ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Cuando era niño, allá en el terruño cañero donde crecí, dos cosas se decían como lemas de combate o arengas cotidianas: «Azúcar para crecer» y «Sin azúcar no hay país», ambas eran grandes y dulces verdades.

La vida giraba en torno a la humeante chimenea de un central. El ingenio con sus vapores y rechinares metálicos era una especie de tótems al que todo el pueblo agradecía y veneraba. La ronca sirena accionada por vapor anunciaba las horas de los cambios de turno en la fábrica y era, además, alerta para el quehacer de todos. Resultaba común escuchar en el argot laboral, familiar y hasta pasional, las referencias al «pitazo del central».

Se hacían citas y pactos que  convocaban a una partida de dominó «cuando el central pite a las siete de la noche»; a una reunión después del «pito de las 11 de la mañana»; y hasta recuerdo a mi amigo Felito, la Manhattan, así apodado por su inseparable camisa de aquel popular modelo, que se puso un poco nervioso haciendo una nota a Xiomara, para verse en el parque, pero cosas de la premura y un inoportuno bolígrafo que se quedó sin tinta, solo le permitieron escribir un texto incompleto que le valió el rechazo de la joven, la esquelita decía: te espero en el parque con el pito.

Pero el central no solo era ruidos, también era nueces. Sus producciones y todo cuanto estas movilizaban aupaban el desarrollo del pueblo. La vida social del batey era como un engranaje más de la industria: si la zafra marchaba bien, el pueblo marchaba bien; si una rotura paralizaba la molida era acontecimiento colectivo y la gran mayoría de los pobladores sabía de qué se trataba el asunto, porque alguien de cada familia tenía que ver con la molienda.

Cuando la campaña daba inicio, la atmósfera del pueblo cambiaba, el olor a mieles ponía en el aire un toque dulzón, las calles se teñían con el negro manto de los bagacillos chamuscados; el movimiento de camiones y trenes era incesante; el ronronear de las masas moledoras se sentía en todas partes, la vida bullía y a la gente le gustaba.

Había torneos de béisbol azucarero y nuestro equipo era de los mejores, con lanzadores como el Huracán Góngora o jonroneros como Mustelier Sacarosa.

Se organizaban fiestas para el fin de zafra, que todos disfrutaban porque todos, de una manera u otra, algo tenían que ver con los éxitos del plan de azúcar. Se hacían trabajos voluntarios y hasta valijas para llevar regalos a los azucareros, que eran como guerreros épicos de una batalla que el país tenía que ganar siempre.

Dentro de aquellos herrajes añosos, allá por lo tachos, las casas de calderas o las centrífugas, había personas veneradas, hombres curtidos por la experiencia invaluable de años dedicados a fabricar el dulce. Verdaderos maestros de ese interesante proceso que eran capaces de saber, desde la distancia de sus casas, que algo no andaba bien en su querido ingenio, solo por notar este o aquel ruido inusual que sus entrenados oídos sabían detectar.

De uno de aquellos hombres aprendí un dicharacho, que siempre usé porque encerraba toda esta historia en una sola frase: «el que tiene un amigo, tiene un central».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

BDPZ dijo:

21

11 de marzo de 2019

16:28:36


Hermoso pasaje. Cuánta añoranza de los bateyes y del Central porque el Azúcar hizo nuestra historia

Reylez dijo:

22

11 de marzo de 2019

16:33:26


Todavía hoy hacemos cosas para que la vida social del batey sea como un engranaje más de la industria: que si la zafra marcha bien, el pueblo marche bien; que cuando una rotura paralice la molida se convierta en un acontecimiento colectivo y los pobladores conozcan realmente de qué se trata el asunto, porque alguien de cada familia tenga que ver con la molienda, Trabajamos por dar valor a edificios y equipos con valor patrimonial.

ozl dijo:

23

11 de marzo de 2019

20:24:52


Una historia como esta es lo que sea vivido en cada pueblo donde hubo o hay un central por que el azúcar forma parte de nuestra identidad desde los tiempos de la colonia, es símbolo de rebeldía durante las luchas por nuestra liberación

MCYZ dijo:

24

12 de marzo de 2019

09:11:37


Que bella historia, estoy segura que miles de cubanos se sienten identificados con ella al igual que yo en estos momentos. Es una lástima que muchos pueblos ya no cuenten con la dicha de tener un central.

EleZa dijo:

25

12 de marzo de 2019

15:00:19


Bella historia, que está llena de gratos recuerdos, para todos los que hemos pasado por esa experiencia.

Zenys dijo:

26

13 de marzo de 2019

07:57:19


Muy bonita la Historia quien del interior o cercano a un Central no ha vivido esta nostalgia al comienzo de cada contienda

La cascorreña dijo:

27

13 de marzo de 2019

10:31:39


Buen comentario por muchos años vivi en el mundo de hacer caña y azucar. Hoy hay que lograr la participaciòn masiva del pueblo en la zafra como muy bien detallas en tu comentario.

Z-Luna dijo:

28

13 de marzo de 2019

16:03:38


Gracias por recordarnos todo lo maravilloso que se vive en las zafras, trabajo en un central y aun en la familia vivimos la zafra como un todo, para seguir haciendo la historia en estos pequeños pueblos que se hece a base de azúcar.

ENSO dijo:

29

29 de marzo de 2019

11:52:43


Para mi, amanecer en el Central Delicias hoy Antonio Guiteras, era realmente una delicia, igual sus ruidos, olores, y ese pito que nos anuanciaba que mi abuelo ya venia a la 11:45 am para almozar, era un ejembre de bicletas, afortunados los puerto padrenses que aun conservan su central, un gran coloso.

alina dijo:

30

30 de marzo de 2019

20:37:13


muy lindo comentario, que dulzura se vivia y aun la vivo pues sigo viviendo en un central, que ya ni se parece al batey donde naci y me crie, pues desgraciadamente ya no hay sentido de pertenencia y de lo que hubo alguna vez, no queda nada, pero hay que seguir y gracias que hay ingenio todavia para seguir oyendo su silbato, oliendo su meladura y haciendo azucar.

Julian Mastrapa dijo:

31

6 de abril de 2019

13:33:53


Estamos ante otra muy pobre campaña azucarera, se ha tornado crónica y los peor que somos incapaces e incompetentes de recuperarnos, es imperativo resolver este pésimo desempeño, se requieren medidas fuertes que arranquen de raíz tantos males, valor y determinación