Jueves por la mañana, centro laboral aparentemente tranquilo, todo marcha como debiera, o por lo menos cada cual está en su puesto de trabajo.
Afuera… se realizan acciones constructivas, de reparación, por el bien del lugar y en beneficio de sus trabajadores, quienes pasan allí diariamente más de ocho horas.
De pronto dos empleados abren la puerta del hasta entonces sereno departamento. Uno de ellos, a quien llamaremos Pedro, viste un overol azul cargado de manchas de aceite, grasa y suciedad, muestra fehaciente de su faena cotidiana.
El segundo, Carlos, va con pulóver a rayas, con porte de hombre arreglado, y al parecer funge como el especialista.
Para empezar el mantenimiento a una reja necesitan del equipo de soldadura, el cual traen consigo. Imaginémoslos intentando transportarlo hacia el lugar donde trabajarían, a cuatro o cinco metros.
Uno prefiere arrastrarlo mientras que el otro, con el objetivo de no rayar y quitarle el brillo al piso, plantea moverlo con una leve inclinación hacia arriba.
Todo pasa en cuestiones de segundos, no se ponen de acuerdo, entonces Pedro mira con indiferencia a Carlos y muy flemático le dice: “Este no es el piso de tu casa”. Luego arrastra la máquina, que va dejando una huella negra, evidencia de su recorrido.
Así sin más, con esa frase, desdeñó el trabajo de las personas comprometidas con la sociedad cubana, que consideran que “esto es de todos”, y por lo tanto, resulta imprescindible cuidarlo, incluyendo ese piso del centro de trabajo.
El sentir de Pedro, su indolencia por lo que “no es de nadie”, lo encontramos en diversas situaciones; por ejemplo, en quienes dañan las guaguas, pintan bancos y paredes a su antojo, y rompen teléfonos públicos, acciones vandálicas con grandes consecuencias.
Él debe tener unos 50 años, y sin remordimiento alguno expresó una frase que tal vez la ha reiterado delante de infantes, adolescentes y jóvenes, los encargados de llevar adelante los cambios emprendidos por la Revolución.
En diversas ocasiones escuchamos el término “crisis de valores”, y esta escena le da sentido al concepto; no obstante, debemos oponernos a ella, a la desidia, al egoísmo frío y malsano, a la apatía, porque el mañana está, como dicen, a la vuelta de la esquina y qué tendremos o tendrán los más pequeños si la indolencia nos come... (ACN)
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orlando dijo:
21
15 de mayo de 2016
13:31:51
YARU dijo:
22
18 de mayo de 2016
09:19:52
leidiana dijo:
23
19 de mayo de 2016
08:34:20
LG dijo:
24
19 de mayo de 2016
12:27:41
Bárbara Silva dijo:
25
25 de mayo de 2016
18:23:31
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