ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Temprano en la mañana comienzan las labores de cosecha de verduras frescas en los organopónicos de la ciudad. Foto: Miguel Febles Hernández

Camagüey.–Puede asegurarse, sin temor a equívocos, que esta ciudad figura entre las mayores productoras de hortalizas y condimentos frescos del país, aunque distante aún de satisfacer a plenitud, en cantidad y variedad, la demanda de sus más de 300 000 habitantes y del llamado consumo social.

Desde antaño siempre hubo decenas de horticultores, sobre todo al sureste de la urbe, que cosechaban y expendían vegetales a la población, posteriormente agrupados, en su mayoría, en la cooperativa de créditos y servicios Renato Guitart Rosell con una vasta experiencia en ese tipo de cultivo.

En 1976 comenzó a funcionar un hidropónico, gigantesco huerto construido en las afueras de la ciudad, con 1 100 canteros de 60 metros de longitud cada uno, en los cuales se aplicaba la tecnología de cultivo de plantas en soluciones acuosas con soporte de gravilla, donde se recogían apetitosos pepinos y tomates.

Llegada la crisis económica de la década de los 90 del siglo pasado, justo en 1992, la instalación tuvo que ser desactivada ante la falta de insumos imprescindibles y así permaneció durante más de 20 años, lo que ocasionó un fuerte deterioro de su infraestructura técnica, perdida entre el marabú y el abandono.

Surgió entonces por aquella época, en una lucha tenaz contra la escasez de recursos, un movimiento constructivo que añadió al entorno urbano un toque diferente: aparecieron los organopónicos, pequeños oasis donde se comenzaron a producir y a comercializar verduras para suplir en algo el golpe recibido en la canasta básica normada.  

Esos fueron los antecedentes más cercanos de lo que es hoy la granja urbana del municipio cabecera provincial, la cual cuenta en su patrimonio con una amplia red de sistemas de cultivos semiprotegidos, organopónicos, huertos y parcelas diseminados por los 19 consejos populares de la localidad.

Tamaño esfuerzo fue respaldado, además, con la puesta en marcha de cinco minindustrias, que procesan buena parte de las producciones, y la reconversión tecnológica, en 2013, del antiguo hidropónico, ahora nombrado Organopónico Tínima, verdadera hazaña que algunos escépticos consideraban irrecuperable.

AVAL DE 86 VERIFICACIONES

Si no es un récord es un buen average: en los 86 recorridos efectuados hasta la fecha por el Grupo Nacional de la Agricultura urbana, suburbana y familiar, el municipio de Camagüey ha obtenido siempre calificación de Bien, resultado que demuestra estabilidad y constancia en una tarea que no admite baches ni improvisaciones.

Aunque las cifras no siempre reflejan con exactitud la magnitud de un empeño, pues la oferta en puntos de venta y placitas dista aún de la plena satisfacción popular, vale decir que el año pasado se acopiaron más de 47 000 toneladas de hortalizas, condimentos frescos y plantas medicinales. 

Idael Bencosme Ramírez, director de la granja urbana, ratifica que la actual campaña debe comportarse en rangos similares, propósito que exigirá de los 230 trabajadores una alta dosis de entrega para garantizar la adecuada rotación de los cultivos y que no haya canteros vacíos por deficiente explotación.

«Ahora mismo, asegura, están en

cosecha en nuestras unidades productivas, y se alternan en los puntos de venta, las variedades que más se adaptan a las altas temperaturas, como acelga, rábano, pepino, habichuela, col china, quimbombó, apio, espinaca, perejil, chicoria, cebollín, ajo porro y berenjena».

Refiere el directivo que lo importante en lo inmediato, ante las necesidades crecientes de alimentos de la población, es consolidar lo logrado e incrementar las ventas, lo que implica mejorar los rendimientos agrícolas y la gestión económica, productiva y comercial de todas las unidades.

Menciona, a modo de ejemplo, la experiencia del consejo popular de Altagracia, en el cual se estableció un punto de venta de la granja urbana y hacia allí tributan, con sus pequeñas producciones, los propietarios de huertos, parcelas y patios, aporte que permite estabilizar la variedad de ofertas a los vecinos de la demarcación.

«La tienda, asegura Brismaida Fagina Morales, ha tenido buena aceptación en el poblado, pues, además de las viandas, hortalizas, frutas y granos, se venden productos de las minindustrias y otros artículos, como ropa de trabajo, coladores de leche, sogas, machetes, monturas, bastos, riendas y pantaloneras».  

CADA CANTERO DECIDE

Las instalaciones agrícolas, algunas de las cuales urgen de remozamiento tras 30 años de explotación, son atendidas por los productores bajo el sistema de ingresos menos gastos, mientras a través de la granja urbana se les venden la materia orgánica, las semillas, los medios biológicos y otros insumos necesarios.

Al frente de uno de los sistemas de cultivos semiprotegidos, Jorge Luis Rodríguez Reinaldo reconoce que les va bien: «Aquí se trabaja fuerte, pero se revierte en beneficio personal y en mayores ofertas al pueblo. Esos canteros que usted ve allí acaban de venderse y ya se están preparando para sembrarlos de nuevo».

Quienes acuden al lugar, temprano en la mañana, coinciden con la opinión de Josefa Pérez Bustamante: «Yo siempre vengo aquí, pues los precios son normales, las verduras están frescas y los trabajadores son agradables en el trato. Además, solo venden dos mazos por persona para que todos alcancen».

Criterios similares recogió Granma en los alrededores del organopónico que administra Edilberto Fajardo Navea, quien con otros dos trabajadores atiende 25 canteros, una tarea sumamente agotadora si, como les ocurre, tienen que emplear regaderas ante la ausencia de un sistema de riego.

«Así y todo seguimos trabajando», sostiene el experimentado horticultor, persuadido de la necesidad de mantener siempre surtido el punto de venta, a precios nada abusivos, y con ello contribuir a reforzar la alimentación de un pueblo, como el camagüeyano, con una cultura de consumo de hortalizas.

Cerca de allí, el organopónico Centro vive también la alegría por la llegada de la añorada primavera: «Ya nos tenía preocupados, pues cuando la sequía aprieta hay que restringir el consumo del agua que compartimos con los edificios aledaños», comenta su administradora Magalys Pedrero Basulto.

Ya con la humedad necesaria, el pequeño colectivo de trabajadores no pierde ni un minuto en la siembra de los canteros recién comercializados, para asegurar una adecuada rotación de hortalizas de ciclo corto y no falten en el mostrador de la unidad alimentos saludables que venderle al pueblo en tiempos en que más lo necesita.

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AMC dijo:

1

21 de mayo de 2020

11:41:58


El trabajo es muy bueno por el periodista Solo varias interrogantes Tiene resultados economcos favirables ??? Eso no lo puedo leer Hay lugares de venta en mal estado No han logrado adecuar regadios a canteror Y que plan tiene la provincia para llegar a satidfacer la demanda Por que no se valoran alternativas