Aunque nos parezca que no, los hijos nos miran, todo el tiempo. El ejercicio de su mirada es constante, a veces admirativo, a veces crítico, pero siempre marcado por una sed inmensa de verse en nosotros, de aprendernos y aprenderse.
¡Qué responsabilidad inmensa ser espejo y agua cálida para quienes más amamos! ¡Qué frágiles y qué poderosos en esa posición de ser juzgados e imitados! Todas las excusas son pobres para no hacerlo bien, incluso aquella de hacer lo que se puede.
Mi hija me analiza. A veces me pide pintarse los labios como yo, me exige el mismo perfume, me pregunta cuándo podrá ponerse aretes grandes.
En el juego, le dice al hermano: «Cocina tú, que voy a escribir». Y él no protesta, porque tiene buenos referentes, y no le es raro que su hermana escriba, como tampoco cocinar en su hornillita plástica montada en medio de la sala.
Sé que nunca seré tan bella como ahora en los ojos de mi hija. Un día, preguntándome por esta cicatriz y aquella arruga, se entretuvo en contar mis lunares, hasta el doce. Podría haber seguido mucho más lejos, pero su universo de números termina ahí, por ahora.
Y entonces se miró ella misma en busca de lunares, y no encontró ni uno. «Mamá, no tengo, no tengo». Ante su angustia, me dediqué a inspeccionar cada palmo de su piel. Y de verdad que no tenía. ¿Cómo pude no reparar antes en algo como eso?
De la cabeza a los pies, de los pies a la cabeza, encontré, al fin, el único lunar: carmelita y redondo, pequeñito, en la parte posterior del lóbulo de una oreja.
Como era imposible que se lo viera, debí hacerle una foto. «Tengo un lunar como tú, mamá, mira». Su felicidad, que siempre me enternece, esta vez me provocó una epifanía: yo soy para esa niña la medida de todas las cosas.
Cada cierto tiempo, pide asegurarse de que el lunar sigue allí, en su oreja. Lo fotografío y se lo enseño. Suspira aliviada.
Con un solo lunar, y sin ninguno, ella es ya mejor de lo que nunca fui, y si hay una estrella polar en esta relación, no soy yo. Aún no lo descubre; y quizá, aunque se lo confiese cuando tenga edad para entenderlo, solo lo comprenderá si alguna vez unas manos pequeñas sitúan en ese único lunar todo el anhelo.









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GPV dijo:
1
21 de marzo de 2024
14:04:37
flores dijo:
2
22 de marzo de 2024
11:28:42
Nelson pinzón dijo:
3
24 de marzo de 2024
08:38:21
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