ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los bailarines del Ballet Nacional de Cuba, Javier Torres, Anette Delgado y Camilo Ramos en la puesta de Hamlet. Foto: Yander Zamora

La 24ta. edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana podrá punto final, hoy, a las 9:00 p.m. en la sala Avellaneda del teatro Nacional. Pero en los teatros habaneros y otras instituciones sigue desarrollándose, a plena capacidad, un encuentro que motiva a miles de espectadores que quisieran tener el don de la ubicuidad para no perderse nada del mismo.

Una función perfecta, en la que asomaron variadas coreografías/tendencias que matizaron la noche de múltiples sentimientos signados todos por el buen bailar, quedó grabada, la noche del miércoles, en la sala Avellaneda. La célebre bailarina argentina Paloma Herrera (American Ballet Theater) volvió a “volar” alto sobre las tablas motivada por el enérgico Chaikovskipas de deux. Pieza que la acercó junto a Gonzalo García (New York City Ballet) para dar cuenta del estilo que definiera su coreógrafo. George Balanchine: limpio diseño espacial, exigente técnica de puntas, la explotación de las posibilidades geométricas de la danza… No hay una historia de que contar, son la belleza del movimiento por el movimiento y la exhibición técnica lo fundamental. Sus intérpretes bailaron con brío y se ganaron uno de los aplausos más sonoros.

A lo largo de una serie de breves entregas admiramos el desempeño de la juvenil Grettel Morejón –con muy buen paso en este Festival- y el dúctil Serafín Castro quienes delinearon, con muchísima intensidad, el lírico trabajo Noussommes, de Jimmy Gamonet de los Heros, que fue ovacionado hasta el delirio como recompensa. Algo que tocó también a la interpretación de un dúo ya perseguido/admirado por el público cubano en este encuentro –por la calidad y originalidad de sus trabajos, condiciones físicas y su baile: la pareja integrada por Alicia Amatriain/Alexander Jones (Ballet de Stuttgart) en Holbergpas de deux. Un original planteamiento escénico que sugiere formas sumamente plásticas en el movimiento, para  regalar una nota refrescante al concierto.

El sólido aporte de Mijail Fokin a la danzá abrió esta jornada con Las sílfides, un buen momento para reconocer la calidad del BNC en esta joya de pureza neorromántica, que cuenta con montaje sobre la versión original (1908) de nuestra Alicia Alonso. La obra vibró esa noche, en primer lugar, por una Yanela Piñera segura, inspirada y plena en el difícil estilo fokiniano, tanto en el Nocturno como en la Mazurca y pas de deux (aunque debe hacer cierto hincapié en el trabajo de los brazos para lograr la perfección con su técnica envidiable). No obstante, ella con su enigmática presencia, marcó el paso para que todo marchara a la perfección. A su lado, Ernesto Álvarez asumió El Poeta con lirismo/elegancia, así como Ivis Díaz (hermosa en el Preludio), y Lissi Báez que con su clásico quehacer insufló de belleza estética y perfección al espectáculo, que el cuerpo de baile terminó de bordar. La noche puso punto final con Dido abandonada, donde brilló particularmente una Sadaise Arencibia radiante que conquistó el auditorio con su presencia en la reina de Cártago, excelentemente secundada por Arián Molina y Alejandro Silva, en Eneas y Jarba, Rey moro, respectivamente.

En la imagen, los primeros bailarines Paloma Hererra( American Ballet Theater) y Gonzalo García( New York City Ballet). Foto: Yander Zamora

IVÁN TENORIO EN EL RECUERDO

De uno de los más grandes coreógrafos cubanos: Iván Tenorio (Premio Nacional de Danza, 2007), quien acaba de fallecer en pleno Festival; el maestro que legó obras altas donde se regodeaba en la estrecha relación entre danza/teatro, como esa tragedia lorquiana que exhala intensidad escénica: La casa de Bernarda Alba, o en la que apostó por el diálogo fascinante entre la tradición clásica y los ritmos afrocubanos: Rítmicas, así como Estudios para cuatro, Cantata (su pieza cumbre)…, entre muchas otras, aparecieron esa noche escenas de Hamlet. Un trabajo sobre el clásico shakesperiano que, dentro de una traslación bastante literal de la obra, resulta un espectáculo que logra eficacia comunicativa a partir del uso de términos no convencionales del llamado ballet moderno. En esta ocasión fue recibido con la carga de profesionalismo que lo anima y el aprovechamiento de las dotes técnico-interpretativas de las figuras utilizadas, en primer lugar, Javier Torres quien pleno de recursos permeó, con su sensibilidad histriónica, el personaje de Hamlet, así como Anette Delgado (Ofelia) y Camilo Ramos (Laertes). Un grato instante que recordó a un creador esencial cubano que seguirá habitando nuestros escenarios.

Foto: Yander Zamora
Foto: Yander Zamora
COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.