ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Una emotiva despedida dieron autoridades de Ciego de Ávila, a los integrantes del contingente de la Salud que asistió a este territorio para ayudar a contener la propagación de la COVID-19. Foto: Alejandro García

Es tan famoso que, según dice, duda que alguien sea más conocido que él en el poblado espirituano de Fomento y en el hospital Ricardo Santana, de ese lugar, donde labora desde hace más de dos décadas en la especialidad de Medicina Interna.

Dice ser una persona afortunada porque cuenta con el cariño de la gente, de muchísimas personas. «Soy el delegado de la circunscripción 30 de la zona de Quemadito –comenta–. Allí represento a 1 280 personas, pero no podré serlo más, porque me mudé para Fomento, y porque espero a que me llamen para salir de misión internacionalista.

–¿Otra más?

–Las que vengan. Un integrante del contingente Henry Reeve tiene que estar preparado para lo que sea.

Es tan afortunado este médico, tan andador este Mansito –como lo conocen en la comarca–, que a sus 50 años ha recorrido medio mundo.

Guinea Conakry, Angola, el hogar de ancianos de Santa Clara, y Sancti Spíritus cuando el rebrote, están en la hoja de ruta de este hombre, buen luchador del estilo libre en la época de escolar, insuperable jinete y excelente bailador, tanto que «donde suene una lata, búsquenlo, que ahí está Mansito». En el antebrazo izquierdo lleva tatuado un corazón, un electrocardiograma y un estetoscopio. Todo tiene que ver con la profesión que eligió y por la cual estaría dispuesto a dar la vida.

Pese a todo, realmente, no lo creí muy «mansito» cuando, momentos antes de la conversación, lo vi subir por la escalera que da al lobby del hotel donde se hospedaban los integrantes del contingente médico que llegaron desde otras provincias a tender la mano solidaria a Ciego de Ávila, sitiada, entonces, por el azote de la COVID-19.

Entró campechanamente hablando, con una maleta rodante llena de corazones, vestido con ropa verde, peludo, desaliñado, espejuelos, ojos saltones y de cansancio, porque llevaba 15 días de trabajo en el hospital Antonio Luaces Iraola.

Llegó con un caminar dispuesto, el mismo que lo ha llevado a cumplir varias misiones internacionalistas como parte del contingente Henry Reeve, y que lo trajo aquí «por el tiempo que sea necesario. Yo casi salía para otra misión y apareció la pandemia. Retuvieron la salida y después me dijeron: te vas a Ciego de Ávila».

Un lunes, 21 de septiembre, entró a la zona roja del hospital avileño, sin el mínimo temor a una rutina que, por mucho, practicó cuando el ébola en África, sobre todo en Guinea Conakry.

La inesperada cordialidad en sus ojos, en su hablar sin parar durante más de dos horas confirmaron que me equivoqué con Mansito –Rigoberto Vidal Mansito Pérez–, por  creerle manso. Lleva la nobleza en el corazón de un buen cubano.

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Daileidy Aguila Rodríguez dijo:

1

3 de noviembre de 2020

08:28:21


Honor a quien honor merece!!! Mis respecto para nuestro galeno. Bendiciones!

virginia dijo:

2

4 de noviembre de 2020

22:33:18


Mansito,excelente persona,felicitaciones para el