ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Herida en su orgullo, magullada y con tajos abiertos a los que no llegó nunca la sutura sanadora, yace en el lugar donde «nació» para bien de sus vecinos hace ya unas cuantas décadas. Pasan por su lado los mismos seres que la conocieron radiante y útil y nada pueden hacer para devolverle su hermosa lozanía.
Que el cuadro descrito no alarme al sensible lector, que en la bondad de su corazón podría pensar que se trata de una dama desvalida a la que le falta la debida atención médica. Y si lo alarma –lo cual habla de su capacidad de condolencia– que sepa que no se trata propiamente de un ser humano, aunque su nombre apunte al género femenino. Hablamos de una esquina, la que conforma la acera de la Calzada de Luyanó y Teresa Blanco, sitio socorredor y de comunicación que habrán de agradecer siempre los lugareños, en tiempos en que, a falta de correos electrónicos, telefonía móvil e internet, quedaba como única vía para la comunicación escrita y urgente el telegrama, un servicio que se hacía posible antes, en el correo existente allí, en la propia intersección.
Hasta la citada esquina llegó hace ya varias semanas –más que suficiente para que fuera otra su realidad de hoy– un equipo de trabajo de la empresa eléctrica para cambiar un poste inhabilitado  que se erige sobre ella, y con eso mejorar el servicio. El trabajo quedó perfecto y hoy cuenta esa área con un equipamiento que sirve mejor a la comunidad.
Hasta aquí la parte feliz del cuento. Como es natural, para hacer el cambio del poste, hubo que hacer añicos la acera, de modo que se extrajera el defectuoso y poder «sembrar» el nuevo. Una vez concluido el trabajo, los técnicos, cargaron con escaleras e implementos y ni una mirada hubo para la pobre acera, que además de lucir horrorosa, es, con sus trozos superpuestos como quien arma triunfal un rompecabezas, un peligro para el transeúnte, fundamentalmente para los de mayor edad, que suben y bajan a todas horas por la calzada.
Inadmisible resulta que cada vez que algo de este tipo tenga que ejecutarse, se deje fuera de la gestión la parte que se encarga de reparar lo que para lograr la misión fundamental, se rompe.
En la propia Calzada, la Empresa Aguas de La Habana se encargó hace un tiempo de poner los metros contadores en las viviendas y habiendo concluido su trabajo reparó –aunque valga decir que no en cada caso con la calidad necesaria– las roturas, y dejó restauradas las aceras. Tal desempeño no es digno de vítores; tiene que formar parte natural de la acción inicial, como parte del servicio. Con los cables tiene que venir el cemento, lo mismo si se cambia un poste o se pone un metro, por solo citar los ejemplos más cercanos.
«En la vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer», dice la máxima martiana que también asegura que desbaratar sin reparar es como robar. Mucho tenemos que salvar en materia constructiva en nuestra Habana y muchos son los empeños que dejan ver cuánto realmente se emprende para hacer más feliz la vida capitalina, para presenciar apaciblemente y sin dolor desmanes como este, que la dejan maltrecha y ajada y destruyen la soñada imagen de una ciudad realmente bella, también en el interior de sus barrios.
No hablemos ya de la defendida necesidad de higienizarla donde fuera necesario, o mantener su limpieza donde la conciencia colectiva la sabe cuidar. Aboguemos con fuerza por no destruir sin rehacer. Y no pensemos que por tratarse de apenas un metro cuadrado derruido es poco el menoscabo. La escena es más frecuente de lo que quisiéramos los dolidos y los metros correspondientes suman para mal una cifra alta que nos daña y deteriora a todos.

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El Delegado. dijo:

1

24 de octubre de 2018

15:40:35


Coincido con cada uno de los señalamientos aportados en su artículo. Realmente la necesidad que cada día sea más elevada la conciencia institucional y social, en tanto compete recurrir a los valores de nuestra historia para entender que reconstruir y salvar deviene como salvaguarda de nuestra identidad, de una nación forjada durante siglos. La educación y los valores éticos y estéticos deberán estar acompañados en cada uno de las acciones que se acometen, la sociedad cubana deberá entender en plena mayoría que lo indolencia y la desidia resta en nuestra formación cultural y social.

Enrique Mogensen dijo:

2

24 de octubre de 2018

16:48:39


De que forma sutil, respetuosa, utilizando su particular y fino lenguaje Madeleine nos introduce el concepto que quiere transmitir. La dama desvalida ha sido herida y esa dama es mi segunda ciudad en el mundo : La Habana. Nos planteas en forma elegante lo que en otros podía ser una queja, una denuncia en términos de improperios. Casi como con una caricia nos invitas a la reflexión de recomponer lo que se ha herido. Además te felicito porque colaboras a cuidar de una ciudad tan bella y de su gente. Gracias por tan buena nota.

Alcides dijo:

3

25 de octubre de 2018

11:08:59


Este mal agobia a Cuba, aquí en el lejano Banes, cualquiera rompe calles, aceras y mas para intalar ena red de agua, sanitarias y otras sin reponer nunca y sin que ningún organismo investigue y sancione al infractor aún las denuncias de la población por lo que apoyo de forma total su comentario.

Reynerio dijo:

4

25 de octubre de 2018

17:22:12


La falta de integralidad en lo que hacemos es um mal que nos corroe.Parece que ya esta en nuestros genes.Podemos agregar a lo descrito en la bronca Empresa Electrica -Entorno, una que es cotidiana, la de la tiendecita resplandeciente de la TRD,CIMEX,CARACOL,...en los bajos de un edificio multifamiliar del siglo XX,el cual aparte del espacio que ahora ocupa la tiendecia resplandeciente se esta cayendo a pedazos...