PINAR DEL RÍO.—Aunque el peligro solo habrá pasado definitivamente, cuando la Covid-19 deje de ser una amenaza mundial, la comunidad Camilo Cienfuegos respira desde este viernes con mayor alivio.
La cuarentena ha terminado en el pequeño poblado del sur de Pinar del Río, luego de 31 días en que sus 1400 habitantes debieron refugiarse dentro de sus viviendas para evitar que el nuevo coronavirus se siguiera propagando.
En total, 10 casos resultaron positivos a la enfermedad aquí, en el segundo evento de transmisión local reportado en el país.

Laura Esther Urquiaga recuerda que fueron jornadas de mucha tensión, en las que las guaguas llegaban constantemente en busca de los contactos de las personas contagiadas.
Más de 400 pobladores fueron trasladados en un principio hacia los centros de aislamiento, en medio de los esfuerzos por contener la Covid-19.
«Era muy triste ver cómo la gente salía, porque aquí todos somos una familia. Sentimos mucho miedo y pensábamos sobre todo en los niños y las personas mayores», recuerda Laura.

Manuel Carmona, presidente del Consejo de Defensa de Zona El Canal -donde está enclavada la Camilo Cienfuegos-, confiesa que «cuando comenzó el brote, no sabíamos si un día tendríamos que abrir un hueco para enterrar una persona, pero felizmente estamos cerrando esta etapa de cuarentena, con toda nuestra gente viva y saludable».
Lograrlo no fue cosa fácil. «Esta es una región donde la mayoría de las personas están acostumbradas a levantarse de madrugada e ir para la vaquerías o para el campo», explica Carmona.
A pesar de que las nuevas medidas significaban un vuelco en la vida de la Camilo Cienfuegos, la gente entendió y actuó con disciplina.
«No solo se aisló la comunidad, sino que se logró aislar a las personas en sus viviendas», asegura el presidente de la zona de defensa, y advierte que este fue un elemento fundamental, «porque de nada valían las indicaciones que pudiéramos dar, si la gente no las cumplía».
Entre los recuerdos que quedarán para contar en el futuro, está la manera eficaz en que se organizó la distribución de alimentos y la higienización de las calles, la entrega del personal de la salud y de las fuerzas del Ministerio del Interior, acampada en las entradas del pueblo, para velar por el orden.
También el gesto altruista de muchos campesinos de los alrededores, que donaron sus producciones para reforzar la alimentación, o de los activistas de los CDR, encargados de distribuir, casa por casa, cuanto llegaba a la bodega, para evitar las aglomeraciones.
«Si no nos ponen en cuarentena, esto hubiera sido un desastre», afirma Diosinsio Urquiaga, y con voz emocionada evoca a Fidel, «ese hombre tan grande que nos enseñó a ser más fuertes, más humanos y más solidarios con los demás».
Como todos en la Camilo Cienfuegos, Diosinsio habla con admiración del personal médico que «se mudó» durante semanas para la comunidad, y «cada vez que salía un nuevo caso de la Covid-19, lo sentían como si fueran su familia».
Además, expresa su gratitud hacia las autoridades del municipio y la provincia, por la atención permanente.
Diosinsio cultiva viandas y hortalizas en la Unidad Empresarial de Base Loma de Candelaria, en una parcela donde este mes solo hubo un hombre «luchando con aquello», pues los demás tenían que cumplir el aislamiento, pero desde hoy mismo retornará al trabajo.
«Ahora, a redoblar los esfuerzos para sembrar más, que es lo que en este momento se necesita, porque no somos los únicos que hemos sufrido la pandemia. Es el país entero».
Poco a poco, la vida vuelve a la normalidad en la primera comunidad de Cuba que se declarara en cuarentena. Sin embargo, no se baja la guardia. Laura Esther Urquiaga explica lo que para todos es una certeza: «Hay que seguir tomando medidas, evitando las salidas, usando nasobucos, porque vencimos la enfermedad y no podemos virar atrás».
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Hilda Bolden dijo:
1
6 de mayo de 2020
20:39:06
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