El primer encuentro de editores Cuba-Estados Unidos, organizado por las compañías Combined Book Exhibit, Pubmatch y la revista Publisher Weekly, con el propósito de establecer vínculos con el mercado del libro en Cuba, de modo que se produzca un fructífero intercambio entre el mundo editorial de ambos países, quedó inaugurado ayer en La Habana.
La Feria internacional del Libro resultó escenario propicio del evento para el cual sus principales organizadores, presididos por Jon Malinowski, presidente de Combined Book Exhibit, han venido realizando desde hace unos meses varias visitas a la Isla. A propósito del foro se reúnen ahora unas 100 personalidades de la industria editorial de ambos países para intercambiar ideas y negociar futuros proyectos de conjunto con el Instituto Cubano del Libro (ICL), que tienen como objetivo visualizar en ambos territorios lo mejor de la literatura de ambos países.
La jornada inaugural arrancó con las palabras de Zuleica Romay Guerra, presidenta del ICL. “Que estas piedras que estamos poniendo hoy terminen siendo un gran edificio”, expresó Romay, e informó que el pasado 12 de febrero ambas partes firmaron una carta de intención en la que se comprometieron a explorar los caminos, evaluar las alternativas e imaginar proyectos realizables de manera que podamos también en el sector editorial darle continuidad al diálogo cultural entre nuestros países desde hace más de 100 años.
Aseguró a los visitantes estar perdiendo algo bueno al no estar en contacto con la literatura cubana, como también nosotros lamentamos no poder acceder con la mayor prontitud a lo mejor de la literatura estadounidense, una literatura mundial, porque hay personas de todos los orígenes escribiendo desde los Estados Unidos.
El panel primicial integrado por Romay; Edel Morales, vicepresidente del ICL, y Yamila Cohén, directora de la Agencia Literaria Latinoamericana, versó sobre elementales aristas del mundo editorial cubano. Morales describió al lector cubano como parte de una comunidad culturalmente bien integrada donde el libro es un valor, a cuya reafirmación han contribuido con creces las ferias del libro. Destacó que la mujer, que constituye el 66 % de los profesionales cubanos, es el sector que más libros compra, y que contamos con una población totalmente alfabetizada, como uno de los más inmediatos programas al triunfo de la Revolución, con educación gratuita y obligatoria hasta noveno grado, por lo que todos son lectores posibles.
En un aparte se refirió a los canales de distribución que existen, entre los que cuentan la Red Nacional de bibliotecas públicas, las bibliotecas escolares, las más de 300 librerías que integran el Sistema Nacional de Librerías y la presencia de unas 170 editoriales.
Para Romay resultó oportuno explicar el momento en que se halla el sistema editorial cubano, que pasa, según dijo, por una crisis de desarrollo, lo que significa que en la medida en que el mundo va cambiando, y con él las dinámicas de la sociedad cubana, los lectores también lo hacen, por lo que debemos emprender un salto para garantizar la continuidad del desarrollo de la industria editorial.
Consideró necesaria una producción que se parezca a los temas que a la población le interesa leer, en los soportes y códigos de comunicación con los que la gente entiende mejor, en la actualidad, la voz de la literatura, lo cual constituye una exigencia del desarrollo. También se refirió a la necesidad de una racionalidad económica de la industria editorial, que recibe una subvención estatal generosa, como también otras esferas de la cultura. “Nosotros no somos productores de papel y muchas veces lo tenemos que comprar en mercados lejanos o cadenas de intermediarios que lo encarecen todo, a causa del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos hacia la Isla”, comentó.
Se hace necesario, explicó, un equilibrio entre el modo en que gestionamos el libro y la necesaria racionalidad económica, un equilibrio entre la protección del Estado y el estímulo al desarrollo empresarial, de modo que sigamos fomentando un sistema empresarial autosuficiente que utilice el apoyo estatal para garantizar precios bajos.
Como otro gran reto se refirió a la internacionalización de toda la literatura cubana, pues mucha de la literatura que se publica en el extranjero sobre Cuba es la que cuenta los avatares cotidianos, los problemas que tenemos —aunque no son solo en Cuba— y llega un momento en que la gente que está fuera cree que el país es solo como se describe en ese tipo de literatura, por lo que sigue siendo un reto visibilizarla.
Para concluir su intervención, Romay acotó que con este encuentro “tenemos nuestras expectativas, creo que podemos tener proyectos comunes, que nos integren y nos unan. Nos interesa hacerlo, pero con nuestros propios códigos, siempre nos van a interesar proyectos en los que ustedes estén dispuestos a hablarnos en nuestro idioma”, remarcó.
“Cuando las proporciones son muy diferentes nos gusta ir despacio. No se aflijan si ven que vamos más lentos.
Encantados de que tengamos una colaboración tan grande pero con la mayor reciprocidad posible. Queremos trabajar. Y queremos propuestas serias. Sabemos que ustedes se lo van a tomar en serio y nosotros también.”







 
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
         
         
        


 
     
         
        
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