Pinar del Río.–«¿Usted ha escuchado la frase “cazador cazado”? Pues eso fue lo que me sucedió a mí», bromea Manuel Carmona desde el otro lado de la línea telefónica, en su casa, donde permanece aislado del mundo, tras su salida del hospital.
En el pasado mes de abril, cuando la comunidad Camilo Cienfuegos, en el municipio pinareño de Consolación del Sur, se convirtió en la primera localidad de Cuba en entrar en cuarentena a causa de la COVID-19, Manuel tuvo un papel protagónico en el enfrentamiento a la epidemia.
Como presidente del Consejo de Defensa de Zona, lideró la organización de la comunidad para que las personas pudieran recibir los servicios básicos, sin tener que salir de sus viviendas.
En una experiencia inédita para el país, se cerraron los accesos y se estableció un sistema de distribución de los productos de primera necesidad mediante voluntarios. Además, se creó una brigada de fumigación integrada por los propios pobladores, para no traer a nadie de afuera.
De esa manera, se logró contener el brote y devolver a la Camilo Cienfuegos a la normalidad. Sin embargo, como clara evidencia de que ante la COVID-19 nadie es infalible, el 21 de octubre pasado Manuel resultó positivo a la enfermedad.
Cuenta que todo comenzó por una persona de su empresa a la que se le diagnosticó el nuevo coronavirus, y que junto a él también se contagiaron su esposa, su hijo, su hija y sus dos nietos.
Aunque los seis se mantuvieron asintomáticos todo el tiempo, confiesa que de todos modos, la experiencia es bien dura.
«Cuando te ponen el interferón, es como si un boxeador te diera un golpe al mentón y te noqueara todo el día».
El resto de las inyecciones y las tabletas le provocaban deseos de vomitar, diarrea, náuseas, mareos. «El tratamiento es muy fuerte, pero también muy efectivo, porque gracias a él, todas las personas que tenía alrededor se recuperaban», dice.
El epicentro de la pandemia
Como Manuel, cientos de pinareños han tenido que luchar contra la enfermedad, desde que el pasado 6 de octubre se iniciara en el territorio un violento rebrote que aún persiste.
En apenas dos semanas, Vueltabajo sobrepasó el número de casos que había tenido en los anteriores siete meses de pandemia (117) y, desde entonces, la cifra ha seguido creciendo por día.
Al cierre de esta edición, sumaban 828 las personas contagiadas, lo cual ha catapultado la tasa de incidencia a uno de los primeros puestos del país.
Ello ha implicado el retroceso de la provincia a la fase de transmisión autóctona, con poblados enteros en cuarentena. Incluso, ha hecho que se retomen algunos protocolos que parecían superados, como la activación de 27 centros de aislamientos para contactos de casos confirmados y sospechosos.
La situación demuestra, una vez más, cuán contagioso es el SARS-COV-2, pero también denota la falta de rigor en algunos territorios para combatir la epidemia.
En Sandino, por ejemplo, donde se acumulan más de cien casos, a 45 días del inicio del rebrote, todavía se señalan dificultades con la calidad del pesquisaje y el cumplimiento de las medidas restrictivas en el perímetro urbano de la cabecera municipal, que se encuentra en cuarentena.
Aun cuando se han aplicado varios cientos de multas, Hilario Cáceres, intendente del territorio, reconoció, en reunión del Consejo de Defensa Provincial (cdp) que, entre las principales deficiencias ha estado la violación de los protocolos sanitarios establecidos para cortar la propagación de la covid-19 en varias entidades estatales, algo que ha provocado la aparición de focos que pudieron evitarse.
El problema no es exclusivo de Sandino. El 21 de octubre pasado, luego del retroceso a la etapa epidémica, el cdp dictó 480 medidas con el propósito de contener la enfermedad.
Sin embargo, ante la persistencia de las indisciplinas y la falta de percepción del riesgo de una parte de la población, a inicios de esta semana se vio obligado a decretar nuevas disposiciones en busca de reducir la movilidad de las personas y propiciar el distanciamiento físico.
Pronóstico reservado
Para el doctor Raúl Pérez, director del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, Pinar del Río ya sobrepasó el pico de la epidemia y ahora se encuentra en una especie de meseta, con un discreto descenso.
Es lo que muestran las cifras de las cuatro últimas semanas, en las que la cantidad de contagiados tiende a disminuir ligeramente (aunque también lo ha hecho el número de pruebas de pcr) y de los 11 municipios, hay seis que han dejado de reportar nuevos casos.
No obstante, el jefe del equipo de asesores, designado por el Ministerio de Salud Pública (Minsap) para apoyar la lucha contra la covid-19 acá, advierte que es muy difícil realizar un pronóstico de cuánto tiempo pudiera necesitar la provincia para pasar a la recuperación.
«Esa meseta debe ir descendiendo, salvo que se dejen de hacer las cosas bien, o no se cumplan como está establecido», afirma el especialista, y añade que el control de la enfermedad es algo que depende de muchos factores.
A pesar de que las estadísticas indican que el trabajo comienza a dar resultados, el doctor Raúl Pérez señala que «al menor movimiento en falso, todas esas tablas se viran al revés y volvemos atrás».
De ahí la importancia de no bajar la guardia y cumplir con rigor los protocolos sanitarios.
En el canal de televisión local, las emisoras de radio, el periódico Guerrillero, y hasta en los altoparlantes colocados en los sitios más céntricos de la capital provincial o en vehículos que desandan la urbe, este es un mensaje que se reitera una y otra vez, pero que no todas las personas interiorizan.
Así lo prueba la reciente aparición de dos casos en el consejo popular de Arroyos de Mantua, un sitio al que solo es posible llegar atravesando una de las zonas de Guane o de Sandino que están en cuarentena.
Sin duda, se trata de una realidad lamentable, en una provincia donde la mayoría de la población ha apoyado el combate contra la pandemia.
Desde su casa, donde ha permanecido en aislamiento tras su salida del hospital, Manuel Carmona asegura que en par de días estará de alta y en condiciones de volver a asumir el mando de la zona de defensa, para dar la estocada final al nuevo coronavirus.
De sus vivencias como paciente de la COVID-19, guarda el recuerdo de las inyecciones y varias ideas de cómo ser más efectivos en la prevención de la enfermedad.
«Todo lo que hemos pasado –dice–, nos sirve de experiencia para mejorar el trabajo y las acciones para evitar que la gente se siga contagiando».






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