Entre los estrenos que presenta la televisión este verano se encuentra La crónica francesa (2021), último filme de Wes Anderson, creador de un universo estético altamente imaginativo en el que se destacan cintas como Moonrise Kingdom, Mundo acuático y El Gran Hotel Budapest.
Un estilo el de Anderson marcado por composiciones meticulosas en las que el espacio y el color desempeñan un papel fundamental dentro de un decorado con influjos teatrales, personajes que declaman diálogos estilizados, giros desconcertantes que terminan siendo verosímiles, y el pasado reconvertido en un presente de significaciones nostálgicas.
En La crónica francesa, Anderson le rinde homenaje a un periodismo de otros tiempos, puntilloso y atado a un consejo editorial con normas de redacción muy precisas en cuanto a escribir con un vuelo literario que atrape el interés de los lectores y los haga más cultos. El argumento se centra en una revista estadounidense imaginaria, editada en la Francia de provincia hasta la década del 70 del pasado siglo. Su editor, riguroso y seguidor de un legado familiar no exento de romanticismo, lo interpreta Bill Murray, y bajo su mirada atenta surgirán las tres historias que conforman el filme, sujetas ellas a digresiones, pantallas fragmentadas, el color chillón alternando con el blanco y negro, diálogos que a ratos parecen sacados directamente de un libro, pasiones amorosas desbordadas de erotismo y renombrados actores asumiendo importantes, o breves papeles.
La primera historia presenta a Benicio del Toro como un asesino sicópata que, estando en prisión, se convierte en un pintor famoso. Su modelo lo encarna la francesa Lea Sidoux, quien, además de posar desnuda y contener las manos lujuriosas del artista durante las largas sesiones de trabajo, es su carcelera.
El segundo cuento se centra en el convulso mayo parisino de 1968, renombrado por Wes Anderson como «marzo del 68», también con protestas estudiantiles y proclamas como «llevar la imaginación al poder».
En esta ocasión la historia la escribe una periodista política interpretada por Frances
McDormand, y el conflicto se dispara a partir de choques entre generaciones y el triángulo amoroso que surge entre un líder estudiantil, su combativa compañera de estudios y la periodista «brillante y acuciosa» que se inmiscuye en los acontecimientos.
El tercer relato es el más disparatado de todos. Se vincula con la gastronomía y es también un desborde de humor policiaco transcurriendo bajo argucias y tiroteos, mientras se trata de rescatar al hijo de un inspector de la policía, secuestrado por una banda de malhechores.
La crónica francesa es un espectáculo construido con referencias culturales tan diversas que nos remiten a otras situaciones y personajes, y ello requiere atención por parte del espectador. Es lo más parecido a un mensaje de amor a Francia desde un punto de vista particularmenteiiestadounidense, que reverencia tanto al maestro Jacques Tati y su cine perfeccionista y observador, como al no menos destacado Preston Sturges, aquel que sentó cátedra en el cine clásico de Hollywood de los años 40, con sus comedias de diálogos chispeantes y ritmo vertiginoso. Pero el filme es, principalmente, un legítimo Wes Anderson en su dimensión más excedida y, como tal, debe admirarse.
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Me encanta Barbara Eden dijo:
1
25 de julio de 2022
12:11:53
Diorky dijo:
2
12 de agosto de 2022
09:43:19
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