pasado 8 de octubre en el programa televisivo Mesa Redonda, por parte del Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y por el primer ministro, Manuel Marrero Cruz.
- Entre las decisiones informadas como parte de esta actualización estratégica, se encuentran algunas que por su alcance impactan a la población. Una de ellas es el ingreso en el domicilio de los contactos de casos sospechosos.
- Al respecto, el Primer Ministro aclaró, en esa oportunidad, que de los 5 000 casos positivos a la COVID-19 que hemos tenido, en números redondos, se han trasladado a centros de aislamiento más de 115 000 personas, de las cuales el 4,6 % han sido positivas a la enfermedad.
- Esto, y la experiencia acumulada, nos permiten decir que podemos aplicar un protocolo diferente de aislamiento a un contacto de un positivo que recibe el seguimiento de su área de Salud.
- Este tipo de aislamiento domiciliario tiene excepciones, con los adultos mayores, o con las personas que, por su conducta, no se garantice que puedan tener un comportamiento responsable, entre otros.






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José Luis dijo:
1
23 de noviembre de 2020
07:53:11
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