ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Desde que comenzó su an­dadura bajo la cobija del Festival Internacional de Poesía de La Habana, la colección Sur ha tratado de llegar a las márgenes de la lírica en todos los espacios posibles, únicamente enarbolando dos premisas: la je­rarquía literaria y la sensibilidad.

Con la presentación en la Feria del Libro del volumen Poetas originarios de América, fueron sobrecumplidos ambos presupuestos. A los valores estéticos de los textos reunidos y su di­mensión espiritual, se añade, co­mo lo hizo notar el director del Festival, Alex Pausides, presidente de la Asociación de Es­critores de la Uneac, la transmisión de valores an­ces­trales que dan cuenta de la actualidad de un legado de belleza y resistencia.

Porque, como debe saberse, las comunidades originarias de la región han tenido que sortear numerosos obstáculos, desde las invasiones europeas hasta la relegación en las pirámides sociales de las naciones que a fines del siglo XX aplicaron la doctrina neoliberal, para tener voz propia y empinar las alturas de un canto auténtico.

La selección de autores comprende a poetas mapuches, aymaras, quechuas, guaraníes, guajiros, yanaconas, kamentsas, wayus, mayas, mazatecos  y náhuatl, que ilustran la diversidad étnica y lingüística de un amplio abanico que va desde lo profundo del Cono Sur hasta los bordes del Río Bravo.

Pero también se reflejan al menos tres expresiones de las naciones aborígenes de Nor­te­américa, los innu, los cherokees y los navajos. Ojalá que fueran más. Queda por publicar una antología que singularice la lírica de las comunidades preteridas por la expansión colonial y el gran capital en Estados Unidos y Canadá. De todos mo­dos, la idea de agrupar en un mismo proyecto editorial a poetas de las dos Américas es un tributo a la integración por la vía de quienes por más de medio milenio han representado la resistencia de los vencidos que más temprano que tarde, como ya viene sucediendo en algunos países, serán los vencedores.

Un proyecto como este presenta dificultades. La traducción al castellano de la poesía de los pueblos originarios no solo implica superar los problemas comunes a todo tipo de traslación de una a otra lengua, sino en muchos casos acomodar al lenguaje escrito expresiones y giros que parten de una matriz oral. Por demás, la comprensión de cada universo metafórico se yergue como un desafío.

Aunque la mayoría de los autores están vivos y constituyen referentes muy actuales y destacados de sus comunidades lingüísticas —quien esto escribe tuvo el placer de compartir mano a mano hace pocos años en La Ha­bana con el poeta mapuche Elicura Chi­hualaf—, el punto de partida de la antología nos remite, sabia y lúcidamente al origen de la resistencia.

De modo que al abrir las páginas del volumen aparecen textos de Nezahual­có­yotl, el gran poeta que cerró en el actual territorio mexicano la era precolombina de la nación ná­huatl; y luego una elegía, de autor anónimo, que se ha conservado a lo largo del tiempo entre los quechuas, dedicada al Inca Atahualpa.

Quien recorra con el corazón abierto las páginas de este libro, podrá hacer suyas las palabras de Pausides cuando dice: “Si entendemos la poesía co­mo el acto supremo de creación de sueños y utopías, no estaremos equivocados si de­cimos que a los poetas originarios de América les ha llegado su tiempo de mejores cosechas a favor de sus pueblos orgullosos, nobles, valientes, generosos, en su larga lucha por la redención y la dignidad humanas”.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.