No es querer ser gracioso, sino caer en gracia

KATOWICE, Polonia.—Desde la misma mañana en que reunieron a los directores técnicos de los seis equipos que juegan en esta sede para la habitual conferencia de prensa en la que cada uno de ellos ofreció detalles sobre sus equipos, note que el belga Vital Heynen, al frente de la selección de Alemania, quería agradar a los presentes con algunas bromas.

No deja de ser un hombre conversador, inquieto dentro y fuera del terreno; sin embargo, en este deporte, como en cualquier otro y al igual que en la vida misma, una vez dentro de la cancha los dos mentores cuyos equipos van a rivalizar, guardan normas de conducta, porque aun cuando a ambos equipos solo los separa la delgada malla del campo, para enfrentar al oponente hay que hacerlo con respeto.

Durante el partido Cuba-Alemania, Heynen no dejaba de gesticular en el lateral del terreno con cierto aire de superioridad, como si sus alumnos vinieran a menos por enfrentar a los novatos de Cuba. En varias oportunidades, sin razón alguna, protestó jugadas e, incluso, solicitó revisar las decisiones arbitrales por el novedoso medio del video. Solo en una o dos oportunidades tuvo éxito.

Terminado el partido, se deshizo en elogios para los voleibolistas cubanos y conversando con Granma, reconoció que estos nuevos muchachos antillanos tienen una preciosa madera para este deporte. “De dónde sacan ustedes tantos voleibolistas de calidad”, preguntó, y una breve explicación sobre el tema le incitó a decir que su asistente de dirección había estado en Cuba y él no pasaría de visitarla en el más breve plazo posible para constatar cómo se entrena en la Escuela Nacional de Voleibol.

Pudiera haber quedado mejor ante los cubanos que lo enfrentaron con gallardía en la cancha, le sobraron algunos gestos de niño malcriado y protestón, si a fin de cuentas, como otros que se han acercado a nuestra delegación, reconoció las virtudes de nuestros muchachos.