ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Cuentan que cierta vez invitaron a Sócrates a presenciar una carrera de caballos. ¿Para qué ir? –preguntó el filósofo– Ya conozco el resultado: sé que ganará un caballo. Escribo este texto mientras aún se desarrollan las elecciones en EE. UU., pero ya sabemos quién será el ganador.

Allí le llaman democracia a la puja entre dos señores que representan el mismo interés ideológico y económico, seleccionados por una élite que apuesta con mucho dinero a ambos bandos, y que entienden por debate una suerte de show donde abundan las mentiras y los insultos personales.

Un conocido tópico expresa: «No hay nada más parecido a un demócrata que un republicano»; de esa forma siempre ganará el candidato de la oligarquía. ¿De dónde entonces proviene la polarización que vive esa sociedad, qué la origina?

Yo recuerdo esos biombos con que se filmaban las antiguas películas de vaqueros, donde el paisaje giraba alrededor del supuesto jinete, creando una ilusión de galope. Así pasa hoy. Los caballos están detenidos, pero hábilmente se crea una rivalidad, a partir de cultivar ciertos odios entre un bando y otro, de modo que la exacerbación emotiva enmascare los verdaderos problemas que sufre esa sociedad; esencia de un sistema que ambos contendientes están de acuerdo en mantener. 

Ni Trump ni Biden avanzarán un milímetro en dirección a mitigar las profundas desigualdades económicas de ese país; más bien estas se seguirán ahondando. Según datos de la Reserva Federal, el 1 % de los más ricos ya controla más de la mitad del capital en empresas públicas y privadas, gracias a los enormes rendimientos alcanzados en el mercado de valores en los últimos diez años.

Durante la pandemia hemos visto la paradoja de una economía en picada, con miles de pequeñas y medianas empresas en quiebra; mientras, crece el Dow Jones, índice bursátil constituido por las 30 empresas con mayor capitalización bursátil en la Bolsa de Valores de Nueva York.

Muchas veces, en las redes sociales, me han dicho: Tú vives en Cuba, no tienes que meterte con las elecciones de Estados Unidos; pero quien ha puesto el tema Cuba en las elecciones de ese país no he sido yo. De un lado vemos a Trump prometiendo que acabará con el socialismo en la Isla a base de rendirnos por hambre; de otro, Biden que continuará con la política de acercamiento iniciada por Obama.

Cuesta trabajo hallar información exacta de cuántas pequeñas y medianas empresas han quebrado en Estados Unidos durante este año; solo descubro referencias generales aquí o allá, y siempre enmascaradas con otros datos. Sin embargo, si en la barra de Google colocas la palabra Trump seguida de Cuba, aparecerán cientos de artículos en todos los medios internacionales.

Es obvio que cada contendiente, sobre todo, aspira a ganar votos, dado que la Florida es un estado vital para sus propósitos; pero de esa manera uno asiste a la lastimosa realidad de compatriotas que, con entusiasmo, aplauden un soñado genocidio de quienes fueron sus vecinos, sus antiguos compañeros de escuela, o familiares que aún les quedan en Cuba.

Avergüenzan ciertas opiniones en las redes sociales. Allí vemos la contradicción de luchadores por una «democracia» que permita linchar a todos los comunistas; a quien esgrime el concepto de «libertad individual», para impedir que una persona mande remesas a su anciana madre en la Isla, o un padre a su hijo. Usar el concepto de «derechos humanos» con el objetivo de privar a un pueblo de recursos para su desarrollo. Lo más patético es que, si te asomas a sus perfiles en Facebook, descubres que estos voceros no son empresarios capitalistas que luego invertirían en Cuba, ni personas que sufren por propiedades que fueron nacionalizadas.

Parece esquizofrenia. Uno recuerda el bombardeo mediático que recibió el pueblo alemán en los años 30 y 40 del pasado siglo, que finalmente derivó en el holocausto del pueblo judío. Hay cosas que parecieran grotescas si, de pronto, no se notara detrás la mano dirigiendo un coro de odio del que no escapan personas de formación académica y hasta con libros escritos.

Uno de estos «argumentos» ridículos surgió, de manera generalizada, en días pasados. Ciertamente, ya las redes sociales no son campo libre para la difamación contra Cuba, y ante esta realidad, por aquí y por allá, de pronto asistimos al reproche masivo de que se defienda el socialismo cubano usando celulares e internet capitalista.

Uno pudiera oponer aquella frase de Einstein: Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera. Figúrense, de entrada, los satélites y el teléfono móvil fueron inventos soviéticos; pero no nos dejemos llevar por apariencias: detrás de estos razonamientos pueriles se esconde una lógica perversa.

La idea es enredarnos en discusiones estériles con quien es un simple instrumento; que sigamos el hilo de cualquier tontería y, también, terminemos siendo banales. Que por inercia o ingenuidad olvidemos denunciar, o terminemos siendo cómplices, de los males que aquejan a la humanidad. En definitiva, esa es una de las esencias que persigue la puesta en escena llamada elecciones presidenciales en EE. UU.   

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JOSEP dijo:

1

4 de noviembre de 2020

20:21:44


Estados Unidos (país sin nombre) NO es ninguna democracia, como cacarea la televisión española, sino una Plutocracia (del griego ????????????, ploutokratía, ploutos 'riqueza' y kratos 'poder'), es decir,es una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por sus miembros más ricos; bien estaría que hablásemos con propiedad. Claro está que la sumisión a los dictados del imperio es abrumadora en los media europeos.

manuel dijo:

2

6 de noviembre de 2020

13:32:05


antonio, excelente comentario , he podido leer en las redes algunos escritos de personas que nacieron en esta tierra, que se les olvido . Al tomarse la coca-cola del olvido se les olvida la historia que con tanto esfuerzo se les trato que aprendieran, se olvidan que ni las balas, asi como tambien las bombas no tienen nombre. El ultimo escrito que lei de una persona em recuerda aquella frace que decia NO NOS ENTENDEMOS