ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Foto: Tomada de la televisión cubana

La tradición coral en nuestro país ha sido objeto de estudio y aproximaciones desde diferentes miradas, y es una de las más arraigadas expresiones musicales durante décadas.

Desde la época colonial fue introducida la costumbre de tener corales en casi todos los espacios sociales de la Isla a través de programas en escuelas, institutos, iglesias, sociedades e incluso en ríspidas profesiones como la policía, el ejército o los bomberos.

Con el tiempo y las transformaciones económicas globales del siglo XX, marcadas entre otros acontecimientos por la llegada de la radio, el cine sonoro o la discografía, la música y sus ramificaciones comienzan a mirar hacia otros horizontes donde comercialización y profesionalización comienzan a catalizar la manera de acercarse al estudio de la música. Y sin duda, la creación de las escuelas de arte en 1962 y la inserción de profesores en la cátedra coral, hicieron que la tradición fuera acompañada por estudios sólidos desde el sistema educativo especial recién creado.

Grandes proyectos –entre otros– como Meñique, creado por la maestra María Álvarez Ríos, y La profesora invisible, gestado por la siempre entrañable maestra Cuca Rivero, ayudaron a miles de niños a educarse auditiva y sensorialmente en el hermoso ambiente coral, y a sumergirse en el mejor repertorio infantil creado hasta ese momento. Y siguiendo ese imaginario sendero de fértil creatividad precedente, llegamos a finales de 1992 cuando una joven músico y profesora del Conservatorio Alejandro G. Caturla, de nombre Carmen Rosa López, decide volcarse definitivamente en la creación de un coro infantil que permitiera aglutinar las enseñanzas y empeños del género.

Desde sus inicios, el proyecto adoptó el nombre de Coro Diminuto con algunos de los alumnos de la clase de la profesora Carmen Rosa y es importante señalar su empeño en preservar y honrar el legado de las maestras antes citadas, además del trabajo de Digna Guerra, Octavio Marín, Serafín Pro, Electo Silva y otros directores que mucho aportaron a la música coral en el país. Así comenzaría un ciclo que hasta hoy es referente desde el aspecto pedagógico, pero que también llegó a convertirse en un ejercicio de vida para Carmen Rosa.

La introducción de un repertorio infantil cubano casi olvidado situaba a Diminuto, ya desde el lejano 1993, como una transgresión que a todas luces iba en serio para, desde su concepto inicial, recolocar en el centro coral del país a grandes autores de música infantil como Olga De Blanck, Gisela Hernández, Teresita Fernández a la vez que también cobraba vida el universo autoral con obras para niños o arreglos corales de Roberto Valera, Frank Fernández, Guido López-Gavilán, Keyla Orozco, Beatriz Corona y más sobre temáticas que recorren poemas de Martí hasta llegar, por ejemplo, a una recreación de singulares canciones de cuna como Señora Santana, Arroz con leche y otras.

El Coro Diminuto ha llegado a sus 30 años con clara y extraordinaria madurez, aunque su directora continúe repasándonos las vocales y haciéndonos pensar en lo sublime, como aquel niño travieso que cazaba mariposas, para luego dejarlas en libertad.

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Lidice Vegueria López dijo:

1

26 de abril de 2023

08:55:01


Buenos días. La profesora Carmen Rosa es una excelente profesional, amante de lo que hace con nuestros niños. No tiene descanso y eso lo disfruta; tanto es así, que desde varios años se incorporó al Proyecto Lucecita, coro de niños que no estudian música y que todos los sábados se encuentran con la profe Carmen para tener dos horas de aprendizaje y juegos. Mis dos niñas pertenecen al coro Lucecita y estoy muy feliz que hayan tenido la oportunidad de contar con las enseñanza de una persona tan excepcional. No sólo enseña música también buenas maneras y educación formal. La queremos.