En el béisbol moderno crece día a día el análisis del más mínimo detalle para buscar victorias. Muchos se enfocan en la producción de carreras, otros en la fina utilización de los lanzadores según el partido y el rival, y no pocos en las formaciones defensivas especiales, elemento muy de moda en todo el universo de las bolas y los strikes a fin de contrarrestar las habilidades de los contrarios.
Dentro de este novedoso panorama también se presta notable atención al trabajo de los receptores, cuyo desempeño en el juego gana cada vez mayor relevancia dada su responsabilidad en los destinos de cada partido, no solo por su misión de controlar a los corredores en circulación, sino también por su eficiencia en el manejo de los lanzadores y la defensa.
Sí, porque a la hora de medir el nivel de destreza de un catcher hay que ir más allá de sus porcientos de cogidos robando o los passed ball cometidos, elementos que comúnmente tomamos en cuenta, obviando la capacidad para enmarcar los lanzamientos en la zona, detener los rompientes o conducir a los serpentineros de acuerdo con el bateador que comparezca en el plato.
Este último detalle cobra particular importancia en nuestro campeonato, porque el mapa de monticulistas es muy cambiante y predominan los brazos jóvenes, casi sin trayectoria y con escaso conocimiento de los toleteros de la liga.
Teniendo en cuenta dicho aspecto, resulta vital disponer de un receptor experimentado en las filas del plantel si se aspira a la cima, además de contar con otro hombre de reserva para oxigenar las piernas del titular, algo que ha ocurrido, al menos, con los ganadores de las últimas nueve Series Nacionales.
Por ejemplo, Lorenzo Quintana calzó los arreos con Pinar del Río en las dos coronas obtenidas por la provincia (2011 y 2014). En dicho periodo, no resaltó por su rendimiento defensivo, pero compensó siempre con su destacada labor con el madero, y en la 50 Serie fue respaldado por otros dos hombres que acumularon más de 100 entradas en la posición.
Ariel Pestano y Yulexis la Rosa alternaron en el regreso dorado de Villa Clara (2013), mientras titulares indiscutibles como Lisdey Díaz (Ciego de Ávila-2012), Danger Guerrero (La Habana-2009) y Rolando Meriño (Santiago de Cuba-2007 y 2008) tuvieron recambios de garantía que saltaron al diamante a fin de limitar el tremendo gasto físico de la receptoría.
En el caso de Frank Camilo Morejón, compartió las labores con Alden Mesa en el 2006 —ambos con más de 350 innings— y en el 2010 alternó con otros dos catchers (Jokel Gil y Lisbán Correa) que también sumaron, cada uno, más de 120 capítulos con los arreos, prueba de que, incluso, un hombre joven y con cualidades defensivas necesita un respiro para no acusar agotamiento en el tramo decisivo.
PRESENTE Y FUTURO
Durante la actual temporada beisbolera, ocho equipos luchan por el máximo galardón y casi todos tienen cubierta la posición, algunos con experimentados, otros con nuevos valores que han mostrado credenciales para pararse de frente al diamante todos los días.
En este último grupo entra Matanzas, que tras la baja de Lázaro Herrera entregó la titularidad a Onel Vega, joven de 22 años con seis Series de suplente, quien ha cubierto la plaza con resultados notables y un crecimiento permanente, detalles que lo colocan como una apuesta de futuro para la receptoría en el país.
De forma general, casi todos los elencos en contienda disponen de al menos dos hombres con recorrido en el puesto y eso amplía sus opciones de batallar por incluirse entre los cuatro grandes. Otros presentan carencias notables que pueden complicarles la vida en algún punto de la campaña.

Tal es el caso de Pinar del Río, que ha quedado ahora solo con Olber Peña tras la salida de Lorenzo Quintana, al igual que Granma, pues depende de la incorporación urgente del estelar Yulexis la Rosa para corregir el errático rumbo de la primera subserie.
En la barrida a manos de Matanzas, los granmenses estuvieron desarticulados, con notables lagunas defensivas y de ese caos no escaparon los máscaras, que cometieron tres passed balls, todos a la cuenta de Liuber Reyes (solo tres campañas de experiencia), situación que no revirtieron ni el novato Alexander Guerra, ni Urmani Guerra, quien calzó por última vez los arreos en la 49 Serie, hace cinco años.
Teniendo en cuenta esta pincelada, es evidente la importancia de contar con un receptor inteligente, de brazo potente y certero, capaz de bloquear los lanzamientos contra el suelo y de trabajar con astucia por y para el pitcher, además de ser líder y cumplir su papel como eslabón primario y esencial de la línea central. Nada fácil la misión, sobre todo en tiempos donde, definitivamente, cualquiera no puede jugar de frente al diamante.









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Silvano Gainza dijo:
1
9 de enero de 2015
09:10:02
jr dijo:
2
9 de enero de 2015
11:48:46
MH dijo:
3
17 de marzo de 2015
09:37:30
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