ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Los médicos cubanos acudieron de inmediato al llamado de ayuda de otros pueblos, sin más interés que salvar vidas. Foto: ACN

El impacto de la COVID-19 puede medirse ya y podrá evaluarse en el futuro por la impresionante cantidad de personas infectadas, por las cifras inaceptables de muertes, por el daño indiscutible a la economía mundial, a la producción, el comercio, el empleo y los ingresos personales de millones de personas. Es una crisis que rebasa con creces el ámbito sanitario.

La pandemia llega y se propaga en un escenario previamente caracterizado por la abrumadora desigualdad económica y social entre y dentro de las naciones, con flujos migratorios y de refugiados sin precedentes; en el que la xenofobia y la discriminación racial vuelven a aflorar; y en el que los impresionantes avances de la ciencia y la tecnología, particularmente en materia de salud, se concentran cada vez más en el negocio farmacéutico y la comercialización de la medicina, en vez de dirigirse a asegurar el bienestar y la vida saludable de las mayorías.

Llega a un mundo lastrado por patrones de producción y consumo que se sabe son insostenibles e incompatibles con la condición agotable de los recursos naturales de los que depende la vida en el planeta, particularmente en los países más industrializados y entre las élites de los países en desarrollo.

Antes de que se identificara al primer enfermo, había 820 millones de personas hambrientas en el mundo, 2 mil 200 millones sin servicios de agua potable, 4 mil 200 millones sin servicios de saneamiento gestionados de forma segura y 3 mil millones sin instalaciones básicas para el lavado de las manos.

Ese escenario resulta más inadmisible cuando se conoce que a nivel global se emplean al año unos 618 mil 700 millones de dólares estadounidenses solo en publicidad, junto a un billón 8 mil millones de dólares estadounidenses en gasto militar y de armamentos, que resultan totalmente inútiles para combatir la amenaza de la COVID-19, con sus decenas de miles de muertes.

El virus no discrimina entre unos y otros. No lo hace entre ricos y pobres, pero sus efectos devastadores se multiplican allí donde están los más vulnerables, los de menos ingresos, en el mundo pobre y subdesarrollado, en los bolsones de pobreza de las grandes urbes industrializadas. Se siente con especial impacto ahí donde las políticas neoliberales y de reducción de los gastos sociales han limitado la capacidad del Estado en la gestión pública.

Cobra mayores víctimas donde se han recortado los presupuestos gubernamentales dedicados a la salud pública. Provoca mayor daño económico donde el Estado tiene pocas posibilidades o carece de opciones para salir al rescate de quienes pierden el empleo, cierran sus negocios y sufren la reducción dramática o el fin de sus fuentes de ingresos personales y familiares. En los países más desarrollados, produce más muertes entre los pobres, los inmigrantes y, específicamente en Estados Unidos, entre los afroamericanos y los latinos.

Como agravante, la comunidad internacional afronta esta amenaza global en momentos en que la mayor potencia militar, económica, tecnológica y comunicacional del planeta despliega una política exterior dirigida a atizar y promover los conflictos, las divisiones, el chovinismo y posiciones supremacistas y racistas. 

En instantes en que enfrentar globalmente la pandemia requiere impulsar la cooperación y estimular el importante papel de las organizaciones internacionales, particularmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el actual gobierno de los Estados Unidos ataca al multilateralismo y busca descalificar el reconocido liderazgo de la OMS. Continúa, además, en su mezquina intención de aprovechar el momento para imponer su dominación y agredir a países con cuyos gobiernos tiene discrepancias.

Son ejemplos ilustrativos las recientes y graves amenazas militares contra la República Bolivariana de Venezuela y la proclamación anteayer, por parte del presidente de los Estados Unidos, del Día y la Semana Panamericanos del 14 al 18 de abril, acompañada de declaraciones neocoloniales e inspiradas en la Doctrina Monroe contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, en recordación de la Conferencia Panamericana, condenada hace 130 años por José Martí. Por esos mismos días, se produjeron, en 1961, los combates de Playa Girón.

Otro ejemplo es el ataque inmoral y persistente contra el esfuerzo cubano de brindar solidaridad a aquellos países que han solicitado cooperación para enfrentar la COVID-19. En vez de dedicarse a promover la cooperación y estimular una respuesta conjunta, altos funcionarios del Departamento de Estado de ese país dedican su tiempo a emitir declaraciones de amenaza contra aquellos gobiernos que, ante el drama de la pandemia, optan soberanamente por solicitar ayuda a Cuba.

Estados Unidos comete un crimen y lo saben sus funcionarios cuando, al atacar en medio de una pandemia la cooperación internacional que brinda Cuba, se propone privar a millones de personas del derecho humano universal a los servicios de salud.

La dimensión de la actual crisis nos obliga a cooperar y a practicar la solidaridad, incluso reconociendo diferencias políticas. El virus no respeta fronteras ni ideologías. Amenaza la vida de todos y es de todos la responsabilidad de enfrentarlo. Ningún país debería asumir que es suficientemente grande, rico o poderoso para defenderse por sí solo, en aislamiento y desconociendo los esfuerzos y las necesidades de los demás.

Es urgente compartir y ofrecer información de valor y confiable.

Hay que dar los pasos que permitan coordinar la producción y distribución de equipamiento médico, medios de protección y medicinas, con un sentido de justicia. Aquellos países con mayor disponibilidad de recursos deben compartir con los más afectados y con los que llegan a la pandemia menos preparados.

Con ese enfoque se trabaja desde Cuba. Con él se intenta aportar la humilde contribución de una nación pequeña, con escasas riquezas naturales y sometida a un largo y brutal bloqueo económico. Hemos podido acumular durante décadas experiencia en el desarrollo de la cooperación internacional en materia de salud, reconocida generosamente por la Organización Mundial de la Salud y nuestras contrapartes.

En las últimas semanas, hemos respondido a solicitudes de cooperación sin detenernos a evaluar coincidencias políticas o ventajas económicas. Hasta el momento, se han destinado 21 brigadas de profesionales de la salud para sumarse al esfuerzo nacional y local de 20 países,   que se añaden o refuerzan a las brigadas de colaboración médica en 60 naciones, que se han incorporado al esfuerzo de combatir esta enfermedad en donde ya prestaban servicios.

También hemos compartido algunos de los medicamentos producidos por la isla que, según nuestra práctica, tienen eficacia probada en la prevención o el tratamiento de la enfermedad.  Adicionalmente, nuestro personal médico ha participado desde Cuba y vía teleconferencias en consultas y debates sobre tratamientos específicos para pacientes o grupos particulares de estos en varios países.

Ese esfuerzo se lleva a cabo sin descuidar la responsabilidad de proteger a la población cubana, lo cual se cumple con rigor pese a las inmensas limitaciones que impone el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos. Todo el que desee conocer, encontrará los datos que sustentan esta afirmación, pues son públicos. Todo el que tenga un ápice de decencia, comprenderá que el bloqueo plantea a Cuba una presión extraordinaria para garantizar los insumos materiales y los equipos que sostienen el sistema de salud pública y las condiciones específicas para enfrentar esta pandemia.

Un ejemplo reciente fue el de un cargamento de ayuda procedente de China que no pudo trasladarse a Cuba porque la empresa transportista alegó que el bloqueo económico de los Estados Unidos se lo impedía. Frente a él, altos funcionarios del Departamento de Estado han tenido la desvergüenza de declarar que los Estados Unidos sí exportan a Cuba tanto medicinas como equipos médicos.  No son capaces, sin embargo, de respaldar esas falsedades con un solo ejemplo de alguna transacción comercial entre los dos países.

Es sabido y está más que fundamentado que el bloqueo económico es el principal obstáculo para el desarrollo de Cuba, para la prosperidad del país y para el bienestar de los cubanos. Esa dura realidad, que se debe única y exclusivamente a la empecinada y agresiva conducta del gobierno de los Estados Unidos, no nos impide ofrecer nuestra ayuda solidaria. No la negamos a nadie, ni siquiera a ese país que tanto daño nos provoca, si fuera el caso.

Cuba tiene el convencimiento de que el momento reclama cooperación y solidaridad. Sostiene que un esfuerzo internacional y políticamente desprejuiciado para desarrollar y compartir la investigación científica y para intercambiar las experiencias de diversos países en la labor preventiva, la protección de los más vulnerables y las prácticas de conducta social, ayudará a acortar la duración de la pandemia y a reducir el ritmo de las pérdidas de vidas. Cree firmemente que el papel y el liderazgo de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud son imprescindibles.

La expansión viral se detendrá eventualmente, más rápido y con menos costo, si actuamos de conjunto. 

Quedará entonces la crisis económica y social que viene provocando a su paso y cuyas dimensiones nadie es capaz de vaticinar con certeza.

No puede esperarse a ese momento para aunar voluntades en aras de superar los grandes problemas y amenazas que encontraremos y responder a los que arrastramos desde antes que la pandemia comenzara a cobrar las primeras vidas.

Si no se garantiza para los países en desarrollo el acceso a la tecnología que suele concentrarse en los países más industrializados, incluyendo especialmente en el ámbito de la salud, y si estos no se disponen a compartir sin restricciones y egoísmos los avances de la ciencia y sus productos, la inmensa mayoría de la población del planeta quedará tan o más expuesta que hoy, en un mundo cada vez más interconectado. 

Si no se eliminan las medidas económicas coercitivas motivadas por razones políticas contra países en desarrollo y si a estos no se les exonera la agobiante e impagable deuda externa y se les libra del tutelaje despiadado de las organizaciones financieras internacionales, no se podrá confiar en la ilusión de que habrá una mejor capacidad de respuesta a las desigualdades económicas y sociales que, aun sin pandemia, matan cada año a millones, sin discriminar niños, mujeres o ancianos.

La amenaza a la paz y la seguridad internacional es real y las agresiones constantes contra determinados países la agravan.

Es muy difícil esperar que el fin eventual de la pandemia conducirá a un mundo más justo, más seguro y más decente si la comunidad internacional, representada por los gobiernos de cada país, no se apresura desde ahora a conciliar y adoptar decisiones que hasta el momento han demostrado ser tercamente evasivas.

Quedará también la incertidumbre sobre cuán preparada estará la Humanidad para la próxima pandemia. 

Aún es tiempo de actuar y de movilizar la voluntad de los que hoy tienen la responsabilidad de hacerlo.  Si se deja para las futuras generaciones, podrá ser demasiado tarde.

La Habana, 16 de abril de 2020

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aliuska dijo:

1

16 de abril de 2020

12:59:09


Cuba es un Estado Socialista y cumplimos con el precepto fidelista de que no es dar lo que nos sobra sino compartir lo que tenemos.

NICASIO VÁZQUEZ dijo:

2

16 de abril de 2020

13:35:10


Crónica FILOSOFIA DEL CORONAVIRUS - Nicasio Vázquez, Corralillo, Villa Clara, Cuba Marzo 25 de 2020. (Economista e historiador) En apenas 3 meses, se ha producido un hecho de carácter mundial, que pasará sin dudas a convertirse en histórico, porque ha provocado un cambio radical que afecta lo mismo a los países desarrollados, como a los más pobres; a las personas más ricas que a las más humildes. La aparición del coronavirus también denominado COVID-19, ha hecho cambiar sus costumbres y modos de vida a los habitantes de 184 países, cuando ya a mediados de Marzo de 2020, ha provocado el contagio de más de 450 mil personas, de las cuales han fallecido más de 20000. Se han cerrado muchas fronteras, se ha detenido el flujo turístico con miles de vuelos paralizados, centenares de cruceros permanecen en sus puertos, si acaso ya no estaban navegando, se produce una creciente inflación y cambios sustanciales en las bolsas de valores, se detienen o postergan los principales eventos deportivos mundiales, se prohíben los conciertos musicales donde se agrupen millares de espectadores, comienzan a cerrarse grandes centros laborales y estudiantiles de todas las disciplinas, escasean productos alimenticios y farmacéuticos en todo el orbe. Una lucha tenaz en países desarrollados y aquellos otros que tienen condiciones para analizar el virus y encontrar las fórmulas científicas para su eliminación. La humanidad recuerda las drásticas secuelas que les dejara pandemias como la peste, el H1-N1, el dengue, el cólera, el ébola`, la fiebre amarilla y el VIH. La República China, por donde comenzó el coronavirus ha dado un ejemplo al mundo por la cual será recordada como la gran pionera en enfrentarlo y seguramente vencerlo; ejemplos como dejó la pequeña Cuba con el descubrimiento del Aedes aegypti por el Dr. Carlos J; Finlay, como agente trasmisor de la fiebre amarilla, el cual también lo es del dengue y otras graves enfermedades; como los que nos legó Alexander Fleming con la penicilina y otros más, actitud contrastante con la noticia publicada recientemente: El periódico WELT am Sonntag informó que la administración de Trump había ofrecido grandes sumas de dinero en efectivo a la empresa de biotecnología con sede en Alemania CureVac para garantizar los derechos para el trabajo de la vacuna, COVID-19, "pero solo para los Estados Unidos". Si de algo servirá al mundo de hoy toda esta tragedia, que se conoce cuando comenzó pero no se sabe cuando concluirá, ni cuántas víctimas dejará a su paso, es que ahora su agente trasmisor, que apenas se detecta por modernos microscopios, es capaz de multiplicarse en millones de millones, pasar de un infestado a otro por los fluidos corporales a casi dos metros de distancia y cuando se detecta, ya ha sido trasladado a decenas de personas en su período de incubación. Ahora todos entendemos mejor el significado del famoso refrán: En la unión está la fuerza. Y es que este diminuto virus es capaz de dañar tanto o más que decenas de escuadrones, de aviones de guerra, destructores, portaviones, submarinos nucleares y de la mismísima bomba atómica con un altísimo costo para toda la humanidad. Servirá para demostrar que de nada valen muchas veces los millones de dólares con que cuentan los países del llamado primer mundo, los enormes presupuestos de guerra y la prepotencia de sus gobernantes; esta pandemia no se vence solamente por decretos. Se requiere unir los esfuerzos de todo el mundo, sin tener en cuenta las tendencias políticas, religiosas, razas, etnias o géneros. Debe servir como una tregua para aunar voluntades, ciencias, experiencias y recursos bajo los auspicios de la ONU, la OMS, la Santa Sede y las altas congregaciones mundiales. Su enseñanza: dejar a un lado las divergencias de todo tipo y cerrar filas en pos del bien de la humanidad, antes de que sea demasiado tarde. Esta es la filosofía del nuevo coronavirus que ha venido quizás a despertar para siempre las mentes aletargadas y ambiciosas que han invadido al mundo moderno, teniendo como única razón el beneficio personal de unos pocos. Es la hora de la unión y la solidaridad y no del “sálvese quien pueda”, ya la pequeña Cuba ha enviado varias brigadas de médicos, en medio de sus lógicas limitaciones, para ayudar a otros países, desde Italia hasta el Caribe, pues también a todos los seres humanos les cabe el refrán: En la unión está la fuerza. CRISIS DE OCTUBRE DE 1962 “…nunca antes, como entonces, brilló tanto un estadista” Carta de despedida del Che a Fidel CRISIS DE MARZO-ABRIL DE 2020 “…nunca antes, desde entonces, brilló tanto un estadista” Opinión de la confianza de su pueblo a Díaz-Canel ¡SOMOS CUBA, SOMOS CONTINUIDAD!

sonia Respondió:


17 de abril de 2020

18:41:17

El comentario o mensaje esta muy bueno, Ojala haya sensibilizacion al respecto, porque hasta el momento veo cada dia , mas dureza en sus corazones y no se habren al mundo, buscando algo que mejores las relaciones entre los pueblos, sin importer las diferencias existentes.

Luis Antonio dijo:

3

16 de abril de 2020

15:58:17


Que título más hermoso el de este artículo!! Eso es!! Ayudemos a salvar en lo posible y dejemos de criticar , que cada país tiene circunstancias diferente , volumen de población etc,etc..

Albert Respondió:


16 de abril de 2020

17:21:48

Volumen de población, no es correcto, sería densidad poblacional.

Alex dijo:

4

16 de abril de 2020

17:24:12


Cuba es un ejemplo a seguir damos lo que tenemos y lo que no tenemos también, ayudamos a quien lo necesite sin pensarlo dos veces pues nunca nos ha importado lo que digan de nosotros tenemos nuestra conciencia tranquila, mientras muchos pierde su tiempo en desacreditarnos con sus ¨supuestas verdades sobre Cuba¨ nosotros seguimos aquí dando nuestro paso al frente porque somos continuidad y eso nada ni nadie lo va a cambiar...

Ana María dijo:

5

17 de abril de 2020

08:04:13


Este título esta a la altura de los momentos que estamos viviendo, me sumo a las palabras del comentarista que utilizó en la unión esta la fuerza y debemos unirnos para poder acabar con esta pandemia de la cual mucho no han entendido aún el peligro que representa y la cantidad de vidas humanas que se han perdido, muchas han sido por irresponsabilidad de todo aquel que no creía que esto representaba un peligro para el mundo. Tenemos que seguir confiando en nuestros médico y en nuestro Gobiernos que están tomando todas las medidas para que estemos a salvo. Cumplir con las medidas higiénico sanitaria que son las que nos pueden salvar y tener el NASOBUCO como una prenda más. Quédate en casa.

Posgrado MINSAP Cuba dijo:

6

17 de abril de 2020

11:30:58


Los seres humanos debemos comprender que habitamos el mismo planeta y podemos hacer del mundo un lugar más agradable, fértil y seguro. Estructurar, coordinar, articular y controlar la respuesta mundial es un ineludible deber de las Naciones Unidas y todos los países miembros. Corren tiempos en que la COVID-19 no respeta fronteras ni edades, se adueña de ciudades, hace crecer exponencialmente los números (de portadores, enfermos y decesos), quiebra sistemas sanitarios y economías, siembra sufrimientos, pesar e incertidumbre. Sin dudas, un virus desconocido para el organismo humano ha transformado, en apenas unos días, la vida en el planeta, desafiado a sus científicos, profesionales, trabajadores y estudiantes de los sistemas sanitarios, a los gobiernos, sectores, comunidades y sociedades en general. Corren tiempos en que un beso, una caricia, un abrazo o apretón de manos puede ser la génesis de una inusitada transmisión en cadena de enfermedad y muerte. Hoy, un minuto no se puede perder en función de prevenir y controlar la pandemia; las precauciones se conocen y es preciso cumplirlas con disciplina y perseverancia. Además, es hora de repensar el mundo en que vivimos, para concertar mejor los esfuerzos, asegurar la priorización de sus acciones y, en fin, hacerlo más solidario y sostenible. Ciencia, conciencia, coherencia e inteligencia están llamadas a la solución de problemas globales, que se extienden y amenazan dramáticamente. Cuba, como ha expresado nuestro Gobierno, el MINSAP y otros sectores, de conjunto con las organizaciones y el pueblo, está haciendo por la Patria, que es decir por la humanidad. Los aplausos por la vida regocijan el alma de quienes hemos decidido vivir para proteger y salvar; e incentiva el noble empeño de servir a los demás, tallando el honor en cada acto por la salud. Gracias Cuba y hermanos del mundo.

Idania-BCF dijo:

7

17 de abril de 2020

16:53:10


Por sibre todas las difetencias y tendencias lo que debe primar es el derecho a la vida. Cuba siempre ha sido ejemplo de solidaridad.

Lazara Muñoz dijo:

8

17 de abril de 2020

20:39:20


Compartir lo que tenemos nos hace más humanos, más revolucionarios. Nuestro país es ejemplo de lo que es la verdadera solidaridad.

WILFREDO JESUS BLANCO dijo:

9

18 de abril de 2020

11:49:40


Cierto, la necesidad de la comprensión, cooperación, ayuda, empatia...,para que juntos, podamos, salir de esa pandemia que tanto daño está haciendo a Cuba y al mundo.