ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ricardo López Hevia

Sé que estas palabras se moverán a contracorriente, que el consenso que existe no respalda mi fe. Pero los consensos no son verdades, se construyen. A veces, expresan realidades; a veces, las producen. Un lento y arduo proceso de construcción ha convencido a muchos de la superioridad del profesionalismo (que no es igual a profesionalidad) en el deporte, sobre el ya casi extinto ideal del amateurismo. Y ese convencimiento –sobre el que pesan mitos, argumentos y deserciones bien remuneradas: toda una estrategia de imposición persuasiva–, ha disminuido nuestra autoestima en el deporte nacional. El más reciente Clásico Mundial –no por la ubicación conseguida en él, sino por las sucesivas derrotas que sufrió nuestro equipo en la segunda etapa, la última por nocaut– ha sido, para decirlo en términos beisboleros, el puntillazo. Algunos han dicho, supongo que sin alegría, «al fin podemos apreciar el nivel real del béisbol cubano».

No estoy de acuerdo con esa frase. Mi posición no pretende que se ignoren deficiencias y carencias actuales –organizativas, técnicas, incluso conceptuales– que sin duda afectan a nuestro deporte nacional, desde sus bases hasta el nivel superior. Durante décadas sostuvimos una Serie Nacional de alta calidad, a pesar de que el número de equipos y peloteros involucrados no se correspondía con la cantidad de habitantes en el país; en realidad, tampoco se «corresponde» la cantidad de médicos, de científicos o de bailarines clásicos, para solo citar tres ejemplos, pero de eso se trata cuando se habla de Revolución. Ello no significa que hoy, ante circunstancias nuevas, no podamos reestructurar la Serie y disminuir la cantidad de equipos contendientes ­–aunque esa no es la solución real–, para mantener la calidad.

Pero sobre estos y muchos otros temas, ya se ha escrito.

Quiero exponer mis criterios personales sobre aquellos tópicos que sobrepasan lo estrictamente deportivo, y que sin embargo lo condicionan. Porque la derrota transitoria del sistema deportivo socialista –que el atleta de alto rendimiento sea un profesional no significa que aceptemos gustosamente las reglas del profesionalismo; el socialismo no puede prescindir del mercado, pero se opone por esencia al mercantilismo en el arte y en el deporte–, es una de las consecuencias naturales de la derrota transitoria del ideal socialista. Dejaron de existir los escenarios internacionales de prestigio para el deporte amateur, y la guerra en torno al deporte cubano, y al béisbol –que es parte de la identidad nacional, de la autoestima que la Revolución sembró en el pueblo–, se intensifica.
 
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La desaparición del llamado «sistema socialista» tuvo un efecto económico devastador en el país, y sin dudas, también, en el deporte cubano. Sin embargo, ninguno de los tres primeros Clásicos logró demostrar la inferioridad del béisbol nacional. Recuerdo que en días previos al I Clásico, los medios contrarrevolucionarios auguraban la más rotunda derrota de Cuba y la politizaban. En una publicación en Internet que supuestamente abogaba por el reencuentro entre cubanos, se afirmaba:

«El Clásico Mundial de Béisbol (CMB) dará la posibilidad, de una vez y por todas, de comprobar cuál es el nivel real del béisbol cubano. […] Alejada del mejor béisbol del mundo por casi cinco décadas, Cuba competirá con una presión adicional. El equipo de la Isla no puede darse el lujo de una derrota aparatosa, pues se derrumbaría toda la propaganda montada durante tantos años. El béisbol ha sido el principal baluarte de una política propagandística dirigida a demostrar la superioridad del sistema deportivo cubano […].»

Algún comentarista llegó a decir que si Cuba no llegaba a la discusión de la medalla de oro, se evidenciaría «el fracaso del sistema deportivo revolucionario». Era tal el deseo de que el equipo cubano naufragara, que ese mismo medio, en un editorial de la redacción, estalló de alegría cuando caímos en el primer juego frente a Puerto Rico –con marcador similar a la reciente derrota frente a Holanda, por cierto–, y se apresuró en la organización del entierro:

«El marcador, 12 x 2, refleja la derrota más abultada del equipo cubano desde que el régimen de Fidel Castro decidiera darle la espalda al mundo profesional del béisbol. (…) Fuera de la burbuja propagandística del castrismo, el equipo nacional se vio desamparado y sin respuesta ante una novena que le arrolló en todos los ámbitos del juego. Tras más de cuatro décadas de politización de la vida cubana en general, y en especial del deporte y del béisbol, se hace muy difícil para los aficionados obviar tras el partido un enfoque desde esta perspectiva. Y lo que acaba de pasar, impensable en un año como 1959, dice mucho de la situación actual del país».

¿Quién politiza qué? El mercado politiza todo lo que toca, a favor del capitalismo por supuesto. La verdadera despolitización del deporte es su no mercantilización. No se trata de una discusión técnica o de preferencias organizativas; la sola posibilidad de que un país pobre, con políticas masivas y gratuitas de atención al deporte y a la educación física pueda producir peloteros del nivel de aquellos que devengan millones en un negocio extraordinariamente lucrativo, es inadmisible para los que ostentan el poder global. Una periodista de origen cubano escribía el 27 de marzo del 2006 en El Nuevo Herald, al finalizar el I Clásico:

«Aunque puse cara de póker durante las dos semanas que duró el torneo, hacia el final, en vísperas del juego definitivo entre Japón y Cuba, me hicieron la pregunta inevitable: ¿quién quieres que gane? Y les contesté la respuesta, para mí, inevitable: en todos y cada uno de los partidos he deseado fervientemente que Cuba perdiera».

Sin embargo, cuando se obtuvo el subcampeonato frente a Japón, ningún medio, ni siquiera los nuestros –hay que confesar que, acostumbrados a ganar, nos sentimos insatisfechos con ese segundo lugar– invirtió los términos de la apuesta y exclamó: ¡Cuba ha demostrado tener un sistema deportivo superior! Ninguno de los tres primeros Clásicos, por otra parte, reivindicó la real calidad del equipo estadounidense, pero la prensa de aquel país no habló de crisis (no tenía por qué) en el béisbol de los Estados Unidos.

Foto: Ricardo López Hevia

Durante el II Clásico, los vaticinios de la contra fueron más cautelosos. Entonces empezó el largo recuento de las glorias deportivas que tuvo Cuba antes de 1959, para fijar la idea de que los triunfos en la pelota nada debían a la Revolución. Es algo que se repite, el deseo genuino por rescatar la historia acaba siendo manipulado: hubo cine antes de 1959, pero la Revolución unió arte e industria y desarrolló lo impensable, un cine nacional; hubo una Alicia Alonso antes de 1959, pero la Escuela Cubana de Ballet es hija de la Revolución; hubo médicos brillantes en las primeras décadas del siglo XX, pero nunca antes el país alcanzó cifras tan bajas de mortalidad infantil ni soñó con tener el más alto índice de médicos por habitante del planeta, entre otros ejemplos. Quiero citar las palabras de un reconocido estudioso del béisbol cubano, el estadounidense Peter C. Bjarkman, coautor de los libros Smoke: the romance and lore of cuban baseball (1999) y A History of Cuban Baseball, 1864-2007 (2da. edición, 2014), en una entrevista concedida al bloguero Reynaldo Cruz:

«La Era Dorada del Béisbol [en Cuba] está en las últimas décadas y no con la limitada liga invernal profesional de La Habana en la primera mitad del siglo XX. ¿Por qué? (…) Uno no podía imaginar a las principales estrellas cubanas en los años 50 compitiendo contra los mejores de las Grandes Ligas como lo hicieron Cepeda, Paret y compañía en el primer Clásico en el 2006. Incluso con las trabas políticas, Cuba envió más nuevos jugadores a las Grandes Ligas (nueve) este año [2014] que en cualquier temporada precedente en la historia. Los peloteros cubanos (y por tanto el béisbol cubano como un todo) son mucho, mucho mejores en las dos últimas décadas que antes de 1960. También la Cuba posrevolucionaria tiene ahora una liga verdaderamente a escala nacional, mientras el béisbol profesional en la Isla antes de Fidel estaba mayormente restringido a solo cuatro equipos en la ciudad de La Habana (y más de la mitad de los jugadores en esa vieja liga invernal eran realmente norteamericanos y no cubanos de nacimiento)».

Es curioso que Bjarkman sostenga su polémico criterio –llega a decir: «Creo que los jugadores en Cuba durante los últimos diez años son los mejores»– sobre la base del exitoso comportamiento de los peloteros cubanos contra sus similares de Grandes Ligas, en sus encuentros correspondientes al Clásico y en sus inserciones posteriores en ese circuito profesional, ya que ese es el patrón de medida impuesto, y subestime a las figuras de las décadas del 70, 80 y 90.

Lo cierto es que más allá de hasta dónde avanzaron los equipos nacionales en los primeros tres Clásicos –en cada uno de ellos, la escuadra nacional era «evaluada» como inferior a sus rivales de la Gran Carpa e incluso, de otras ligas profesionales, aunque se le exigía el triunfo inobjetable, lo que creaba en sus integrantes un estado sicológico adverso que se unía al acoso político y de los cazatalentos–, la presencia cubana dejó una huella positiva. De hecho, muchos de los integrantes del equipo nacional que desertaron y se incorporaron al circuito de Grandes Ligas, brillaron también en sus filas –y hubo quienes no desertaron (los Lazo, Cepeda, Vera, Despaigne, etc.) y eran superiores a muchos de los que tuvieron éxito en aquella «otra pelota»–, lo que desmiente la aseveración de que no eran peloteros de ese nivel.

Previo al IV Clásico, un sitio anticubano, sabedor de que la mayoría de nuestros representantes en las primeras ediciones ya jugaban en otros países, difundió algunas estadísticas sorprendentes: el bateador de mejores números y el pitcher de mejor desempeño en la historia de esos eventos, pertenecían al vilipendiado equipo Cuba. Del primero, Frederich Cepeda –que prefirió vivir y jugar en Cuba–, decía: «entre los 541 bateadores que se han parado en el plato desde el 2006, lidera categorías tan importantes como las de carreras anotadas (17), hits (31), extra bases (15), dobles (8), jonrones (6) y empujadas (23)», y añadía: «En las primeras tres ediciones, Cuba ha dejado los mejores dividendos en promedio (único equipo que compila para 310, con 30 jonrones y 69 extra bases)».

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Foto: Ricardo López Hevia

Un artículo publicado el 19 de octubre del 2016 en El Nuevo Herald era titulado con cínica satisfacción: El béisbol se hunde en Cuba, pero sus peloteros brillan en las Grandes Ligas. Es poco serio discutir sobre la real o supuesta merma de calidad en las Series Nacionales y en los equipos cubanos, si no mencionamos el continuado desangramiento que producen las deserciones (el robo) de peloteros consagrados y de talentos en desarrollo. Tampoco es posible ignorar las consecuencias de la debacle económica de los años noventa. La pregunta es: ¿funcionaba o no el sistema deportivo revolucionario?, ¿producía o no peloteros y equipos de primer nivel mundial?, ¿era o no una inobjetable conquista el quinto lugar que alcanzamos en las Olimpiadas de Barcelona? La respuestas a estas preguntas son vitales, porque la intención de nuestros adversarios históricos es pasarle la factura al socialismo del «estado actual» del deporte cubano. Con los peloteros que abandonaron el país y hoy son estrellas en diferentes organizaciones del béisbol profesional –me refiero a los formados por el sistema cubano, algunos de ellos, exmiembros de nuestro equipo nacional, por mucho que quiera atribuírsele a los compradores el haber limado posibles deficiencias– podrían confeccionarse varios equipos de nivel mundial.

Lo que nadie dice es que el bloqueo estadounidense obliga a los peloteros cubanos que se insertan en Grandes Ligas a vivir fuera de la Isla, y los estimula a hacerse pasar por opositores al sistema (aunque no todos acepten ese papel).

Tampoco suele mencionarse un elemento moral que atañe a quienes deciden, incluso en esas condiciones, abandonar el país y el equipo nacional –en la sociedad que queremos construir, el mercado tiene que ser confrontado por la moral–: esos peloteros aceptan la oferta de un sistema que intenta desangrar a su Patria, porque quieren alcanzar una gloria personal, material o deportiva, que no puede esperar –el tiempo deportivo es corto– a un contrato digno. El monto del dinero recibido no los dispensa de la indignidad.

Mi punto es este: aún cuando ese dinero que la MLB desembolsa –haciéndose cómplice de la trata de personas– tenga en parte motivaciones políticas, también pone de manifiesto la calidad de los peloteros cubanos. Los estadounidenses saben unir política (o más certeramente, guerra) y negocios. Calidad que se extiende a los cubanos que ahora integran equipos españoles, mexicanos, boricuas, venezolanos y asiáticos, exjugadores de series nacionales que nunca clasificaron o sí, para el equipo del país. Entonces, ¿cómo es que, a pesar de esa continua sangría, el equipo Cuba –sin un solo pelotero no nacido en su territorio, sin uno solo proveniente de las Grandes Ligas, sin un solo integrante formado en otra escuela que no sea la propia– logra recomponerse año tras año? Más aún, ¿por qué se habla de crisis de la pelota cubana, si cada año la escuela nacional aporta, de la peor manera, nuevas estrellas o prospectos a la Gran Carpa? ¿Por qué no se habla de crisis en la pelota caribeña, si sus series nacionales son cada vez más breves y con menos equipos, y en ella son indispensables los talentos extranjeros?

Hay que cambiar dinámicas en el béisbol nacional, empezar otra vez, cuesta arriba, con los más noveles, con los que no nos abandonaron –la guerra en torno a los símbolos nacionales, incluye a la pelota–, pero para eso todos tenemos que cambiar, incluso nosotros, los aficionados. Si perdemos la autoestima como afición, si dejamos de creer en los que salen al terreno a entregarnos lo mejor de sí, si el lugar de prestigio deja de ser el Latinoamericano, el Guillermón Moncada, el Sandino o el Capitán San Luis y pasa a ser el Yankee Stadium, los peloteros jóvenes no tendrán opción. En este sentido, Alfredo Despaigne hace un invaluable aporte: ha transitado por los mecanismos que la Comisión Nacional ha abierto en Japón y cada dólar suyo –salud, educación para los hijos, casa propia– se triplica para su provecho en Cuba. Vive y disfruta su Patria, y al dinero que gana une el amor, la veneración de su pueblo.

Sí, el mundo ha cambiado. Hay que adaptarse a las nuevas condiciones. Eso no significa que dejemos a un lado los principios del amateurismo. El mundo ha cambiado, pero nosotros no hemos renunciado a construir una sociedad socialista. El retorno de Cuba a los escenarios del profesionalismo, que ya son todos, no es una victoria. Es una derrota la conversión de las Olimpiadas en bazares inescrupulosos, en los que todo se vende, se publicita y se compra. Es una derrota –que la Humanidad subsanará algún día– la desaparición del espíritu amateur en el mundo. Escuché apostillar a un comentarista que alababa el regreso de Cuba a la Serie del Caribe que de ella «nunca debimos haber salido», y a otro que enfatizaba que de aquel evento nunca quisimos irnos, sino que nos echaron: no, queridos lectores, abandonamos con toda lucidez la senda del profesionalismo (probablemente nos echaron, pero igual ya nos íbamos), y esa fue una decisión sabia –«el triunfo de la pelota libre sobre la esclava», en palabras de Fidel– que hoy, con pesar, no podemos mantener. Lo que a partir de entonces denominamos amateurismo fue el esfuerzo del socialismo histórico por rescatar el deporte de las trampas del mercantilismo.

Nuestros peloteros, claro que son profesionales, eso lo he dicho en otras ocasiones, y deben ser remunerados en correspondencia con su rendimiento –el país necesita extirpar los falsos y dañinos igualitarismos–, pero siempre han jugado con espíritu amateur, y eso nos hace superiores. Conservar ese espíritu, en las aguas turbulentas del profesionalismo, es un reto que debe afrontar el deporte cubano. Aprendamos de los otros sin disminuirnos, sin que la descripción de un juego se convierta en el catálogo de los aciertos del contrario y el azote y la desconfianza evidente en la fuerza de los propios. Revisemos y reparemos las deficiencias, con la convicción de que el béisbol cubano no es inferior al de nuestros vecinos. Nadie duda de que en las Grandes Ligas, donde se reúne el talento mundial usurpado a fuerza de dinero, se juega un béisbol de alta calidad. Pero ellos, sus promotores, no dudan de que en una pequeña isla del Caribe, sin dinero, con la voluntad política de un Estado revolucionario, se producen peloteros espectaculares. ¿Lo dudamos nosotros?

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José Antonio dijo:

21

15 de mayo de 2017

11:00:21


Ubieta: Suscribo su comentario íntegramente con las 2 manos y los 2 pies. Nuestro beisbol es muy grande, corre por nuestra sangre, es identidad nacional, forma parte de nuestra cultura. Nuestros entrenadores y peloteros son también más grandes que otros, pues derrochan talento, sin las más minímas condiciones. Defendamos nuestra pelota cada uno con nuestro granito de arena.

Eddie dijo:

22

15 de mayo de 2017

12:07:05


Excelente análisis de un tema muy sencible para el cubano y abordado sin medias tintas,gracias por los argumentos.

Slugging dijo:

23

16 de mayo de 2017

17:25:11


Un poco mas sobre el asunto -De acuerdo en que profesionalismo no equivale necesariamente a superioridad sobre amateurismo, pero esto solo es válido cuando el supuesto amateurismo disfruta de un financiamiento abundante y suficiente, como el que existía en el antiguo bloque socialista (repleto de excelentes deportistas). El profesionalismo surge de manera espontánea, debido a atletas talentosos, (pero generalmente pobres y necesitados) y aficionados deseosos de verles jugar y PAGAR POR ELLO. El capitalista adinerado, detecta la oportunidad, pone el financiamiento y monta el negocio unificando ambas partes. La sociedad socialista muestra problemas para conectar ambas partes, y así, hoy tenemos aficionados insatisfechos y peloteros vagando por el mundo. - El bloqueo obliga a los peloteros cubanos a vivir fuera, pero que se sepa nada impide que puedan jugar por Cuba. Las reglas del Clásico incluso les favorecen al respecto. Que yo sepa las disposiciones de la OFAC no tienen nada que ver con el hecho de un pelotero cubano se ponga el uniforme de las 4 letras, haga unos cuantos swings y varios lanzamientos, para eso incluso no tendría ni que pisar suelo cubano. Por cierto si jugaran por Cuba, serie esta una excelente manera de agujerear esa gran estructura llamada bloqueo. De que serviría un bloqueo QUE UNA A LOS CUBANOS estén donde estén y vivan como vivan? Sería como reírse disimuladamente del bloqueo, lo mismo que hacia Willy Miranda cuando Casey Stengel le conminaba a insultar a Orestes Miñoso en la caja de bateo para desestabilizarle, a los ojos de Stengel ambos montaban un show de rivalidad pero en realidad lo que hacían era vacilar el momento para estrechar su amistad . -Aquello de aceptar dólares de un sistema que desangra la patria, me parece un argumento muy poco serio. Implica ello que Cuba debe renegar de todo lo que provenga de EEUU? No deberíamos entonces adquirir productos norteamericanos, ni aun menos pagarlos por adelantado. Porque aceptamos tantas cosas provenientes de EEUU como filmes, música y alimentos? Por esta vía se llega a un callejón sin salida, es un argumento sin sentido alguno, seria análogo a lo que hacen los niños cuando desunen sus dos dedos índices para así cortar todo supuesto vinculo de amistad. - Sobre las supuestas motivaciones políticas hay que decir en buena lid y aunque no ponga la mano en el asador por nadie, que los equipos de la MLB constantemente cometen costosos errores al firmar jugadores por encima de su valor (Jason Heyward, Carl Crawford). Varios cubanos han sido pagados por encima de su rendimiento (R.Castillo) pero otros han sido pagados por debajo (1er contrato de Kendrys). -Hay que darse cuenta de que nosotros mismos nos pasamos factura al condenar a nuestros peloteros a disponer de los salarios más bajos del planeta béisbol, casi que les obligamos a marcharse a otras ligas, sea o no con la aprobación de las autoridades la realidad es que casi tienen que irse a jugar fuera de Cuba y que conste que NO TODOS juegan en EEUU, algunos andan por CUALQUIER lugar de este mundo donde se juegue pelota y se pague mejor que en Cuba. -Los jóvenes no tendrán opción con el Yankee Stadium, y que nos hace pensar que la opción es buena con el Bernabéu o el Camp Nou? Al menos por el Yankee Stadium de estos tiempos pasa a jugar talento cubano, algo que no sucede con los estadios ibéricos, y estos cubanos bien que pueden contribuir a inclinar la balanza a nuestro favor en esta guerra de símbolos. -El concepto de dignidad está íntimamente asociado al de libertad, libertad de tomar tus propias decisiones, de hacer con tu vida lo que desees, de jugar donde quieras, a veces se olvida eso. Dignidad no es obedecer a otros, sino tomar tus propias decisiones, las cuales deben ser respetadas, me parece indigno imponer a otros que cumplan con nuestros criterios, el único criterio independiente de todos debería ser el de la verdad. -Debe entenderse que el punto clave en este asunto del deporte no reside en el dinero (únicamente), sino en el derecho de jugar y poner tu talento frente a aquel de los mejores jugadores del planeta. De igual manera que Messi y Cristiano Ronaldo deciden poner su talento en las mejore ligas del mundo en lugar de desempeñarse en Argentina o Portugal. El dinero es un extra, si no les pagaran ellos seguirían jugando en cualquier parte que estén los mejores. Esto pasa incluso en un país de gran desarrollo como Japón, allí hay una tremenda liga, se les paga muy bien, pero se van a la MLB a probar su talento contra los mejores, la liga japonesa se ha desangrado en el último decenio, y no es el dinero lo que los mueve hacia EEUU, es el deseo de competir al más alto nivel, si por dinero fuera Messi y CR7 estarían ya jugando en China (país socialista). Por cierto, este deseo casi infinito de competir al más alto nivel, podría considerarse casi como un derecho humano, algo que Cuba podría esgrimir en sus conversaciones con la MLB. -En la pelota caribeña no se habla de crisis, a pesar de que podría hacerse como en lo que respecta a las ligas de futbol de Brasil o Argentina, pues existe un sistema más o menos escalonado, donde los mejores jugadores se desempeñan en las ligas más fuertes o de mayor desarrollo. Estas ligas a su vez constituyen una cantera para las ligas superiores. Aquí en el patio, no existe todavía ese convenio con la MLB sobre transferencia de jugadores, pero, que conste que aun si existiera ese sistema allá solo irían los mejores jugadores, el resto quedaría fuera de la MLB. Al menos en Argentina, Brasil, México, Dominicana, los que no llegan al máximo nivel se mantienen jugando en su país. Los peloteros cubanos no tendrían esa posibilidad, pues la Serie Cubana no dispone de los recursos mínimos para garantizarles salarios y condiciones mínimas similares a jugadores de su mismo nivel de calidad en el resto del mundo, por tanto tendrían que irse fuera del país, como lo hacen ahora, pues …… no tenemos una liga profesional.

Emilia Hernández dijo:

24

16 de mayo de 2017

17:53:04


Un atinado artículo y sobre todo revelador de un punto de vista para el análisis que no es usual, en medio de esta lucha por desmotivar a los espectadores del béisbol cubano, también se unen algunos comentaristas deportivos nuestros, es lo peor, porque nos hacen la guerra desde dentro y eso desestimula el gusto por el béisbol, no se preparan lo suficiente para poder hacer análisis a la inversa, es que ellos al comparar la preparación de nuestros atletas y las condiciones en que se desenvuelven durante los juegos con equipos foráneos, ven el vaso medio vacío y esa idea la llevan al público, en sus comentarios. Una cuestión fundamental es la acepción que tenemos del concepto profesional, se desvirtúa que tenemos una escuela deportiva cubana que los forma, muchos atletas, egresados o no de las mismas ejercen su profesión en la práctica de un deporte específico y que tienen alto rendimiento, es remunerado por ello, a diferencia de otros momentos se les ha incrementado su salario y eso no es discutible. Lo que no se explica bien y no se entiende es que esa es su profesión, es su trabajo y por ley se les debe pagar un salario por eso. Los ejemplos de atletas peloteros que desde el 2014 están insertados en el deporte profesional que va creciendo cada día, es una muestra más que evidente de la calidad de la preparación técnico-táctica que se desarrolla en Cuba, la mayoría de estos talentos ya tienen formados los hábitos, habilidades necesarias que son la base de su rendimiento y eso lo aprenden en la Escuela Cubana de Béisbol, desde las áreas deportivas en los Combinados Deportivos y las EIDE, donde además se forman ideológicamente, lo que les permite asumir la posición política de seguir en Cuba y no dejarse comprar. Razón tienes amigo al abordar este asunto como un problema moral, son dilemas molares a los que se enfrentan a diario, es escoger entre A (quedarse en Cuba) y B (plegarse a los intereses imperiales de la MLB y convertirse en mercancía) en la mayoría de los casos eligen quedarse en Cuba, y solo con mirar las estadísticas basta, de los buenos peloteros que en estos 58 años de Revolución decidieron quedarse acá en Cuba. Es cierto que las deserciones en estos 3 años se han incrementado, ello revela algunas fallas en la labor educativa política ideológica que hacemos, pero es un reto que debemos asumir, desde que se iniciaron las transformaciones económicas en el país, se sabía que estas medidas tienen un alto costo político y el precio a pagar es muy alto, en una guerra siempre hay bajas de ambas partes, porque no nos llamemos a engaño, estamos en medio de una guerra ideológica, es la guerra de 4ta generación, nuestro Comandante en jefe nos advirtió de eso, desde los primeros días de construcción del socialismo, el problema es ahora mucho más difícil y será más complejo en tanto nos abramos más al mundo. Por tanto hay que saber valorar este asunto que es complejo y multifactorial y el tema dinero no es el único problema, yo confío en que de situaciones complejas salimos airosos, el sistema deportivo cubano sigue dando pasos en el perfeccionamiento de nuestro modelo, se seguirán abriendo nuevas oportunidades para que cada vez más atletas tengan la posibilidad de interactuar con ligas profesionales de otros deportes, pero la esencia de nuestra cubanía, la dignidad y el patriotismo es la base de su formación, cuando está bien arraigada, desde la cuna, no hay dinero que socave esa base moral que es su principal coraza, ya en los atletas que juegan en categorías inferiores se visualiza la luz del renacer de nuestro Béisbol, nos compete a todos trabajar en la motivación para que el público nuestro los siga y llene los estadios para darles su apoyo, lo importante es atender las fallas del sistema y hacer las correcciones oportunas. Además es importante propiciar que los protagonistas hacedores experimentados del Sistema Deportivo Cubano, también contribuyan a formar estados de opinión, eso dice mucho del periodismo que se debe desarrollar en estos tiempos, hay que estar bien preparados para hablar del tema deportivo, hay un viejo proverbio de un gran filósofo que dice: en plaza sitiada la disidencia es traición, y no se debe olvidar que nuestro país más que nunca está siendo sitiado, porque en la región es un referente de firmeza, resistencia y valentía. Hemos vencido al enemigo y lo hemos derrotado en muchos campos, por eso en su decadencia moral, está moviendo sus marionetas para debilitarnos desde dentro, desde la década del 90 en los EE UU se aprobaron leyes con esa intención (Helms Burton, Torricelly y Plan de Transición), más claro ni el agua. No podemos pecar de ingenuos y lo somos al seguir el estribillo de los periodistas y comentaristas mal intencionados y superficiales y de otros que, sin tener toda la información, se suman o se pliegan ante este nuevo escenario. Por eso amigo, valoro como muy oportuno tu artículo, porque al analizar el tema del deporte (una de las grandes conquistas del triunfo revolucionario, por eso es tan atacado) no se debe olvidar que estamos en medio de una lucha revolucionaria, definida por nuestro Fidel Castro como una gran batalla de ideas: “la batalla de la verdad contra la mentira, la batalla del humanismo contra la deshumanización; la batalla de la hermandad y la fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad contra la tiranía; la batalla de la cultura contra la ignorancia; la batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad; la batalla de la justicia contra la más brutal injusticia; la batalla por nuestro pueblo y la batalla por otros pueblos, porque si vamos a su esencia es la batalla de nuestro pequeño país y de nuestro heroico pueblo por la humanidad” (Castro Ruz, Fidel. III Congreso de la OPJM).

roberto dijo:

25

17 de mayo de 2017

11:30:58


Gracias por su amabilidad pero ahora con su respuesta entonces Ud. parece que en el único consenso que no cree son el de las trasnacionales pero -"leyendo" su escrito inicial Ud. sentenció "los CONSENSOS NO SON VERDADES" que suena categorico, pero bueno ahora estoy más tranquilo Ud. se refería a las trasnacionales. Le reitero las gracias.

E.Navarro Respondió:


28 de mayo de 2017

07:05:05

Muy positivos los comentarios,tanto del blogero como del resto de los participantes...Opino q en nuestra patria la calidad del Deporte no ha disminuido solo q tenemos q enfrentar muchos retos q antes no teniamos.Cuba es hoy el unico pais en el mundo con un Sistema Masivo y Docente_Educativo gratuito en todo el planeta donde el principal objetivo es la salud Fisico_Mental de los jovenes.Es cierto q los resultados en la pelota no son los mismos de la pasada decada y q la calidad en las S.N.no cumple las exigencies de una aficion acostumbrada a ganar.Creo q seria correcto llegar a un acuerdo con MLB para q los peloteros cubanos sean contratados sin tener q firmar la aberrante clausula donde se les exige el status de desertor para jugar en las mayors.Tambien creo q deben reducir a la mitad el # de equipos participantes en la S.N.....Aumentaria la competencia...Tendriamos Menos Gastos y la poblacion disfrutaria de un Base Ball de mayor calidad...Saludos

Roberto dijo:

26

17 de mayo de 2017

11:43:07


"y digo de todos nosotros los aficionados, porque somos los que hemos permitido que nuestros funcionarios deportivos, hayan dejado durante los últimos años de cumplir con el deber más sagrado que tienen, que es representarnos debidamente a la mayoría de nosotros y por supuesto a la totalidad de los deportistas" Le pregunto estimado duniesky ¿quienes son los que promueven a esos compañeros que dirigen el deporte en Cuba, Ud, yo, NO, por tanto al menos yo no me siento culpable de nada. Ahora bien si le dieran la oportunidad al pueblo por ejemplo designar al Presidente del INDER al menos yo VOTARIA, por el Co. Alberto Juantorena pero que tiempo lleva Juantorena como Vicepresidente del INDER y pasan Presidentes y Presidentes y no promueven a Presidente a Juantorena, entonces de que responsabilidad estamos hablando Co. Duniesky. De todas formas respeto su opinion.

ELP dijo:

27

17 de mayo de 2017

16:50:45


Estimado Enrique, buen artículo sin dudas, creo que el principal objetivo debe de centrarse en cortar la sangría de peloteros que en los últimos años ha sido a mi juicio la principal causa del bajón de la calidad de nuestro beisbol, creo que las contrataciones en el exterior deben incrementarse como forma de motivar al pelotero y al mismo tiempo garantizar un financiamiento para las series nacionales, aunque pudiera hacerse más, recuerdo que en el período especial las transmisiones televisivas se garantizaban por el dinero de patrocinadores, razones políticas decidieron que el estado asumiría los costos de las transmisiones y ahí todo acabó, la transmisión de comerciales era algo incompatible con el socialismo y su efecto era dañino, por lo que no procedía. Creo que para Cuba, siendo un país subdesarrollado y bloqueado que ha hecho reformas en su modelo económico acordes a los nuevos tiempos la opción de los patrocinadores aplicada al beisbol no parece desdeñable, sería una fuente de financiamiento para comprar implementos, equipos, mejorar el terreno de muchos de nuestros estadios, y así liberar al presupuesto estatal de tan pesada carga, si de verdad pretendemos insertarnos en la economía mundial sería una de las opciones que pudieran probarse. Volviendo al tema de los atletas que abandonan el país, no puede soslayarse el momento histórico que se vive, discrepo totalmente con que había menos calidad en los 70 80 y 90 ¿Alguien duda que el Niño Linares, Luis Giraldo Casanova, Pedro Jose Rodríguez o Rogelio García, por mencionar algunos, no hubieran llegado lejísimo de haber transitado por la MLB? el problema es que se pensaba diferente en esa época, era muy excepcional oir queun jugador abandonaba el país, y no comparo para decir que los de ahora son menos patriotas, pero es otro pensamiento porque se vive otra época

Slugging Respondió:


18 de mayo de 2017

10:54:13

En cierta medida, esos paises a los que van a jugar los peloteros cubanos podrian tomar la decision de no permitirlos pues provienen de un pais que prohibe esas practicas profesionales. Si ese fuera el caso (razones tendrian) no se que nos hariamos. Estamos de acuerdo en "ensuciar" la casa ajena" pero no la propia, me pregunto si en esencia somos o no partidiarios de la "limpieza", es como el que consiente en cometer un robo en China pero no esta de acuerdo de hacerlo en la Habana, un ladron lo es independientemente de su ubicacion geografica. Estamos adoptando posiciones que provocan que desfilemos por el filo de una navaja, somos o no somos? o estamos o no de acuerdo con el profesionalismo?.... ser o no ser como dijera Shakespeare.

Slugging dijo:

28

17 de mayo de 2017

17:21:33


Me parece que la idea central del artículo es la de negar que existe una crisis, para entonces no tener que tomar las decisiones que se requieren para salir de la crisis. El concepto de crisis se asocia a carencia, a cambios negativos, a incertidumbre e inestabilidad, no hay crisis de nuevos talentos pero si hay crisis de recursos para jugar pelota como bien dices, HAY CRISIS DE AFICIONADOS EN LOS ESTADIOS y FUERA DE ELLOS, YA NO SE HABLA DE PELOTA COMO ANTES, HAY CRISIS EN EL AMBIENTE BEISBOLERO DEL PAIS. HAY CRISIS PORQUE HAY INESTABILIDAD E INCERTIDUMBRE EN CUANTO A LA PERMANENCIA DEL BÉISBOL COMO PASATIEMPO NACIONAL, cuando los jóvenes de ahora tengan 20 años más, podrían extirpar al béisbol del patrimonio de la nación, pues este no fue el deporte de su infancia y juventud. Lo que se quiere en esencia es negar este hecho para seguir como siempre sin hacer nada relevante, y dejar que el béisbol siga muriendo como lo hace en estos momentos, moribundo sin asistencia ni apoyo verdadero. Los tiempos han cambiado, pero la manera de pensar de algunos se mantiene en el amateurismo de los antiguos burgueses, los peloteros cubanos son los únicos de su nivel que juegan en una liga presupuestada con salarios muy bajos. Mientras sea más rentable jugar pelota en Italia o Colombia que en Cuba seguirá la crisis, CUBA NECESITA (y URGENTE) una liga profesional, no intentemos continuar tapando el sol con un dedo. Como dice el autor, hay que empezar de nuevo con los más jóvenes talentos, si claro, para ver (de nuevo) como estos se marchan al exterior (y cada vez más jóvenes), no se piensa en como retenerlos con orgullo, sino con la misma retórica de siempre. Se sigue mezclando deporte y política, se sigue confundiendo y antagonizando socialismo y profesionalismo, a pesar de que existen miles de ejemplos de sociedades que tienen ligas profesionales y políticas sociales que distribuyen los beneficios para toda la sociedad, incluso esas ligas profesionales aportan a la sociedad en lugar de vivir a costa de ella. En China tienen socialismo, pero también profesionalismo, en los países nórdicos tienen profesionalismo pero sin ser 100% socialistas sus políticas sociales son en buena medida hasta más eficaces que las del propio socialismo. Cuando en el propio Imperio los demócratas eliminaron al candidato Bernie Sanders del camino a la presidencia nunca imaginaron el daño que harían a la humanidad. Sanders es devoto del sistema nórdico que combina la economía de mercado con beneficios sociales, si EEUU llegara algún día a adoptar ese modelo, se echarían por tierra todas las teorías extremistas que confrontan el mercado con los beneficios sociales. En la vida todo es equilibrio, los extremos no traen nada positivo, de hecho este mundo corrupto está contaminando el propio modelo de los países nórdicos, pues lo deseen o no, ellos también son parte de la egoísta economía mundial, pues el mercado no desea compartir beneficios con nadie, y la izquierda sigue entretenida con arrebatárselo todo (en el otro extremo de la cuerda), unos en un extremo lo quieren socializar (y “amateurizar”) todo, aún a expensas de grandes ineficiencias; otros en el extremo opuesto, de manera muy eficiente pero egoista, no quieren compartir nada y quieren individualizar (y profesionalizar) todo. Me parece una cuestión de sentido común que la solución no debe encontrase en NINGUNO de ambos extremos.

Roberto dijo:

29

18 de mayo de 2017

08:13:53


Muchas gracias Sluggind lo felicito por su comentario. Ojala este comentario pudiera editarse como este de Ubieta y colocarse como opinion en el periodico Granma organo oficial de nuestro Partido Comunista.

kps dijo:

30

18 de mayo de 2017

17:08:19


para satisfacción y orgullo de la prensa cubana, el artículo toca fibras de la sensibilidad y cubanía, de los q amamos, defendemos la revolución y el mérito de ella en el deporte cubano, el deporte, sí, revolucionario.ojalá lo leyeran los deportistas, los peloteros, de cualquier manera, es para el mundo, para los que se tambalean en posiciones centristas porque no se atreven a reconocer su verdadera posición. cómo desligar de la política el deporte en Cuba?, en otros puntos del planeta es posible, en Cuba todo toma un cariz diferente.

PRivero dijo:

31

23 de mayo de 2017

12:45:00


Estoy de acuerdo en algunos comentarios y el criterio de Ubieta pero me parece que también existe otro enfoque que se obvia. Un país en el mundo, en la etapa en que vivimos puede ser una potencia deportiva solo si su economía se lo permite. El deporte en Cuba sin estrategias de mercado ( y no quiero decir "mercantilización") es una quimera si queremos que se mantenga a un elevado nivel internacional y que en el ámbito nacional llene estadios. Soy de la opinión que solo no basta con reducir equipos, hacer academias y otras soluciones momentáneas en nuestra serie nacional. Hay que pensar que ese pelotero es un ser humano que tiene aspiraciones personales y de su familia que igualmente ve en su desempeño una forma para mejorar el nivel de vida. Pero los tiempos institucionales no van a la par de los tiempos individuales en nuestro país y peloteros de gran calibre por errores de las instituciones que dirigen este deporte, por problemas de las carencias a las que se ven sometidos en su entrenamiento diario, por el tipo de colectivo y directivo que le toca en su provincia y por otras muchas causas más, observan pasar año trás año sus carreras y no logran esas aspiraciones materiales que son tan válidas como las morales ( que son la mayoría) y llega el momento que ya no rinde tanto y solo se va adaptando a su medio y termina en el sistema de la tan cacareada " atención a atletas" que no siempre cumple con lo ideado para ella. Casos conocemos de etapas en que era fácil ir al estadio y "por detrás" los peloteros te vendían una pelota, un guante y hasta una camiseta y solo para ganar algo más del salario que percibian. Luego de las mejoras salariales realizadas en el INDER hubo un alivio de presión en la caldera, pero en este momento las espectativas de un globo inflacionario sin control en los precios de los bienes y servicios en la Isla hace que el deportista sienta y vea la necesidad de encontrar otras formas para satisfacer las necesidades propias y de su familia. Eso lo hace vulnerable y otro error es pensar que solo tirandole el brazo y dandole palmaditas va a cambiar su forma de pensar por la objetiva razón que vive en un mundo que difiere de valores en esa correlación material- moral. Eso lo llevarán a las ligas donde vayan como la japonesa, holandesa, etc. Es cierto que no tenemos el potencial financiero de las Grandes Ligas pero existen otras medidas que podrían tomarse por ejemplo y es mi opinión personal: Si la entrada a un estadio se cobrara a 10 pesos moneda nacional en vez de 1 peso como se hace hoy, el financiamiento alcanzaría para estimular una parte a los equipos que compiten y para asegurar la logística propia de estas instalaciones.Podrían exceptuarse del pago a los niños y ancianos. Pienso que eso incentivaría el desempeño de los peloteros y ganaríamos todos y por favor, sin que nadie se ofenda 10 pesos cubanos actualmente es prácticamente nada. El problemas de estas soluciones es que chocarían con esquemas muy arraigados y con esa vieja mentalidad de creer que en el socialismo todo debe ser gratis o barato y de mala calidad. termino expresando que este trabajo de Ubieta podría extenderse a la mayoría de los trabajadores profesionales de este país como médicos, arquitectos, ingenieros ( es mi caso) que no contamos con ligas en Japón o en Canada y que estamos en este mismo gran estadio que se llama Cuba al igual que nuestros peloteros.

Victor dijo:

32

25 de mayo de 2017

17:31:39


Artículo profundo, justo y medido. Interesante que los periodistas deportivos en general lo estudien, a veces son los principales formadores de opinión que demeritan lo realizado en Cuba y con nuestro socialismo.