ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Cartel de la película

No forma parte de la vanguardia del actual cine argentino, pero el excomentarista, devenido realizador, Hernán Guerschuny, sabe filmar. Lo demostró en filmes vistos en Cuba, como El crítico (2013) y Doble discurso (2023). Este último cuenta con una introducción que, a través del empleo de la fotografía y del montaje, brinda sabrosa lección de economía informativa en la pantalla. Lo recomiendo a cineastas.

Por eso, cuesta comprender cómo rodó un despropósito del tamaño de Nahir (2024), largometraje mal concebido de la primera a la última toma. E igual de incomprensible resulta que Metro Goldwyn Mayer / Prime Video haya respaldado un producto muy por debajo de la media cualitativa de la centenaria casa del león rugiente.

El largometraje se inspira en sucesos reales ocurridos hace siete años en la nación austral, cuando Nahir Galarza, joven de 19 años de la comunidad rural de Gualeguaychú, fue acusada de matar a su novio.

Actualmente en prisión, es la mujer más joven en ser condenada a cadena perpetua en la historia de la Argentina. Hechos así tienen asegurada su resonancia mediática.

Además del eco en la prensa local, y del filme de Guerschuny, el caso suscitó un documental de dos partes. Fue estrenado este año y lo produjo, también, Prime Video (servicio de Amazon), plataforma que imita a Netflix en la explotación del true crime. Este es el género enfocado en la representación y análisis de crímenes reales.

Desacertada en su puesta en pantalla de expresiones irremisiblemente telefílmicas, Nahir yerra en la armazón del guion, en la forma de hilvanar el relato y en atar sus cabos sueltos; así como en la construcción general del personaje central.

Tampoco la acompañan ni las interpretaciones ni el trabajo en el cuarto de edición ni la labor fotográfica.

El guion lanza al ruedo ideas que no tienen un desarrollo o justificación. Por ejemplo, en el baile del inicio, cuando la joven Nahir mira con odio a su tío. Sí, en los títulos de cierre consignan que este pudo abusar de ella en su infancia; pero, a efectos del guion, este elemento no se tiene en cuenta ni se incorpora. Por tanto, no es dramáticamente válida la secuencia.

De igual manera, acontecen errores de debutantes, como el del minuto 86, en la escena continua en que la sancionan a perpetuidad e ingresa a la cárcel, cuando el tema musical acompañante crea un efecto muy disruptivo con una narración a la cual se contrapone del todo.

El principal problema de Nahir, la película, es que jamás llegamos a acceder ni a entender al Nahir personaje. Ello se debe, en gran parte, a las notables falencias en la composición a nivel de escritura. Y en este tipo de cine, más que necesario, ello deviene primordial, en aras de descifrar el sentido de las determinaciones del ejecutor del crimen.

A la larga, nunca sabemos si Nahir es una persona enferma, resentida, traumatizada; o si es otra que mata sin razón alguna o solo como resultado de un enojo circunstancial, sin un mundo interior, alguien que vive por vivir y no expresa sus emociones, si es que las tiene.

La defensa actoral de Nahir, por parte de la cantante/modelo Valentina Zenere, poco ayuda a contrarrestar esta última impresión. Su quehacer raya la frialdad extrema y crea un cisma con el espectador.

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