Cuando se es periodista y se tributa para un diario que, como todos, tiene horario de cierre, hay que asumir la llegada del sueño nocturno como el reposo necesario para esperar, quizá, la nueva noticia del día siguiente.
Así me ocurrió este martes, 3 de noviembre, cuando supuse que en un país muy desarrollado y con mecanismos electorales que se mantienen inamovibles, el resultado sería expedito horas después de cerradas las urnas y contados los votos.
Pero habrá que esperar para saber al menos si se producirá la llegada de un nuevo presidente a los EE. UU., o el mandatario actual pueda desempeñarse por otros cuatro años. La noticia del día puede ser una u otra opción.
Pero hay más: una predicción tipo pesadilla auguraba, desde hace días, el grito de «fraude» si Trump resulta perdedor, o el posible estallido de la violencia.
Lo real es que, aunque más de cien millones de votantes ya lo habían hecho de forma anticipada, la escena podría describirse como de las más enigmáticas, más cuando es casi imposible otear las diferencias entre los demócratas o republicanos.
Algunos artículos de prensa cuentan que «Trump ha estado en una permanente campaña electoral para reelegirse desde el primer día que fue proclamado presidente en el año 2016».
El ambiente se matizaba con la noticia de que los comercios cubrían sus cristales con planchas de madera, para evitar daños por una posible reacción de quienes se aferran a no perder, como igual amurallaron a la Casa Blanca.
Hay muchas informaciones que llenaban las redes, pero ninguna se adelanta a vaticinar quién ganaría. Y es lógico, porque, aunque algunos optemos por acogernos al sueño necesario, y otros esperen despiertos la «gran noticia», en mi opinión, habrá que conformarse con aquello de que, ocurra lo que ocurra, todo será más de lo mismo.
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RICARDO BERRUTTI dijo:
1
7 de noviembre de 2020
16:57:27
castillo dijo:
2
8 de noviembre de 2020
09:58:55
Ronald L Verbaker dijo:
3
8 de noviembre de 2020
11:34:53
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