ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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El malicioso péndulo del racismo brutal en una sociedad fragmentada era cuestión de peso con acciones enfocadas en expresiones de odio.  Foto: momentodeportivord.com

Hace ya un tiempo me referí en estas páginas a un tema sobre el cual quiero ahondar hoy: la Disco Demolition Night. La noche del jueves 12 de julio de 1979 en el estadio de beisbol Comiskey Park, en Chicago, terminó en serios disturbios y es recogida por la crítica y buena parte de la prensa especializada como el cierre de un ciclo en lo referente a la llamada música disco en Estados Unidos.

El género en cuestión, que tuvo antecedentes directos del Soul y el R&B de los años 60, traduciéndose en casi una década comercial de extraordinario esplendor a partir de 1974 y hasta 1982 aproximadamente, vería su propio final aun cuando muchas de sus estrellas gozaban de vitalidad creativa y popularidad incuestionable. Entre las más reconocidas estaban Gloria Gaynor, Donna Summer, Los Jackson 5, Barry White, Kool & the Gang, Los Bee Gees, Village People, Boney M, Earth, Wind and Fire y ABBA, entre otros.

Fue tal el empuje de productores, disqueras y las lógicas ganancias monetarias que iba dejando la música disco, que varios artistas, alejados estética y conceptualmente del género, se aproximaron a él de forma esporádica, pero también dejando registro sonoro de tales incursiones. Así, se grabaron temas como Miss you (Rolling Stones) y Copacabana (Barry Manilow) ambos en 1978, o I was made for lovin' you (Kiss) en 1979. Ahora bien, si volvemos a los principales exponentes e iniciadores del estilo de marras, notaremos un fuerte componente racial que incluía a muchos afronorteamericanos que, con las herencias musicales antes mencionadas, consolidarían uno de los aportes más influyentes de la cultura norteamericana. Además de ello, debemos resaltar el hondo elemento litúrgico y de luchas que ya venían reafirmándose en la estética y en la segregada –a la vez que indetenible– presencia negra de dicha sociedad clasista.

Nombres como Miles Davis, Ray Charles, Billie Holiday o Ella Fitzgerald, aunque brillaron desde el jazz y otras perspectivas sonoras, sin dudas allanarían varios senderos de experimentación hacia otras generaciones de artistas afronorteamericanos.

Pero aún el malicioso péndulo del racismo brutal en una sociedad fragmentada, era cuestión de peso con acciones enfocadas en expresiones de odio, incluyendo además el tema sexual como complemento a esos ataques. Y todo ello fue una sumatoria de rencores acumulados, resentimientos xenófobos e intolerancias incontroladas que estallaron desde el momento en que los DJs Steve Dahl y Garry Meier lideraron en 1979 un fuerte movimiento antidisco promovido desde emisoras de radio en Chicago, que tuvieron como base la organización Insane Coho Lips, creada por Dahl: una especie de fraternidad extremista conformada por sus oyentes para perseguir y acosar a quienes consumían dicha música.

Luego de meses de incidentes y radicalismo con total impunidad, para la noche del 12 de julio convocaron a miles de ellos para hacer una quema de LPs al más puro estilo de salvajismo satánico, que llevaron a la tesis de que la Disco Demolition Night no fue un hecho aislado ni espontáneo: constituyó la consumación de una práctica de asedio, promovida y consentida por un sistema hegemónico dominante contra una genuina forma de expresión cultural.

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