Los avileños no quieren que la nueva normalidad los sorprenda en medio de retos por cumplir y tantos avatares contra la COVID-19, de la cual Ciego de Ávila fue epicentro por un largo periodo de tiempo, aunque las complicaciones mayores ahora estén en Sancti Spíritus y Pinar del Río.
Como en el resto del país, en lo social se habla de un nuevo código de vida para la nueva normalidad, según anunciaron autoridades del Gobierno cubano el pasado 8 de octubre, con un plan de medidas bien ajustado a la situación epidemiológica.
En el programa televisivo Mesa Redonda, el primer ministro, Manuel Marrero, dijo que dicho plan tiene tres objetivos esenciales: transitar hacia una nueva normalidad, de manera gradual y asimétrica; desarrollar capacidades de enfrentamiento a los eventos (de transmisión) que se produzcan, y mitigar el impacto económico y social ocasionado por la COVID-19 y el recrudecimiento del bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos.
No es ocioso recordar que las etapas quedan formuladas de la siguiente manera: una epidémica, si hay transmisión autóctona limitada o transmisión de epidemia; la de recuperación, que comprende las fases I, II y III, y la nueva normalidad, esta última, con el restablecimiento de la actividad económica y social, el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica y el cumplimiento de las medidas sanitarias; e involucra la participación responsable de las personas a partir de un nuevo código y estilo de vida.
CIEGO SE MUEVE ANTES DE LA NUEVA NORMALIDAD
Después de un septiembre bien difícil para la provincia, donde el SARS-COV-2 dio más guerra que tregua, con 491 casos positivos y 15 fallecidos, que obligó a movilizar a personal del sector de casi todo el país en rescate del territorio, octubre pasó con mejor marea, y, a estas alturas, además de esperar el añorado cambio de fase, se acentúa el trabajo en todos los sectores para cuando llegue la nueva modalidad, al parecer esquiva, pero no tan lejos si no ocurre algo «anormal» que, en términos de COVID-19, pudiera ser normal.
Ciego de Ávila, con el kilómetro tres y medio de la carretera Sanguily como lastre, es el municipio que empina la cuesta; los otros, por el contrario, van rampa abajo en las cifras y no reportan casos desde hace varios días, con Chambas y Primero de Enero sin registrar contagios hace más de 50 días.
Esa realidad permite «tirarle» con mayor fuerza a otras labores económicas y sociales, entre las que destacan la preparación de la próxima zafra, el alistamiento de la maquinaria de cosecha y de los centrales, la producción de alimentos, el funcionamiento de las grandes empresas estatales, y otras tareas en importantes industrias y minindustrias.
Las labores de cara a la venidera contienda azucarera iniciaron tan pronto como concluyó la anterior, con el desarme de los dos únicos ingenios (Ecuador y Primero de Enero), que estuvieron en acción y aportaron algo más de 88 000 toneladas métricas de azúcar, para el 72 % del plan técnico–económico.
El país agradecería que la campaña 2020-2021, en la época POSCOVID, fuera superior a la anterior si, en definitiva, el Ciro Redondo, sometido a un amplio proceso inversionista, incluido el acople de una bioeléctrica, pudiera moler con estabilidad.
Al «Ciro» le queda una deuda de la pasada zafra, cuando sus «colegas», Ecuador y Primero de Enero, prácticamente se echaron a cuestas el compromiso del gigante moledor, y rescataron unas 21 000 toneladas de las 55 000 dejadas de hacer por el otrora llamado Coloso del Centro, que todavía no ha podido hacer binomio con su vecina bioeléctrica, por culpa de uno y de otro.
Veremos si puede arrancar el próximo 10 de diciembre, algo que no es del todo seguro, de acuerdo con la marcha de las reparaciones.
Sin embargo, tanto las líneas de combinadas como el arreglo de tractores, carretas y otros medios necesarios, continúan siendo faena vital para el movimiento de innovadores y racionalizadores, fundamentalmente en la recuperación y fabricación de piezas y componentes, a fin de paliar las incidencias negativas que provoca el bloqueo estadounidense contra Cuba.
LA AGRICULTURA PROCURA SERVIR MEJOR LA MESA
Sin que la mesa esté totalmente servida en los hogares avileños, la agricultura no cañera, tanto en el sector estatal como en el cooperativo y campesino, procura cumplir con las entregas a los Mercados Agropecuarios Estatales, centros de sospechosos, barrios y otras provincias del país, hacia donde continúan los envíos de alimentos.
Las más de 20 minindustrias, diseminadas por la geografía de la provincia, aportan cada año unas 6 500 toneladas de alimentos, cifras a las cuales aspiran a acercarse en este 2020, incluso, para los mismos destinos: la población, la rama turística, la Zona Especial de Desarrollo Mariel, donde sustituyen importaciones, y en las ventas en fronteras.
El esfuerzo POSCOVID lo mismo llega a un patio familiar, que al más apartado rincón del plan Turquino-Bamburanao, como El Peñón, en el municipio avileño de Chambas, donde existen las condiciones adecuadas para la siembra y la producción de alimentos.
Con el aguijón de la perseverancia, solo El Peñón ha aportado más de 900 quintales de viandas, 581 de hortalizas, 285 de granos, hasta totalizar más de 80 toneladas de alimentos con destino a la población.
SIN ABANDONAR PROGRAMAS ESTRATÉGICOS
Ciegoplast, por ejemplo, concreta producciones para la rehabilitación de redes y construcción de obras hidráulicas de casi todas las provincias cubanas, y ahora, sin dejar de elaborar los conductos, incursiona en la fabricación y ensamblajes de jaulas para la cría intensiva de peces, en beneficio del programa alimentario.
De igual manera, aunque con cierta lentitud, de acuerdo con el cronograma, no se han detenido las labores en el canal Zaza-Ciego de Ávila, en los hidrorreguladores y en otras obras estratégicas.
La Empresa Agroindustrial Ceballos rediseña su estrategia para la comercialización en fronteras y la exportación de sus producciones, incluido el carbón vegetal de marabú. La Agropecuaria La Cuba, entre muchas otras que conforman el polo exportador agrícola avileño, la agropecuaria Arnaldo Ramírez, la sideromecánica Indalecio Montejo, la Juan Antonio Márquez, encargada de la fabricación de artículos plásticos, en fin, la mayoría de las entidades, con el empuje de las organizaciones de masas, también están preparadas para «recibir» la nueva normalidad en ambientes laborales sanos y seguros.
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