ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de Ángela

Películas como Ángela (Hugo Prata, 2023) cumplen la doble función de enjuiciar en el presente y constatar de cara a la posteridad el flagelo social de los feminicidios en América Latina, miseria humana extrema a la cual tributan las herencias del patriarcado, el machismo, la misoginia, los déficits educativos y sistemas de instrucción en los que la espiritualidad y el respeto al prójimo no son las materias de cabecera.

El largometraje se acerca al fenómeno, a partir de un suceso real acontecido en Brasil durante la década de los 70 del pasado siglo, cuando ni siquiera existía una conciencia penal de castigar los asesinatos, si estos, supuestamente, se ejecutaban «en defensa del honor» del victimario, al «matar por amor»; algo surrealista.

Isis Valverde interpreta el personaje central de Ángela Diniz, famosa modelo e integrante de la burguesía local. Al verla en una de las fiestas a las cuales ella asiste con frecuencia, Raúl Fernando do Amaral Street (asumido por el actor Gabriel Braga Nunes), queda impresionado ante la sensualidad desbordante de una mujer que bota sexo por sus poros, en vez de sudor.

Dicho sujeto abandona a su rica familia, para irse con Ángela. Pero, entre los imprevistos de la convivencia, el dinero que falta, la ciclotimia del hombre y esa libertad de acción/espíritu que habita en ella e incluso la define, la mutua pasión de ambos va menguando.

Llegado un punto, los celos de él se ceban. Sobreviene entonces el hecho bárbaro, primario, irracional: el crimen. La propia película recuerda que el tristemente célebre primer juicio contra el homicida arrojó una pena simbólica de dos años de detención, porque, según su abogado, él mató «en legítima defensa del honor».

Movimientos feministas, con el eslogan «Quien ama no mata», realizaron protestas y ejercieron presión. Un fiscal de justicia apeló la decisión. El nuevo juicio condenó a Raúl a 15 años de prisión.

La película se sostiene en las dos composiciones centrales, mucho más en una Isis Valverde que aquí puede expandir el diapasón de registros que le impide un género de tanto amaneramiento histriónico como la telenovela. La actriz transmite verdad, al transitar estados anímicos a los cuales les extrae todo su potencial dramático.

Aunque han de ponderarse las buenas intenciones del filme, Ángela no se desplaza un ápice de la constreñida estética de cierto cine biográfico de factura televisiva, por no sobrepasar el esquema de mera recopilación didáctica de un personaje al cual le reducen, a simple viñeta, elementos esenciales como el vínculo con sus tres hijos, de un anterior matrimonio. Algo bastante similar le ocurrió hace siete años al director Hugo Prata, en su biopic Elis, la voz de Brasil.

Otra pieza de hechura biográfica es Mi nombre es Gal (Dandara Ferreira y Lo Politi, 2023). El visionado de esta convencional película servirá para provocarles a muchos el sano deseo de consumir la discografía de Gal Costa, de las más grandes artistas de Brasil, fallecida el pasado año. Ferreira, encandilada por su fuego y sus fueros, retorna a la intérprete, tras la serie que le dedicara en 2017.

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