ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Como si fuera  soportable, el ruido campea por su respeto. Crece como yerba mala, se impone, es un hecho que pica y se extiende. No hablo del natural bullicio de toda ciudad, de esa vida que cobra el espacio, con su gente hablando todo el tiempo, contagiando de energía al que pasa, sino del que llega de las bocinas de quienes consideran que la música puesta tiene la misión de mostrar cuán felices se sienten o en el mejor de los casos, alegrarle la existencia a toda la vecindad.

Del efecto inverso que este empoderado proceder provoca tratarán estas líneas que no repetirán lo que tantos trabajos periodísticos han dicho, incluso en estas páginas, cuando han descrito con especial devoción todo el infortunio que estas indisciplinas consiguen, desde violar la privacidad y el descanso reparador hasta perturbar la tranquilidad de las familias, donde no falta el enfermo, el bebé, la necesidad de la tregua después del trabajo, el alivio de las tensiones del diario… todo lo cual tiene su fin en el hogar, cada vez más invadido por la parranda ajena.

De sobra se sabe que quienes aman los bafles colocados para que los oiga el vecindario son casi siempre los menos comprometidos con la sociedad, los que suelen acompañar la escandalera con el alcohol, con cantos estrepitosos, dominó, alegrías descomedidas, portadoras de más ruido aún y desentendidas de los horarios y las buenas costumbres.

Como si agraviar la paz y el respiro personal no fuera ya un asunto  bien espinoso, los que no participan, los que no se involucran, los que no son sus iguales, los que buscan en la casa ese remanso que todo nido debe y tiene que ser —sobre todo cuando se vive de un trabajo en el que cada vez se exige más dar lo mejor de sí—, cierran puertas y ventanas, privan su ventilación para oír al punto de la desesperación cómo la indisciplina restriega  su risa burlona  en el rostro del mejor vecino, que irónicamente llega a convertirse en el atravesado de la cuadra.

Cerrados a cal y canto, los dolientes de esta historia cada vez más común se han acercado alguna vez a los súper contentos para comentarles, con más desconfianza que fe,  la necesidad de bajar una música, que estando fuera de los contornos de la vivienda propia, la inunda y le retumba en las paredes. Los hay que habiéndose topado con  la consabida incomprensión, echan mano al teléfono y llaman a la pnr, que al momento se presenta, hace recesar los bafles y con buena suerte, tras la llamada de advertencia, se acaba el  jolgorio por ese día, sin que falten las bravuconerías lanzadas a los «inadaptados» que les aguaron la fiesta.

Si bien es cierto que a la primera alerta policial hay un alto, también lo es que tras haberse marchado el oficial, o a la semana siguiente la indisciplina se reedita. La mayoría de las  veces estos grupos son reincidentes y burlando la autoridad en breve vuelven a escandalizar. Por su parte la víctima del ataque sonoro termina de cara a un callejón que no tiene más salida que la impotencia  o el enfrentamiento personal, cuyas consecuencias  pueden llegar a ser lamentables.  

¿Cuál es el modo de resolver un problema tan triste como alarmante? ¿Se creerá que porque no corra la sangre no se está hablando de un arma destructiva como es atentar contra el  derecho al sosiego y la tranquilidad de las personas? ¿Por tener nuestra sociedad  muchos otros problemas que resolver puede continuar quedándose atrás por los siglos de los siglos una desesperanza que no acaba de tomarse en serio?

Se ha dicho que el descanso pertenece al trabajo como el párpado a los ojos, y  también que es una parte del arte de trabajar. ¿Cómo concebir entonces que unos inconscientes puedan, a fuerza de jugar con la concordia de sus vecinos, y con la decencia de quienes buscan la armonía y las relaciones apacibles con los más cercanos, amargar la existencia de los que no molestan y adueñarse de un espacio que no les corresponde?

¿Quién vela por la paz del vecindario si no siempre con conciencia pueden resolverse cuestiones como las descritas? Tal vez  donde lo haya, un consejo de vecinos pueda haber dado algunos dulces frutos. Pero ni el cdr consigue, si es de los que se reúne, poner coto a estos inescrupulosos que asumen como una actitud normal la de arremeter contra el equilibrio atormentando el reposo colectivo.

Un país como el nuestro, que como pocos vela y combate  males como las drogas y el alcoholismo, debe poner en marcha estrategias que protejan a sus ciudadanos de amenazas como estas que atentan contra un derecho elemental de las personas. Para quien llena sus días con faenas provechosas no es poco  llegar a su casa, y hallar, junto a otros asuntos pendientes,  una invasión sonora y triunfal de la desidia.

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Alvaro Luis dijo:

41

17 de octubre de 2017

11:29:18


Madeleine su articulo está exelente, realmente es lo que nos está pasando, esas personas que realizan esto es verdad que no están insertadas a la sociedad, entonces no vienen diariamente de su trabajo con deseos de descanzar. LO CIERTO ES Y SE LO ESCRIBO EN MAYUSCULA, QUE NO TENEMOS NADA LEGISLADO QUE ELIMINE ESTO EN SU TOTALIDAD, NI TAMPOCO QUIENES TIENEN QUE TOMAR MEDIDAS CON ESTO. No es el momento ese de que venga la PNR, debe existir algo que lo prohiba radical. Por otro lado ud llega a las tiendas de equipos electricos y cada vez son más los equipos de musica potentes que venden, equipos que son realmente para poner musica en una plaza pública, sin embargo lo puede adquirir una persona y llevarlo a su casa, claro que tienen que retumbar las paredes. Conozco anecdotas de paises donde esto no es permitido, la hermana de mi esposa cuando se mudo a España, tiene dos hijos jóvenes, al llegar chocaron con esto, con solo un poco de ruido en su apartamento se presentó la policia y le realizó una advertencia por una sola vez porque con posterioridad las medidas eran de ocupación de los equipos y multas elevadas. Yo creo que nos falta algo amiga. MUCHAS GRACIAS PORREFERIRSE A ALGO QUE TANTA FUERZA ESTA TOMANDO EN LA ACTUALIDAD.

facundo dijo:

42

23 de octubre de 2017

10:00:35


Estoy de acuerdo con este articulo y con los comentarios miren este articulo lo vengo leyendo desde que salio casualmente el sabado en cienfuegos en la avenida 64-A ENTRE 51 y 53 los miembros de una casa decidieron celebrar los 15 de unos nietos en la calle desde horas de la mañana hasta pasada las 5 de la mañana del siguiente dia bocinas en el medio de la calle con esa musica chavacana falta de respeto, letra de musica para faltar el respeto y no hubo quien parara eso todo un dia una noche y una madrugada mas de una cuadra entera sin dormir la musica abarcaba toda la cuadra y los barrios alrededor que falta de respeto tan grande debe de existir una ley que esto lo prohiba el que quiera oir musica alta que la oiga en su casa me pregunto quien para estas indisciplinas sociales casi siempre estas personas que fiestean de esta forma son personas sin vinculos laborables a esta indisciplinas hay que ponerle fin