ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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El doctor Julio Guerra Izquierdo recibió la condición de Ciudadano Honorario de Turín, a nombre de la Brigada Henry Reeve. Foto: Diana Bagnoli

Hemos llegado a una plaza, muy cerca del centro de Turín, la ciudad vieja, aunque ese apelativo no se aplica en Italia a piedras con apenas 200 años. La plaza es cerrada, y presidiéndola, se encuentra la Alcaldía. Pero el bello edificio tiene una historia singular. Turín fue en el siglo XIX el centro propulsor de la unidad italiana, su capital, primero como Reino, y luego como República. Fue la cuna del liberalismo y del socialismo en el país. Unos minutos más tarde, pasamos al hemiciclo de la Alcaldía, la Sala Roja, sede del primer Parlamento (1860-1865) de la República italiana. Tras el presidente del Concilio, Francesco Sicari, y de la Alcaldesa, Chiara Appendino, dos guardias visten sus trajes de gala. Pero el público hoy es otro: sentados con las previsiones epidemiológicas establecidas, hay hombres de batas blancas. Llevan en el pecho un sello pequeño con las banderas cruzadas de Cuba y de Italia. En un asiento pomposo que mira hacia la presidencia, hay un hombre sencillo: Julio, el jefe de la Brigada de médicos cubanos. A ambos lados de la Alcaldesa se sientan, de una parte, los directivos del Hospital COVID OGR, llamados como testigos de causa; del otro, el Embajador de Cuba en Italia, José Carlos Rodríguez, y Michele Curto, el mago, el presidente de Aicec, que ahora, además, hará de traductor.

Hoy se le entrega la condición de Ciudadano Honorario de Turín al hombre sencillo sentado en la silla pomposa, «en virtud de los méritos obtenidos, del coraje, el altruismo, la humanidad demostrados, y del importante compromiso cumplido con la población turinesa e Italia entera», según el Acta oficial. Apunto un dato, que entre tanta historia acumulada se me antoja parahistórico: en 2012 ese mismo Concilio de Turín –eran otros tiempos y otros los que ocupaban esos cargos– propuso otorgarle esa condición a una bloguera mercenaria. Curto, como concejal municipal, impidió que se consumara el hecho. Ahora lo reciben los médicos, en la persona de su jefe de brigada. Se escuchan los himnos nacionales de Cuba e Italia y se suceden los discursos. El presidente dice: «aunque uno tenga claro lo que quiere decir, a veces es difícil empezar, encontrar la palabra exacta; pero no en este caso, porque existe una palabra similar en todos los idiomas: gracias». La Alcaldesa rememora el momento de nuestra llegada al aeropuerto de Turín, y como en los ojos de quienes esperaban, se adivinaba un sentimiento de esperanza. «No es la victoria sobre el virus lo que celebramos –enfatiza–, es la victoria de los valores que representan los que vinieron del otro lado del Océano, de la solidaridad y de la generosidad». Nuestro Embajador, emocionado, cita la frase de Martí: «Patria es Humanidad». Los testigos de causa hablan: «se ha producido una contaminación no peligrosa de saberes y de humanismo», dice Alessandra. Martini recurre a la imagen de un barco que navega en medio de la pandemia, y en la que sus tripulantes, médicos cubanos e italianos, salvan vidas. Deprado concluye: «llegaron como colegas, y se van como amigos».

Entonces, el hombre de la silla recibe el pergamino. Y responde a los elogios.
Dice: «uno de los primeros rostros que vimos al descender las escaleras del avión fue el de la Alcaldesa de la ciudad de Turín Chiara Appendino, y percibimos en su mirada detrás de la mascarilla el agradecimiento por algo que aún no habíamos comenzado». La coincidencia entre las palabras de Julio y las de ella, impactan a la Alcaldesa, que luego, discretamente, seca sus lágrimas. Y Julio prosigue: «venimos de un hermoso país llamado Cuba, nuestra patria, por la que sentimos un enorme orgullo. Una pequeña isla bañada por las aguas del mar Caribe, con una historia de lucha, convencida del futuro que quiere, y que ha resistido por más de 60 años un bloqueo injusto, impuesto por los gobiernos de Estados Unidos de América». Finalmente declara: «me siento orgulloso de representar en este acto a un grupo de cubanos, médicos y enfermeros, con una alta capacidad profesional y una vocación humanista que ha sido puesta a prueba en diferentes escenarios del mundo (…). Esta distinción que se le confiere a la Brigada Henry Reeve a través de mi persona, simboliza la profunda amistad sellada en estos días trágicos y sin embargo, hermosos, entre Italia y Cuba, entre Piamonte y Cuba, entre Turín y Cuba». Y cierra también con una frase de Martí: «para la lisonja, siempre extranjero; para el peligro, siempre ciudadano». El Acto solemne ha finalizado.

Salimos a la Plaza, a donde primero llegamos. La Alcaldesa se toma una foto con la Brigada; los brigadistas, luego, también lo hacen, cada uno a su manera. Este es el último día. Hoy estaremos en cuarentena. Han sido grandes y muchas las emociones de la última semana. Hoy dejamos los cuartos donde hemos dormido durante tres meses y nos trasladamos a un lugar más apartado. La cuenta regresiva empieza. Cuba, te amamos.

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