Conocer las amenazas a las cuales está expuesto el Manatí Antillano –especie clasificada como en peligro de extinción y cuyo nombre científico es Trichechus manatus– en zonas de nuestra área geográfica, y hacer un diagnóstico de su real estado de conservación, son los propósitos principales de un programa investigativo emprendido de manera conjunta por el Centro de Investigaciones Marinas (CIM), de la Universidad de La Habana, la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna, la Universidad de la Florida y el Instituto de Investigaciones del Acuario Marino de Clearwater, Estados Unidos.
Dentro de las faenas desarrolladas en la ejecución del proyecto figura la evaluación de la ocurrencia y distribución de varamientos de manatíes en Cuba, junto con la realización de un estudio genético a gran escala que abarcó, además de la nuestra, a poblaciones de la Florida, Puerto Rico y Belice.
Lo anterior requirió el empleo de marcadores moleculares de alta tasa de mutación y del marcador tradicional de control del ADN mitocondrial, de suma utilidad en la reconstrucción de la filogeografía histórica de esa valiosa especie.
Según indicó a Granma la doctora en Ciencias Anmari Álvarez Alemán, investigadora del CIM, los primeros resultados obtenidos hasta el presente muestran que en la Mayor de las Antillas la mortalidad de ejemplares vinculada a la acción humana continúa siendo alta, ratificándose la caza furtiva como la causa de muerte fundamental.
Tales eventos de mortalidad tienen lugar, incluso, dentro de los límites de Áreas Marinas Protegidas, lo cual pone de manifiesto la urgencia de redoblar los esfuerzos encaminados a lograr la efectividad requerida para mejorar la protección de la especie y sus hábitats, resaltó la especialista.
Luego de analizar la edad promedio en el momento de la muerte, el equipo de investigadores encontró que en los 42 casos estudiados esta fue de nueve años. El 38 % de estos individuos tenía como máximo un año, y el 48 % era sexualmente inmaduro.
Como subrayó la doctora Álvarez Alemán, dichos datos son alarmantes, si se toma en cuenta que la media de vida para la especie es de 33 años, logrando alcanzar en condiciones de cautiverio los 69.
La pérdida de animales jóvenes antes de que puedan dejar descendencia puede afectar el pool genético de las poblaciones, aseveró.
Una de las áreas con mayores incidencias de mortalidad es el norte de Villa Clara, específicamente donde radica el Refugio de Fauna Lanzanillo Pajonal Fragoso, donde recientemente ha sido aprobada una serie de regulaciones que deben contribuir a una reducción de los episodios de mortalidad antropogénica, propiciando así un mejor grado de protección.
Recordó que entre 2001 y 2015 fueron encontrados más de 50 cadáveres de manatíes en diversos lugares de la geografía nacional, atribuidos a la ya citada caza furtiva y al ahogamiento causado por artes de pesca, en particular el chinchorro, cuyo uso está prohibido en la actualidad.
Otras amenazas a la supervivencia de la especie a escala regional, citadas por la también coordinadora científica del Programa del Manatí Antillano en Cuba, son las colisiones con embarcaciones, la contaminación de los ríos y el desarrollo urbano.
De acuerdo con las recientes investigaciones, la diversidad genética registrada para nuestra población de manatíes es baja y existe también una alta consanguinidad entre los animales, lo cual tendría una influencia negativa en la adaptación y supervivencia ante diversos escenarios ambientales.
Añadió la especialista que en un periodo de diez años lograron documentar dos migraciones independientes de manatíes de la Florida a Cuba, hecho que abre interrogantes relacionadas con la existencia de una presunta conectividad demográfica entre ambas poblaciones, especialmente cuando la de nuestro país parece estar disminuyendo debido a las amenazas que enfrenta.
Los aportes de los estudios revelan la existencia de una posible conexión regional de las poblaciones de manatíes a través del archipiélago cubano. Ello pone de manifiesto que para lograr una conservación efectiva a nivel de la región, se necesita una estrecha cooperación entre los países, instituciones y científicos vinculados al tema, afirmó la doctora Álvarez Alemán.
Subrayó la conveniencia de poder tener un plan de acción nacional que guíe e instrumente en el país todo lo relacionado con la investigación, cuidado y protección de tan valiosa especie.
PRECISIONES
En Cuba habita el denominado Manatí Antillano (Trichechus manatus), una de las especies del grupo de mamíferos del orbe que forma parte de la fauna autóctona cubana y pertenece al orden Sirenia.
Los manatíes tienen un promedio de vida próximo a los 35 años en estado libre, edad que casi se duplica en condiciones de cautiverio.
Suelen alcanzar hasta 1 500 kilogramos de peso y cuatro metros de largo, mientras su reproducción ocurre cada tres años.
De manera general tienen una sola cría y el periodo de gestación varía de 12 a 14 meses.
Hasta ahora resulta muy difícil conocer el número de individuos existentes, pues son muy evasivos y viven en lugares bien intrincados. Dicha condición dificulta ponder cuantificarlos con precisión.
Si bien la población de manatíes presente en el archipiélago cubano es considerada entre las más importantes de la región de las Antillas, desde el siglo XX hay una apreciable disminución de los avistamientos. También han aumentado las amenazas que enfrenta la especie.
Las zonas donde más pueden observarse se localizan en la costa norte y sur de Pinar del Río, oeste de la Isla de la Juventud, Ciénaga de Zapata, norte de Matanzas y Villa Clara, río Máximo en Camagüey, sur de Granma, desembocadura del Cauto, bahía de Guantánamo, y en Baracoa.
En los últimos años, especialistas cubanos lograron capturar con éxito en la Isla de la Juventud más de una decena de ejemplares con fines investigativos, a los cuales se les hicieron mediciones morfológicas y una evaluación integral de la condición corporal, incluida la extracción de muestras de tejido para análisis genéticos, sangre, heces fecales y orina.
Los estudios mencionados anteriormente buscan tener una visión más precisa del estado de la especie, elemento de sumo valor para diseñar estrategias de conservación más efectivas.
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Cristina Theys dijo:
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11 de julio de 2020
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Anmari Respondió:
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Orlando Conde de León dijo:
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Lissette dijo:
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