Luego de años perdida de las pantallas, en 2018 regresó Tamara Jenkins, una exitosa directora del cine independiente.
No traía cualquier película, sino una tragicomedia inspirada en experiencias propias surgidas después de comprender que el tiempo indispensable para convertirse en madre se le estaba acabando.
Finalmente lo logró tras un tratamiento de fertilidad, pero lo vivido lo plasmó en Vida privada, un filme que próximamente exhibirá la televisión.
Unos inmensos Kathryn Hahn y Paul Giamatti encarnan a Rachel y a Richard, intelectuales del East Village neoyorquino que ya pasan de los 40 y están desesperados porque un llanto infantil inunde el pequeño apartamento que habitan. Ellos encarnan las contradicciones íntimas de un amoroso matrimonio que le dedicó más tiempo a la obra artística que a la fertilidad.
Cierto que sus óvulos y espermatozoides están funcionando casi a la perfección, pero ello no basta para enfrentar los dilemas morales por llegar.
El guion es de la propia directora y abarca lo que tanto ella, como su esposo, conocieron cuando salieron a buscar, por diferentes vías, lo que la naturaleza no les aportaba: falsas alegrías, sinsabores, estrés, promesas incumplidas, visitas rutinarias a consultas, tandas interminables de inyecciones, galería de médicos oportunistas, la vergüenza de pedir dinero a familiares y, claro está, el convertirse en centro de amigos que, con las mejores intenciones del mundo, no dejaban de preguntar «para cuándo sería la cosa».
Rachel y Richard se aman y están dispuestos a mantenerse juntos en la lucha, pero cualquier relación parecida pudiera quebrarse cuando las dificultades parecen empeñadas en cerrar puertas. Una historia que se cuenta con sensibilidad y no pocas dosis de humor para no apabullar al espectador, al tiempo que se despliega una mirada crítica en torno al sistema de salud privado al que se ven obligados a recurrir los protagonistas, con servicios muy caros y profesionales que se aprovechan de la desesperación de los pacientes para exprimirlos.
Vida privada, con una historia anexa indispensable, pero algo alargada, es también un retrato de los procesos de reproducción asistida y de lo difícil y costoso que puede ser la fecundación in vitro dentro de un sistema de salud pública concebido para amasar dinero, mientras los padres sacan de donde no hay y siguen haciendo malabares con la esperanza de hacer realidad el mayor de los sueños.









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Me encanta Barbara Eden dijo:
1
6 de junio de 2022
22:55:08
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