Existen frases, afirmaciones de las cuales uno no puede escapar en el día a día. Muchas de ellas hablan del «pueblo», término que busca englobar a todos los cubanos y cubanas, a la gente común y corriente.
Es frecuente escuchar que el pueblo es quien más sufre determinado problema (y es así, sin lugar a duda), es quien se daña por la actitud negativa de algunos funcionarios, es el más vulnerable ante los altos precios, ante los autos que viajan vacíos y no se detienen frente el pedido solidario de los que esperan. Se dice que es el pueblo el que se indigna cuando falta el médico a la hora exacta de la consulta o los servicios son ineficientes en la gastronomía o en el agromercado.
Pero ¿es el pueblo un ente incorpóreo y una masa indeterminada? ¿No es acaso una suma de partículas humanas que conforman un tejido social heterogéneo? Porque en Cuba, a pesar de las diferencias surgidas en los últimos años, el pueblo somos todos, y muchas veces estamos en el lado de los maltratados y otras en el de los maltratadores. Podemos ser uno más en la cola o aquel que atenderá la fila con desidia, allende el mostrador; estaremos en ocasiones junto a los que rechazan el plato mal servido o dentro de la cocina ineficiente que lo elabora; levantando airados el pan mal cocido o confraternizando con el que no pone en la masa todo el aceite.
Esa nefasta cadena de malas actuaciones es como un virus de rostro oculto y manos largas. Cada molestia causada, cada negligencia cometida se convierte en un bumerán social que regresa y nos golpea en pleno rostro, porque la colectividad es eso, el pueblo es eso, un conjunto de seres humanos que necesitamos unos de otros, y que podremos servirnos mejor si podemos quebrar el eslabón dañino que nos atañe.
Si todos cumplimos con el encargo social allí, en nuestro pedacito, y lo hacemos bien, habremos aportado nuestro granito de arena al respeto y la consideración hacia los demás. Entonces estaremos en mejores condiciones para exigir toda la eficiencia posible en la dirección y en la toma de decisiones, y seremos sin duda un pueblo más respetable, y sobre todo más respetuoso.
COMENTAR
Responder comentario