La muerte de Kim Ki-Duk el pasado año, a causa de la COVID-19, fue un duro golpe para la comunidad cinematográfica internacional, sabedora de que perdía a uno de los grandes cineastas contemporáneos.
Los filmes del sudcoreano son ampliamente conocidos en nuestro país y recordarlos sería hablar de un artista autodidacta, tan polémico como original, que en sus más de 20 películas mostró personajes marginales carcomidos por un capitalismo despiadado.
Bajo la convicción de que la mejor escuela de cine es la vida misma, censurado a ratos en su país, Kim Ki-Duk tomaba como modelo la parte más triste de una sociedad movida por los motores de la ambición y el dinero, de ahí que en sus filmes resalten, por igual, la violencia y la ternura. Tal es el caso de Piedad (2012), ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, un drama acerca de las perversiones que envuelven a un joven matón a sueldo que se gana la vida extorsionando y mutilando a trabajadores deudores de su patrón. Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera, Hierro 3 y El Arco son algunos de los títulos que lo hicieron grande.
Próximamente el canal Cubavisión estrenará La samaritana, que retoma una de las constantes temáticas del artista: la prostitución, en esta ocasión en los rumbos del thriller y sin abandonar su intemperancia tradicional, aunque añade un remarcado lirismo y una sensibilidad religiosa contrastante con el sentido pecaminoso de la historia.
La samaritana muestra a dos muchachas, grandes amigas, que sueñan con comprarse los pasajes aéreos que les permitan viajar a Europa como turistas. La mejor vía que encuentran es prostituirse una, mientras la otra funge como controladora de las citas y tesorera. Hay un tercer protagonista, el padre de una de ellas, policía de extrema espiritualidad cristiana y que, frente a la adversidad, puede tornarse violento y hasta vengativo.
De «sexología poética» se ha calificado parte de la obra de Kim Ki-Duk, y ello resalta en La samaritana, hasta que la sordidez aparezca y el drama se complique por vías inimaginables en esta ambiciosa y larga cinta, estructurada en tres actos y ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín.
Ninguna de las alegres muchachas ha cumplido los 20 años de edad en este entramado social y humano capaz de desprender una carga moral determinante, aunque ¡libre de moralinas!, lo cual sería impensable en el cine del maestro Kim Ki-Duk.
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Ana dijo:
1
4 de octubre de 2021
10:20:34
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