ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fotograma de El mundo de Nelsito. Foto: Fotograma de la Película

Presentada en la última emisión anual del espacio televisivo De cierta manera (la posibilidad real de apreciarse a lo largo de la Isla, porque durante su estreno comercial, en agosto, no pudo verse en todas las provincias, debido a dificultades con el envío de los discos), El mundo de Nelsito (Fernando Pérez, 2022) es otra obra que activa sensibilidad y pensamiento, dentro de la valiosa filmografía del director.

En su subvalorada La pared de las palabras (2014), el autor cubano compuso un meticuloso ejercicio de análisis sobre el dolor arrostrado por una madre –encarnada por Isabel Santos, en uno de los personajes más sobresalientemente compuestos de su carrera–, de tener a su hijo, defendido por Jorge Perugorría, presa de incurable enfermedad.

Parábola acerca de la ofrenda necesaria de esa progenitora ante el derrumbe físico y mental de su cría, La pared… es, también, examen de los quiebres humanos ante el azar malicioso que puede entorpecer o cercenar esperanzas o metas. Bella, amarga e inolvidable película.

El dolor está presente, asimismo, aunque en otra dimensión menos carnal, explícita, en El mundo de Nelsito. Cuanto guarda preeminencia en pantalla ahora no es tal elemento, sino el poder de fabulación de ese adolescente autista que fagocita el mundo exterior al antojo de una fértil imaginación conectadora de seres y universos, para construir nuevas realidades, no necesariamente mejores o peores, pero que quizá le ayuden a sortear tanto su circunstancia personal como un tiempo ruin signado por orfandades de todo género, muchas morales.

El núcleo emocional del filme se sitúa menos en la condición en sí misma de Nelsito (José Raúl Castro), que en los relatos que brotan del cerebro del personaje. Sus materias primas, como la de cualquier contador de historias, más allá de los tiempos, son las debilidades humanas y la realidad circundante. Él mira, abreva, procesa y reelabora, en ciertos casos desde una tesitura movible dentro de la ironía o la sorna, lo cual puede descolocar a cierto espectador de los objetivos del guion de Fernando y Abel Rodríguez; pero ello funciona cual resorte propiciador del tono de humor negro, e incluso chanza, mantenido en múltiples situaciones.

En su instancia de apreciación, modulación y re-significación, Nelsito incorpora en tanto personaje u objeto de representación de su cosmos de ensoñaciones hasta a su propia madre: otra vez Isabel Santos, quien brilla, como la mayoría de los intérpretes de un coral relato convincentemente interpretado. Laura de la Uz, delicia aparte.

Los personajes del retablo del niño interactuarán y hasta se multiplicarán en la escena. Riendas sueltas a la imaginación de un constructo onírico que debió sofrenarse, a nivel argumental, en segmentos forzados, como el de las dos jovencitas y el extranjero.

En función de representar en pantalla el mundo interior, o mejor dicho, la acción fabuladora de Nelsito, el realizador arma una puesta desligada de la clásica estructura aristotélica (su cine, marcado por la libertad morfológica, nunca ha estado asido a patrón alguno; salvo en tres casos puntuales), para abrazarse a la fragmentación, las rupturas, las capas metaficcionales y el constante proceso de diálogo con su propia obra: con La vida es silbar, Madagascar, Suite Habana y, claro, con ese precedente ineludible que es La pared de las palabras.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.