ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

El protagonista de estos párrafos se acuesta bocarriba y mira el techo. Quizá su cuarto no sea ideal para la meditación, pero qué lugar lo es o cuál no. Está en el último año de la carrera universitaria y disímiles preocupaciones rebotan en su mente, a un lado y a otro, adelante y atrás… No logra concentrarse.
Piensa en la necesidad de terminar la tesis a tiempo, en prepararse y recibir aplausos luego de la presentación, pero otras cuestiones también lo atormentan.

Desde hace varias semanas escucha a sus compañeros de aula planear el brindis de ese día y los regalos al tutor, oponente y miembros del tribunal. Algunos hablan hasta de fiesta o una cena con invitados en casa.

Oye, y casi tiembla por la certeza de que él y su familia no podrán hacerlo igual, pues los ingresos económicos en su hogar no permiten semejante «derroche».

Ve a varios amigos probarse la ropa que usarán ese día, las camisas de mangas largas, las corbatas, los zapatos de galanes…, a las muchachas con sus vestidos que parecen sacados de películas…, y cierra los ojos deseando que a él todo le salga bien.

Su madre ya tiene un dinero ahorrado, pero quizá no alcance para comprar ropa tan buena como las de los otros. Alguien le dice: «Socio, no te preocupes por eso, termina la tesis, estudia, coge cinco puntos en la evaluación, y ya, lo otro es bobería».

Él responde: «Sí, es verdad», y suspira. Sus ojos, el tono de la voz, los gestos… reafirman la preocupación. Recuerda sus participaciones como parte del público en otras presentaciones de tesis de licenciatura, cuando los ponentes lucían impecables, y luego ofrecían un bufé tremendo, que motivaba elogios.
Gracias a la memoria, escucha otra vez expresiones de estudiantes en la beca alabando lo ofrecido en la tesis de Ana, Rosalía o Roxana, lo sabrosos que estaban los camarones y la ensalada fría… También puede escuchar las críticas a Jorge y Liliana, porque solo brindaron un poco de vino y unas galletas con queso. Suspira otra vez, intenta leer un libro, pero la tormenta en su interior se lo impide, por eso fija la mirada en un punto negro de la pared.

Resulta lamentable que estas preocupaciones invadan la mente de un joven a punto de graduarse. Lo material, el «brindis» y los regalos han conseguido demasiado protagonismo en la actualidad, en lo cual influyen diferentes factores; y esa jamás deberá ser una meta excesiva.

Ante esa práctica común no hay regulaciones. Ojalá las universidades, las entidades que recibirán a los nuevos profesionales u otros organismos asuman verdadera y totalmente la atención a los integrantes de tribunales y oponentes durante las fechas de las evaluaciones.

Cierto que es imprescindible vestir de forma elegante ese día, uno especial por constituir frontera entre la etapa de estudiantes y profesionales, pero no necesariamente significa exhibir ropa cara ni trajes excelsos.

Lo verdaderamente importante es el ejercicio académico, la preparación, y demostrar lo aprendido en la etapa universitaria, para satisfacción personal, de familiares, profesores y amigos.

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Eduardo Ortega dijo:

21

11 de junio de 2018

20:02:40


Muy buen artículo. Para la tesis lo más importante es la preparación del estudiante y la calidad de su trabajo. Basta con una ropa apropiada para la ocasión y dar sinceros agradecimientos a quienes hayan ayudado al joven durante su preparación. Lo demás es superfluo. Es muy bueno que este tipo de artículos se publiquen. Nosotros debemo sir a la raiz de las cosas. Son muy apropiadas para la ocasión las palabras de Martí, que alude Manuel R., ahí esta la esencia. SALUDOS!

maribel Respondió:


12 de junio de 2018

11:31:54

Coincido plenamente con usted ,lo importante es que cada graduado piense en cómo brillar con su exposición y cómo servirá el contenido aprendido a lo largo de su carrera con su puesta en práctica en lo laboral , el vestuario y el brindis para mí son secundarios

María Elena Peña Reyes dijo:

22

12 de junio de 2018

09:34:05


Yasel semejante a esto pasa con los estudiantes sacrificados de doce grados que estudían para obtener una carrera buena y cuando fallan en una prueba de ingreso y siguen superandose porque en su familia la economía no es la mejor y le gusta estudiar, al final son condenados a una carrera pedagógicas sin gustarle dicha profesión porque en su provincia para estos estudiantes no existe otras carreras que ofertar, ¿por qué se ha perdido el interés por estas carreras?.Así lo que un vestir o un regalo no es lo importante sino la defensa que hagas y saldrás con tu frente en alto.

Sorjuana dijo:

23

12 de junio de 2018

10:16:29


Eso de "mucha tienda y poca alma" "el que lleva mucho adentro necesita poco afuera" es totalmente cierto. Lucen como principes aquellos que saben expresarse mejor. Marti jamas se equivoco y por ello, trascendio los limites de su tiempo. Ahora...lo otro !!!! lo del "regalito" buscando nota. Eso es harina de otro costal. Por ahi es por donde hay que atacar, que causa este tipo de comportamiento en una sociedad como la nuestra ? si porque el analisis ha de ser "profundo".... no superficial!!!! Que es lo que causa tanta inmoralidad ?

maribel dijo:

24

12 de junio de 2018

11:24:55


Es cierto que para todo profesional es un día importante ,lo que no veo importante es la competencia por ser mejores en lo material, pienso que la primera meta de un graduado universitario está en su rendimiento académico y profesional que por eso sí será juzgado socialmente

edith dijo:

25

12 de junio de 2018

14:31:51


Este artículo me ha venido cómo anillo al dedo. Mi hijo se gradua el próximo año y ya le he dicho que solo tiene que peocuparse por su defensa y hacerlo bien, que de los otro me ocupo yo, pero esa "ocupación" es desde este año, comenzar a guardar los "kilitos", pues todos me han dicho que hay que hacer regalitos al tribunal y son cerca de 10 personas, más el brindis después, en fin que tengo que guardar todo mi salario desde ahora hasta julio, porque por supuesto, madre al fin, quiero que el muchacho tenga una ropa bonita ese día, así es que si se hiciera cumplir lo que realmente está establecido como dice Martha Mesa, pues sería un alivio para mí y para tantas madres como yo que somos único sostén, pero no queremos que se critique a nuestros muchachos por las "galletas con queso". Gracias, por tan oportuno artículo.

jrm dijo:

26

12 de junio de 2018

14:51:37


Esas banalidades son las mismas de los que quieren unos 15 para sus hijas e hijos por encima de sus posibilidades. No quita que ese sea un dia especial, algo marca la diferencia, una camisa bonita la tiene cualquiera. debe ser papel de los tutores, oponentes y tribunales advertir sobre otros actos nada éticos que pudieran desarrollarse, como excesivos regalos, fiestas opulentas etc etc etc. El mejor regalo para un tutor es que su alumno se defienda con esmero, que demuestre una preparación acorde a lo aprendido en la carrera.

Denys Gonzalo dijo:

27

12 de junio de 2018

15:41:36


Muy oportuno su artículo, es un retrato de lo que realmente está aconteciendo, ajeno a los valores de nuestar Revolución. Muy buena esa idea del apoyo que en ese sentido que deberían brindar las entidades que acogerían a los egresados.

Wilfreidys Jiménez dijo:

28

12 de junio de 2018

19:42:29


Eso se ha convertido en una moda y muchos estudiantes se preocupan más por como impresionar al tribunal y a los participante con el brindis y la el último grito de la moda que por la exposición en cuestión. Y que decir de aquellos entonces que su posibilidad económica no da para tanto. Sus padres con incontable esfuerzos juntan hasta el último ctv de sus ahorros para que su hijo no se quede detrás en algo que si bien marca un día en nuestras vidas creo que lo más importante es el dominio del conocimiento y la destreza a la hora de exponer la tesis.

Diego dijo:

29

13 de junio de 2018

14:41:38


Estimado Yasel: Esta historia se repite una y otra vez... Discutí mi tesis recientemente y ahora espero la graduación. Al protagonista puedes ponerle mi nombre, porque así mismo me ocurrió. Para mí fue un trauma saber qué regalarían mis compañeros de estudio. Mis modestos regalos me salieron en 35 CUC y siento que me quedé muy, muy por debajo, comparado con ellos. Por suerte, unos cuantos amigos se condolieron de mí e hicieron una colecta; otros me regalaron los zapatos, una camisa o me apoyaron con algún presentico... aún así, quedé con una deuda con la que estaré arrastrando por un par de meses; porque dependo de un salario de periodista, que es de los más bajos del país. En fin, que el disgusto no me permitió disfrutar el haber concluido mis estudios con Título de Oro.

JJ dijo:

30

15 de junio de 2018

12:02:26


En el tema que nos ocupa lo que hay que combatir son los excesos, pero noto que muchos han infravalorado la connotación de estos actos de defensa. Yo, que he pasado por la defensas de mis tesis de licenciatura y maestría, a ambas ocasiones las vi y sentí como momentos especiales de mi vida, de crecimiento personal, una alegría que deseaba compartir con mis compañeros de estudio, profesores, familia y amistades. No puede ser que pase como un día común, sin celebraciones de ningún tipo, sin ponernos nuestras mejores ropas. Y lo digo porque ya he conocido de una reciente indicación ministerial que prohibe todo tipo de celebraciones en el lugar donde se efectúen estos actos.

Lianet dijo:

31

18 de junio de 2018

10:32:32


Hola Yasel, tu artículo llama a la reflexión sin dudas. Yo fui estudiante y pasé por esos momentos de ajetreo con el "brindis" y los regalos para el tribunal (que en mi caso fue algo sencillo y acorde a la ocasión: un lapicero y un block de notas), la búsqueda de los zapatos (que solo usé ese día y en otra ocasión y ahí los tengo "despellejados" de recuerdo) y el vestido (que fue uno para la defensa y otro para el día de recoger el título en el teatro donde estuviste tú como mejor graduado de la Universidad de Holguín). Es cierto que en esos días la mente debe estar concentrada en lo más importante, que es la tesis, prepararse para las posibles preguntas del tribunal y oponente y obviamente para la presentación. Pero... sin dudas sentí la necesidad (tal vez social) de realizar el brindis para el tribunal. Es como si tuvieras una visita en casa... ese día limpiarías bien la casa, y tratarías de brindarle lo mejor que tengas en ese momento o que puedas de antemano preparar para la ocasión para que se vayan satisfechas. Claro está que en lo que se deben ir satisfechas no tiene que ver con ese tipo de regalos, al igual que en la visita, por mucho que le brindes si no los tratas bien, por ejemplo, se irán disgustados. Pero a mi tutor le hice un pequeño obsequio y no creo que eso haya necesidad de prohibirlo, como mismo no debe constituir una obligación. De hecho mi deuda con él será eterna pues continuó siendo mi tutor en la maestría y actualmente me dirije en la investigación de doctorado. A lo que sí debe ponerse "ojo" es a que profesores exijan esto, esto sí es de condenar. En cualquier caso considero debe hacerse muy discretamente. Ahora soy profesora y ya he participado en algunas defensas de tesis de grado y en verdad resulta algo incómodo estar en este otro lado. Este tema me lleva al "día del educador" para el cual los padres debían recoger un dinero en una reunión para comprar el "regalo colectivo" a los maestras y "seños". Siempre habrán padres que además de eso lleven el "regalo particular". Nunca olvidaré en la primaria, un día de fin de curso, donde igual se llevaban ahí los regalos de padres a hijos. Mi mamá me llevó un par de medias blancas, un refresco de piña (que era mi favorito en ese entonces) y un lapicerito. Pero apareció una madre de no sé qué planeta y le llevó una bicicleta a su hija. Las diferencias siempre van a existir, lo más que se puede hacer es dictar leyes, normas. En fin, creo que una posible solución parcial pudiera ser, por ejemplo, diseñar un uniforme de graduación para nuestros estudiantes universiatrios, de forma tal que ese día tengan una preocupación menos con respecto a qué ropa usarán. Recibe un saludo de Lianet De la Cruz

arturo manuel dijo:

32

20 de junio de 2018

08:31:57


¡NO TODO LO LÍCITO ES HONESTO! Así sentenciaba el aforismo latino contra las malas prácticas consuetudinarias de la época. A la costumbre, como fuente de Derecho, se agarraban los romanos esclavistas, como los curujeyes a las ceibas de nuestros montes, en tan diversas circunstancias sociales como que ofrecían hecatombes (¡matanzas de cien toros!) a Júpiter, agradeciéndole las ansiadas lluvias; o ingerían los novios una torta de harina de trigo, sentados sobre una curtida piel de vaca, en ocasión de constituir determinado régimen económico matrimonial, o las oblaciones destinadas por el padre a la curia rural para legitimar a sus hijos bastardos. En nuestro entorno universitario la costumbre, o mejor, la mala costumbre, de año en año, con el fin de curso, se abre paso desenfrenado como el incendio de un cañaveral cuyas trochas de contención poco pueden hacer para sofocarlo: me refiero a la entrega de regalos a tutores, oponentes y miembros de los tribunales académicos por los graduandos o diplomantes, sin distinción de rangos ni de títulos conquistados. ¡Y ni qué decir de las suculentas meriendas distribuidas, no solo a los actores del ejercicio docente sino, también, a los espectadores eventuales! Supongo que lo acaecido es atávica expresión de los niveles escolares precedentes, donde estas prácticas pomposas y baladíes, lamentablemente, son comunes pero, ahora, exaltadas a un plano superior. Cierto es que la voluntad, otra categoría jurídica, del obsequioso o donante, manifestada en el acto mismo de la entrega, aparentemente conjugado su deseo íntimo con su concreción externa, es prueba irrefutable de aquella, pero… ¿quién sabe sobre su quebranto monetario, o de los suyos, en tiempos difíciles, para consumarlo, amén del costo ético para el centro de estudios superiores? Del otro lado, los agraciados con los bienes suntuarios pretenden asumir una postura de ingenua sorpresa en el instante mismo del ofrecimiento, reprochando, débilmente, el generoso gesto. Pero esto no es todo: lo peor son los testigos circunstanciales de los hechos, quienes suelen interpretar lo sucedido con un doble rasero moral cuyo asentimiento vitupera el prestigio de la casa de estudios. El Derecho cubano desconoce la costumbre como fuente, solo obedece a la ley. Es preciso entonces, regular con rigor para eliminar, por lo menos públicamente, estas prácticas que, si bien no son ilícitas, tampoco son enaltecedoras de la espiritualidad del cubano de nuestros días. Más vale regalar y aceptar flores en la ocasión, sucedidas de un efusivo apretón de manos o abrazo, recogidos para la posteridad por las cámaras digitales. ¡Que la virtud universitaria se funda a la lealtad acrisolada del escudo espirituano! Arturo Manuel Arias Sánchez