
No es esta la primera vez que en tiempos recientes se escribe en estas páginas sobre Frankenstein. Al cumplirse en 2018 los 200 años de publicada la novela, la periodista Marta Rojas no lo obvió y, en un breve comentario, reconoció valores de una obra que no en balde estuvo siempre entre sus predilectas.
Como sucede con todo el que se topa con las delicias de la lectura, la Marta lectora quiso entonces que la singular narración, escrita por Mary W. Shelley, llegara a los que aún no la conocíamos, y se apareció en la Redacción con el ejemplar que guardaba celosamente. «Léetelo, después me dices», y me lo entregó.
Una encomienda suya no era fácil de aplazar. Podría comprobar con insistencia si estabas cumpliendo el encargo, eso aparte de que, si ella nos lo pedía, no era por gusto. Me llevé el libro a casa, y lo empecé, pero no pude entonces continuarlo debido a otras urgencias. Se lo devolví, no sin antes prometerle que algún día lo leería. Fuerzas mayores parecieron mover, en su favor, los hilos, y gracias a Arte y Literatura que, debido a la efeméride, reeditó la obra, publicada por la propia editorial en 1979, me hice de mi Frankenstein, un texto que, tal como hiciera Marta, recomendaré siempre a todo el que quiera darse el gusto de disfrutar un clásico de las letras universales.
Considerada como la primera obra de ciencia ficción, y concebida desde la forma genérica epistolar, la novela resultó de una invitación que, durante una reunión amistosa, les hiciera el poeta romántico Lord Byron a los presentes, entre los que se encontraba la autora, con el que después sería su esposo, el poeta y filósofo Percy B. Shelley. El reto era contar espeluznantes historias de fantasmas. Mary, con 19 años, y una mente prodigiosa y liberal, crearía el argumento que poco tiempo después se convertiría en el libro Frankenstein o el moderno Prometeo.
La novela es mucho más que la historia apesadumbrada del doctor suizo Victor Frankenstein, un talentoso joven que, obsesionado con ir más lejos de hasta donde había llegado el conocimiento científico, convierte en un ser vivo al monstruo de unos dos metros de altura, al que ha creado a partir de restos de cadáveres. Es más que el horror que le provoca haberle dado vida a un ser que, a fuerza de no ser aceptado ni siquiera por su propio creador, termina aniquilándolo, después de haberlo hecho con su familia. Es mucho más que esa atracción asombrosa que consigue en quienes se asoman a sus páginas.
Adentrarse en esta lectura es un llamado permanente a la prudencia individual y a la reflexión previa y oportuna con que deben acompañarse los actos humanos, dadas sus naturales consecuencias.
«Hasta entonces había creído que él era el criminal autor de la muerte de William y pensé que al fin saldría de dudas al oírle desmentir o confirmar mi suposición. Por vez primera me di cuenta de la responsabilidad que debe tener un creador para con su criatura y de que antes de quejarme de sus maldades, mi obligación era hacerlo feliz», cuenta el doctor cuando se dispone a escuchar al monstruo –al que comúnmente se le ha llamado también Frankenstein–.
Pero el acuerdo sostenido por el médico caerá por su propio peso: «Has destruido tu obra. ¿Qué es lo que te propones? ¿Vas a faltar a tu palabra?, le dice el monstruo. A ello le responde: ¡Márchate! Sí, me niego rotundamente a cumplir lo que en un momento de debilidad prometí. ¡Jamás crearé otro ser de tu especie!».
La compasión; el ego y el egoísmo; la voz definitiva de la conciencia, de la que no es posible escapar; la felicidad y la ambición; la responsabilidad para con la humanidad que tiene la ciencia; la venganza; la concordia, el pánico provocado por una verdad cáustica, que habla cuando es consabida, son algunos de los parajes por donde nos lleva esta lectura gótica que, con más de dos siglos, nos sigue demostrando cuán útil y cauta puede resultarnos la buena literatura.







 
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
         
         
        


 
     
         
        
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