ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Entre los saldos espirituales de nuestra so­cie­dad cuenta la posibilidad que tiene de convertirse en profesional todo aquel que entre sus fines así lo haya preferido.

Para ello muchos años de estudio cuelgan de los que finalmente lo consiguen y en este largo camino son muchas las ocasiones en que nos vemos obligados a hablar en público.

La escuela misma se abre entre los primeros escenarios en los que el niño se prepara para desinhibirse y exteriorizar a los demás sus respuestas, tanto a preguntas académicas como a aprendizajes culturales, en los que necesariamente se impone hablar ante los otros, y con ello dar fe de que allá adentro —dí­gase en lo más hondo de lo humano— hay un sinfín de emociones que pugnan por ser compartidas.

Los años avanzan por las si­guientes enseñanzas en las que se hacen más complejas las exposiciones evaluativas. Mientras esto toca a todos, los que ya se erigen como líderes de las diferentes organizaciones políticas se van entrenando en dirigirse verbalmente a las ma­yo­rías.

La vida laboral, más pronto de lo que creíamos, se torna un hecho y ante personas a las que dirigimos, o en reuniones de trabajo o eventos de todo tipo, nos toca un día hablar pa­ra que muchos nos escuchen. Las experiencias adquiridas a lo lar­go de nuestro trayecto no siempre re­sultan esas mallas protectoras que quisiéramos nos resguardaran cuando damos arriesgados saltos, y el miedo escénico, o sencillamente el desconocimiento de cómo hacerlo medianamente bien, nos hace du­dar de nuestras propias capacidades, muchas veces por desconocer que el asunto tiene también su entrenamiento.

No siempre las intervenciones que hacemos en público pueden tener un margen de prepara­ción. En este caso una tenaz preocupación —y ocupación— por la lengua ma­terna serán una fuerte herramienta para que, al organizar las ideas, fluyan aquellas palabras que con más exactitud describen lo que queremos decir.

Prestarles atención a los demás y evaluar sus intervenciones, puede ser, si se quiere, un ejercicio de autocorrección, pues aun cuando mu­chos están conscientes de que no tienen una proyección favorable al expresarse en público, tampoco buscan el modo de imitar bue­nos mo­delos, que no significa calcar mo­dismos ni frases huecas, repetidas una y otra vez para darle un fal­so vuelo al discurso.

Un ejemplo de esos modismos de pésimo gusto, que entran en la estructura introductoria de las alocuciones, es el comienzo de la intervención con infinitivos —que como se sabe carecen de conjugación—. Pararse y em­pezar con el ya acostumbrado “decirles que”, resta no solo originalidad a las palabras, sino que se trata de una grave incorrección sintáctica donde se excluyen sujetos no solo gramaticales.

La intervención puede, en disímiles casos, pre­pararse. Algunos pre­fieren leer sus palabras, un derecho al que se puede acudir cuando no se quiere correr el riesgo de ser incoherentes al hablar, aunque sin la fuerza viva de un discurso oral.

Pero quienes prefieren la espontaneidad del pensamiento pueden auxiliarse de pequeñas anotaciones o palabras clave que resultan de gran ayuda y pueden con­ducirnos por un camino exitoso siempre que el con­tenido se domine.

El contacto visual tiene un poderoso efecto para convencer a quienes escuchan y, aunque suele pasar que centramos la mirada en algunos de los participantes, un recorrido de iz­quier­da a derecha y viceversa que contemple a todos hará que sientan el calor de la intervención y la necesidad de atender al hablante.

El juego permanente con una pluma u otro objeto al alcance del orador puede provocar pérdida de la atención del auditorio, como también la repetición inoportuna de ideas ya expresadas por él mismo o por otro miembro del encuentro.

El discurso —en todos sus sentidos— tiene co­mo premisa contener esencias. No se concibe, por ejemplo, ser citados los reporteros a una conferencia de prensa en la que se deben enumerar las actividades con que será celebrada una fecha determinada y que, al concluir la cita, nadie pueda decir concretamente en qué consisten las acciones porque la emoción de los oradores se fue por encima del tema específico que debían exponer.

En otro rango queda el descartar ironías, chistes fuera de lugar —lo que no quita algún co­mentario simpático o de buen gusto—, ma­nejar el tono y la proyección de la voz y el control de los movimientos corporales, harto elocuentes para apoyar la palabra pronunciada.

Buenos efectos y afectos deben ser el saldo de nuestras intervenciones aun cuando tengamos que decir lo que no todos querrán escuchar. El cómo, en materia de comunicación, es tanto o más importante que la cuestión mis­ma.

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jorge nilo dijo:

21

24 de septiembre de 2015

08:46:54


Rafael, muchas gracias por su correo, yo no he dicho nada de lo que usted dice que he dicho, saludos

Baby dijo:

22

24 de septiembre de 2015

09:44:43


Esta tocando un tema interesantísimo que nos atañe a todos. Pienso que se han perdido valores que nacen desde la cuna, pero la familia es un punto esencial para ello. Reconozco que no son todos los que saben comunicarse, el hacer corresponder emisor-receptor, que llegue a todos lo que queremos que se conozca. En muchas ocasiones son elegidos cuadros a quienes se les orientan tareas y responsabilidades para los que ni siquiera son preparados, a quienes no saben dirigirse a los demás, ni siquiera capaces de dar un ¨buenos dias¨ y para hablar en y con el público es necesario mantener la ética profesional, el respeto a las normas de cortesía, el respeto a las personas, dar el lugar que le corresponde a cada cual, darse cuenta que para hacer saber lo que queremos no es necesario ofender y con ello estaremos evitando situaciones engorrosas a todos. Nuestro idioma es rico en sinónimos, adverbios, en conjugaciones las que podemos utilizar para nuestras conversaciones. Creo que en todo momento y lugar público se debe buscar el modo de intercambiar con la población, con carteles, pegatinas, etc, en las escuelas, a los niños a los jovenes que son los transformadores de la sociedad, haciendo alución a la cortesía que debe invadirnos a todos

Conchita dijo:

23

24 de septiembre de 2015

10:36:21


Muy buen artículo pues llama la atención sobre un tema al que aparentemente nadie ha prestado la debida atención, cuando es algo muy necesario: saber hablar en público. Sé que en otros países cultivar la oratoria es algo que se enseña y también se examina. Hay concursos sobre esta materia desde la primaria hasta la secundaria y el preuniversitario, y los premiados a nivel nacional son reflejados en la prensa. Además, hay concursos de oratoria con convocvatoria libre, en los que cualquiera puede participar. Nosotros debemos cultivar eso, aunque hay personas que nacen con ese don. En estos momentos considero que el Comandante en Jefe y el Cro. Eusebio Leal son nuestros mejores oradores por excelencia, quienes tienen una vastísima cultura, unida al don de la palabra, lo que implica además, la facilidad de comunicarse con las personas, ya que cualquiera los puede entender, lo que es muy importante: llegar a todos. Ya fallecidos están nuestro José Martí, el Canciller de la Dignidad Raúl Roa y Salvador García Agüero, quien también fue un excelente orador. Pueden haber muchos más, preo creo que son los principales ejemplos de buenos oradores de nuestro país.

Filomena Marturano dijo:

24

24 de septiembre de 2015

10:43:13


joan (19): Trate de contestarle pero no tuve suerte pues mi respuesta no salio publicada. Intento de nuevo de manera "mas simple". Digame honestamente, usted cree que a mi me van a publicar aqui? Le repito aqui que su comentario-reto es una buena jugada suya pues me hace salir del juego. Pero antes, y a ver si tengo suerte: Karel (20): en algunos aspectos tiene razon pero no cree que de vez el cuando el periodismo debe pasar de ser "expositivo" (de problemas que todos conocemos!) a "investigativo" y exponer causas que, como bien dijo el tal Domenico, ayudarian sin dudas a encontrar esas soluciones que hoy necesitamos? Creo que la gente necesita eso.

Madeleine dijo:

25

24 de septiembre de 2015

15:07:36


Filomena: Me vuelvo a dirigir a usted por lo que le comentó a Karel (20), refiriéndose a las soluciones en los trabajos periodísticos. Yo pienso de nuevo en su planteamiento y le pregunto: ¿DE qué tipo de problema hablo en ese trabajo? ¿Es este un comentario —que no un reportaje— que merezca algún tipo de investigación? ¿O se trata de una apreciación que sin faltarle las recomendaciones quise compartir con ustedes? ¿Dónde podrían estar los soluciones sino en lo que planteo o recomiendo hacer? Los resortes que garantizan adquirir esas herramientas, Filomena, pueden venir desde la responsabilidad personal hasta la asimilación o reconocimiento del asunto, que a veces arranca de una simple observación que la persona más cercana nos puede hacer… Siempre digo que el hecho de que los lectores opinen, que se sientan identificados con lo que el periodista escribe, es un hecho que atomiza el tema, porque esa asimilación no se queda en el foro ni en ellos, sino que se comparte con otros, se hace extensivo… Además de los foristas, cuyas respuestas —todas— agradezco, otras personas que no pueden acceder a la web escriben a nuestro correo, algunos explicando lo que han hecho a partir de la lectura del trabajo, (lo cual no corresponde ahora enumerar aquí) lo que significa que cumple sus efectos, y sobre todo, quienes los hacen posibles somos precisamente todos, interiorizando los fenómenos, moviendo nuestros respectivos hilos. Le pongo dos ejemplos: Escribí un trabajo en estas páginas que se titulaba “Efectos del criminal”. http://www.granma.cu/opinion/2014-10-30/efectos-del-criminal. Trataba sobre un enunciado que lucía una guagua urbana en su cabina: “El criminal”. Cuando se publicó fuimos llamados aquí para hacernos saber que se habían tomado las medidas con los responsables del descontrol al respecto. Pero además el trabajo fue discutido en clases en la Facultad de Comunicación. (Creo que algún saldo pueda haber tenido). En esa ocasión un lector llamado Pueblo escribió en la web: “Estamos de acuerdo, con lo planteado aquí, lo único y lo decimos como pueblo, que no comprendemos es ya que denuncia e informa como algo inadecuado, ese anuncio plasmado en ese ómnibus, a su vez, no se informe, la fecha, la hora, la ruta, es decir, P5, P9, p11, para que esa administración se dé por aludida, cuestionada para así, no pecar y ser, sin querer cómplice de algún accidente que se pudiera derivar, puesto que es evidente, que el chofer, y la administración, son por permitir , algo irresponsable, es una falta de tino y ética al pueblo.” LE RESPONDÍ AL PUEBLO: Ahora, puedo comprender la muestra de tener sangre en la venas —como se dice en buen cubano— que han dado al pedir ruta, chapa, etc. Pero el periodismo no es para eso. Es decir, el artículo no es el espacio para dar esos detalles, aunque hacerlo enrumba hacia el sitio (sí lo puede ser, como de hecho lo es, alguna sección de un periódico como nuestras cartas, por ejemplo. Pero no el artículo. Este tiene la intención de llamar la atención del fenómeno, de combatirlo, de hecho hasta de criticarlo, tomar partido, proponer alguna solución si es posible, aludir a una institución incluso. Para decir chapa, ruta, etc. se va al lugar, o a una estación de la PNR, o sencillamente se denuncia con una llamada o a título personal. Para su tranquilidad les digo que los máximos responsables ya tienen información del hecho que nunca desconocieron como obviamente reflejo en mi comentario. No se trata de una “denuncia moralizadora” No faltaba más. Ni pretendo confundir a nadie cuando digo que cada cual pone lo que estime conveniente en su carro particular. Desgraciadamente es así, mal que nos guste. Y mostrando sus puntos de vista, gustos, preferencias en lo que cuelgue o promocione será bien, regular o mal visto, pero es como prohibirle a la gente que piense a su manera. O que escuche una música grosera. Puede no agradarnos, pero no mandamos en las preferencias, aunque nos molesten. Solo la educación y la cultura pueden salvarnos de que algunos elijan estas opciones. Por otra parte me parece muy agresivo eso de que si tenemos miedo a las represalias. Quien teme, y son muchos, y prefiere no buscarse líos, no escribe ni mira siquiera al problema. Vira la cara y dice, “eso no es conmigo, total, si no es mi familia”. Les aseguro que muchos incluso de los que pudieran decirme algo como esto, no lo escribirían. Otro trabajo titulado “De perros”, http://www.granma.cu/opinion/2014-04-18/de-perros, con una repercusión por la naturaleza del tema, provocó también llamadas, correos y comentarios en los que los lectores denunciaban espacios donde tenían lugar peleas de perros impunemente (publicados en nuestra web) y hasta disposiciones de instituciones encargadas de la protección animal para acercarse a la zona donde tuvo lugar el suceso y accionar en favor de los animales. Allí, en la web, un lector y yo tuvimos el siguiente intercambio. Su nombre era VERDAD: Decía VERDAD: “La periodista dice que los vecinos no se meten para no tener problemas con la familia, pero usted hace el artículo y no dice ni nombre ni apellido, ni direccion, nada, asi que su articulo podria bien estar en la ficcion, creo que si vamos a meternos en los problemas hay que ponerle nombre y apellido, si no mejor nos callamos”. MI RESPUESTA para el señor o señora VERDAD fue: “Yo hice el artículo; mi comunidad lo lee, mis vecinos saben. El comentario es para que la gente piense, señor Verdad, para que reaccione, para que no le viren la cara a hechos como estos, tal como no hice yo, desde mis posibilidades, no para que las autoridades lean en las páginas el nombre y salgan a buscarlo. Para eso la vía es otra”. Más o menos eso es lo que explica Karel (20). Filomena, con este largo texto solo pretendo hacerme explicar, no sé si lo logré. La saludo afectuosamente a usted y a los foristas.

FASV dijo:

26

10 de octubre de 2015

09:34:20


HAY QUE OIR A CUBANOS QUE HAN SALIDO DE CUBA RECIENTEMENTE POR DIFERENTES RAZONES Y OIR COMO HABLAN. NO SE TRATA DE TENER "ACENTO CUBANO"; SINO LOS DISPARATES QUE DICEN . HAY QUE ESFORZARSE PARA ENTENDERLOS..

JUAN B. dijo:

27

13 de octubre de 2015

11:25:43


El tema es importante y necesario,hay quienes nacen con ese don de comunicador por excelencia solo perfeccionarlo, otros deben leer mucho prepararse para el momento, sobre el tema que se va hablar,a que personas se va a dirigir,de esta forma elevara su nivel de desarrollo de comunicador, las personas que lo escuchan los entenderan mejor.

Galindo dijo:

28

30 de octubre de 2015

13:34:15


Hola bebe he leido su articulo y estoy deacuredo ,porque los cubanos hemos acojido la moda de tal forma que se habla en estos momentos y hay palabras que ellos mismos no saben lo que sugnifica.palabras homogenas. Por otra parte esta en los periodistas Quiero decir si escuchas un español hablar sabes enseguida de donde es ygual que si escuchas a un dominicano, Mexicano,Canadiense, Pero si escuchas a un cubano te preguntaras! de donde sera!, digo esto prque algunos periodistas tienen un habla como decimoa habanero y por que otros no. EJ: Rafael Serrano Habla normal,aparte de ser oriental, pero otros hablan como los Jabaneros y se nota la diferencia.

Honorato dijo:

29

11 de febrero de 2025

17:49:40


Estoy interesado en contratar un instructor personal durante una larga temporada, para asesorar en la oratoria