WROCLAW, Polonia.—En el deporte, reconocer los méritos de un oponente cuando se le ha ganado un partido o un campeonato, enaltece a quien pondera con justeza las cualidades de los que compitieron en buena lid.
Es un gesto de buen gusto y educación en el ámbito del voleibol, cuando les corresponde el turno a los mentores de equipos de expresar en la rueda de prensa sus opiniones sobre cómo vieron la calidad y el esfuerzo desplegados en el terreno, comenzar con una breve frase, saludando al vencido. Hacer eso, no demerita, encumbra a su autor.
Hablo de este tema porque precisamente los hombres que dirigen aquí en esta sede a equipos de altísimo nivel, no todos han actuado de manera sencilla, sin arrogancia. Y hago un alto para reseñar la actitud del director técnico brasileño Bernardo Rezende, quien una vez conseguida su victoria sobre Cuba el pasado domingo, señaló que a él lo había impresionado gratamente los nuevos valores del equipo Cuba, al que calificó de muy veloz, solo necesitado de confrontar más con el nivel internacional.
Conozco a Rezende desde hace más de diez años y no es hombre de paños tibios; va al pan, pan y al vino, vino. Nada de regalar elogios inmerecidos.
Contrastante con la anterior fue la conducta del director técnico sudcoreano Kiwon Park. Después de sufrir el 3-1 que los cubanos le propinaron para eliminarlos de su posible viaje a la segunda fase de este Campeonato Mundial, eludiendo felicitar a los triunfadores, únicamente se le ocurrió decir que su equipo había perdido porque “los jugadores estaban cansados”. Semejante pretexto para demeritar la victoria de cualquier adversario, merece una trompetilla.
Más de un técnico de los presentes con sus selecciones en esta justa han comentado acerca de la extrema juventud y las condiciones que tienen por desarrollar los cubanos, incluso, han apuntado con honestidad los elementos en los que deben mejorar. Sin embargo, otro que no convenció con sus declaraciones fue el ruso Andrey Voronkov, entrenador principal de una de las escuadras mejor ranqueadas del planeta, cuajada de estelares.
Sin que nadie le preguntara, el hombre se apresuró a decir en la conferencia de prensa que “ellos habían entrado al terreno muy nerviosos y por eso perdieron el segundo set ante Cuba”. Es decir, los temblores vinieron tras haber dominado el parcial de apertura. El segundo los nuestros no lo ganaron, lo perdieron ellos, según se infiere de aquella declaración.
Yo sigo pensando que reconocer al contrario, engrandece. Pero, no hay peor ciego que el que no quiere ver.









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