ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Susana forma parte de la investigación que realiza el Centro de Genética Médica de Cuba, con el objetivo de profundizar en aspectos genéticos vinculados al virus. Foto: Naturaleza Secreta

¿Quién no ha tenido miedo, al menos una vez en la vida? Es esa la expresión de enfrentarnos al peligro, a lo desconocido, de no saber si seremos capaces de encarar con éxito los obstáculos de la vida.

Sin embargo, sentir miedo no es sinónimo de ser cobardes, solo es la prueba de que somos humanos y, a veces, somos más valientes de lo que nosotros mismos podemos aquilatar. Eso le demostró el destino a Susana Somohano Ginarte, una joven del municipio capitalino de Arroyo Naranjo, que compartió su historia con el equipo de Naturaleza Secreta tras haber vencido a la COVID-19.

«Un familiar nuestro vino aquí a la casa de visita y tuvo contacto con nosotros, al cabo del tiempo él fue positivo y, entonces, nos aislaron. Salí positivo yo, mi esposo no…, enseguida para el hospital La Covadonga, el Salvador Allende. Pasé allá 14 días con tratamiento».

Aunque su enfermedad transcurrió de manera asintomática, aun con el PCR negativo en sus manos y el alta médica, le quedaba a Susana una dura batalla por librar consigo misma.

«Al regreso a casa, después de haber dado negativo, yo me sentía nerviosa y con miedo a que me rechazaran; pero, nada, todo lo contrario, mi familia bien conmigo, los vecinos preguntándome, siempre preguntando por mí, pero ha sido una experiencia bastante difícil y dura, con miedo siempre, siempre con miedo todo el tiempo con miedo».

Esta joven es trabajadora de la Empresa de Saneamiento Básico de La Habana y, al momento de su reincorporación, no imaginó la solidaridad que allí la aguardaba.

«Me incorporé al trabajo y todo el mundo me recibió con los brazos abiertos, todo el mundo; pero lo que yo pasé no se lo deseo a nadie. Estar encerrado 14 días, claro, por tu salud, para evitar que contagiase a otras personas, vecinos, familia, eso es muy importante y siempre cuidándome».

Actualmente, esta sobreviviente forma parte de la investigación que realiza el Centro de Genética Médica de Cuba, con el objetivo de profundizar en aspectos genéticos vinculados al virus. Pero la mejor lección que aprendió, y que constituye hoy parte de su día a día, es que la responsabilidad individual es el primer paso para edificar la obra colectiva.

«Estoy con miedo a la recaída, la gente dice que yo soy exagerada, no es exagerada, es que yo estaba ahí y yo lo viví. Siempre estoy con todos los desinfectantes en mi trabajo, en mi casa, en la calle, en la mochila, donde quiera los traigo…, y yo soy joven, no padezco de ninguna enfermedad, pero mis abuelos sí, y yo los visito. Mis abuelos tienen padecimientos cardiovasculares, son hipertensos, diabéticos y se pueden complicar, y ya tienen una cierta edad, por eso yo me cuido, para cuidarlos también a ellos».

Sin duda, las secuelas de la COVID-19 no quedan solo en el cuerpo, también la siquis recibe el impacto de saberse enfermo. Esta joven ahora sigue con su vida, pero asegura que las huellas de lo vivido la acompañarán para siempre.

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Yoandry dijo:

1

8 de septiembre de 2020

22:21:07


Afortunadamente es mi prima y todos sufrimos sus días en cuarentena