ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Foto: Portada del disco

Casi a principios de año, la Egrem lanzó una singular propuesta discográfica titulada La Retroguaracha, en la  que el proyecto La Barbarie Semiótica, liderado por Ray Fernández, hacía singulares guiños a varias guarachas del inquieto Ñico Saquito.

El abordaje conceptual estuvo enfocado en escoger cinco de ellas, pero con expreso interés en que no fueran las más conocidas, tal vez para ahondar en diferenciación sonora o, simplemente, para evadir todos los estereotipos que rodean los miles de versiones que sobre la obra autoral de Ñico se han tejido en estos años.

Asimismo, se incluyó un único tema de cosecha propia concebido por Ray, en colaboración con Carlitos Lage, además de las sugerentes ilustraciones de Arístides Hernández, Ares. Ese sería un acercamiento primario al disco, lo cual pudiéramos denominar su sinopsis o presentación.

Ahora bien, este acercamiento lo sitúo en un camino de dos afluentes: si bien existe un trabajo serio de investigación y rescate sobre esas guarachas poco conocidas y grabadas de Ñico, los aportes y transgresiones morfológicas de La Barbarie son innegables, y reales.

No solo desde lo formal fue la visión emprendida por los integrantes del proyecto, sino que la mera conquista de una zona de crítica social y adherencia política de Ñico bien valdría la pena refrendar, además de reflexionar y debatir.

La primera interrogante sería indagar sobre el casi desconocimiento de esa obra, de evidentes matices humorísticos mezclados con una profunda preocupación generacional, situada entre 1959 y 1969, una década llena de transformaciones en la vida del país y muy prolífera para algunas de esas guarachas versionadas en este fonograma.

Ñico, como juglar y cronista indiscutible de una época muy difícil de nuestro país (nace en 1901 y muere en 1982) supo narrar desde su aguda mirada las penurias, amoríos, travesuras y dicharachos de los cubanos; pero además de esas temáticas, también fue quien cantó a la esperanza, a los logros y a una nueva era para nuestro país. Lamentablemente una buena parte de esa época autoral no ha sido grabada ni interpretada en años recientes, lo cual atenta –desde una posición de desconexión injustificada– contra diversos procesos filosóficos y dialécticos de la música en Cuba.

Tanto Ray como el productor musical del disco, Christopher Simpson, supieron atemperar el legado sonoro de Ñico, y son muy evidentes los guiños experimentales legados por ellos en cada una de las cinco guarachas escogidas: Sin azúcar no hay país, ¿Y lo bueno dónde está?, Dale candela y tú verás, Yo acuso y A la mocha. La inclusión de trombón, clarinete, violín, tres y laúd, como parte de esa renovación planteada por los protagonistas del fonograma, es refugio de ideas y elucubraciones sonoras que aportan, sin duda alguna, al afianzamiento experimental del CD. Y si hablamos de influencias multicolores no podemos desechar Donde las toman las dan (Ray/Carlitos): un extraordinario texto de directa lectura política en el que, además, podemos echar un pasillito como buenos bailadores.

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