Aquella primera vez que intenté hacerme de una novia, solo me atreví a hablarle por teléfono. Mi padre tenía razón, cualquier aparato que sustituye la confrontación cara a cara es impersonal, detrás de un megáfono eres capaz de decir cosas con más facilidad que mirando a los ojos.
Los mensajes de texto alivian aún más la presión, ahí ni siquiera nuestro interlocutor escucha el tono de voz, la ironía es solapada. En realidad las palabras se escriben más rápido de lo que se dicen.
Ahora las redes sociales nos sobrepasan.
En Facebook nacemos de nuevo, por ejemplo, construimos una personalidad acorde a lo que creemos ser, pero también nuestras miserias se escapan con más facilidad.
En el nuevo mundo no existes sino en las redes sociales, y en las redes sociales, aquel que publica la intimidad de otros en su muro ya no es considerado indiscreto; aquel que posa de víctima buscando likes y consuelo ya no es egocéntrico ni melodramático; aquel que insulta a la ligera ya no es un mezquino; es solo un usuario más, con «amigos» que en la calle lo ignoran y «personas bloqueadas» que en la calle lo abrazan.
En el nuevo mundo la realidad inmediata importa menos, que compartirla como recuerdo.
Facebook no es solo un tipo de red social, a muchos los lleva enajenados del presente vívido, los consume entre los chismes que no son noticias, entre los memes que son hijos huérfanos de la caricatura, entre los emoticones que no son sentimientos.
La era del tuit no debiera suprimir reflexiones de Borges o Galeano, una frase debiera ser el principio de la búsqueda, no su final.
Presos en la redecilla social se nos ve exagerar virtudes para buscar likes y así alimentar el ego que nos crece dentro, se nos escapa el defecto en la palabra resentida, en la demanda absurda, en la pataleta fiera sin verificaciones, en la confrontación indigna y en la tolerancia cero.
He pensado varias veces salirme de Facebook, pero es el único «sofá» que tengo para promover mi trabajo a más personas a la vez, para conectarme con los amigos que tengo en el mundo, y botarlo es la opción de los idiotas.
Se trata de utilizar mejor la tecnología, nosotros a ella. No tengo 5 000 amigos, la realidad virtual es una trampa, como tampoco me aceptó aquella niña, porque me creyó un cobarde por utilizar el teléfono y no verla a los ojos para pedirle un beso.
O bien solo especulo, y quizá alguien dirá que vivir en Facebook es mejor que en una Isla intensa y maravillosa, y aquella niña (ya crecida) me recordará que dijo no, simplemente, porque soy muy feo.
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Francisco Miguel dijo:
1
26 de agosto de 2019
14:38:09
Jorge Respondió:
29 de agosto de 2019
18:22:53
Helena dijo:
2
26 de agosto de 2019
17:03:08
Rey Montalvo Respondió:
26 de agosto de 2019
22:03:54
Adiel (Cebollita) Morales dijo:
3
26 de agosto de 2019
22:49:46
Isabelle dijo:
4
27 de agosto de 2019
10:23:32
Helena dijo:
5
27 de agosto de 2019
12:32:59
Sonia Respondió:
29 de agosto de 2019
14:55:52
Eduardo Raúl BURATTINI dijo:
6
31 de agosto de 2019
20:23:43
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