PINAR DEL RÍO.— Los especialistas ya habían alertado sobre el peligro, y tal como lo anunciaron, sucedió. Un incendio forestal de grandes proporciones, acaba de afectar 266,3 hectáreas de bosques en la serranía pinareña.
Fomentarlas había tomado más de 20 años, pero el fuego solo necesitó para devorarlas alrededor de cuatro días.
El hecho ha vuelto a poner sobre la mesa el viejo problema de la falta de medidas contra incendios, algo que año tras año complica sobremanera las labores de extinción y por tanto, compromete la suerte de grandes áreas forestales.
Así sucedió también esta vez. Según datos del puesto de mando del Cuerpo de Guardabosques (CGB), el avistamiento de las primeras columnas de humo sobre las montañas de San Juan y Martínez, tuvo lugar poco antes de las 9:00 am del sábado último, sin embargo, las fuerzas enviadas con la misión de sofocar el siniestro, tardaron más de dos horas en poder entrar en acción, debido a la ausencia de caminos o trochas, y los medios especializados demoraron casi dos días en hacerlo, por la misma razón.
Lo peor es que no se trata de un hecho fortuito. Desde el inicio de la temporada, el CGB en su informe habitual sobre el tema había llamado la atención sobre la alta vulnerabilidad de los macizos forestales de Vueltabajo; documento al que tienen acceso las empresas implicadas y las autoridades territoriales.
Por aquel entonces se señalaba que de 1 617 kilómetros (km) de caminos, 748 (el 46%) clasificaban como intransitables.
Paralelamente se planteaba la necesidad de construir 3 365,7 km de trochas y líneas mineralizadas.
Siete meses después, apenas se han ejecutado 789,1 km, de los cuales, solo 470,5 cumplen con las exigencias técnicas establecidas.
El asunto no es nuevo. Marcos Luis Crespo, jefe del CGB en Pinar del Río, asegura que las empresas forestales del territorio por lo general realizan menos del 50% de las acciones que se les indica.
“Todos los años hacemos dictámenes, alertamos, pero siempre la ejecución de medidas contra incendios —algo esencial para poder combatir el fuego con efectividad— se comportan muy por debajo de lo que recomendamos”.
El CGB no tiene fuerza legal para aplicar multas por negligencias o mecanismos parecidos, pero sin duda urge buscar soluciones, pues las labores que se dejan de acometer preventivamente, se deben llevar a cabo luego para atajar el fuego, cuando el mal ya es inevitable.
El propio jefe del CGB apunta que los recursos siempre aparecen cuando hay un siniestro, pero no antes, para el trabajo de protección.
“No se logra que se ubique el combustible, ni que estén disponibles los equipos necesarios para mejorar los caminos y hacer las trochas, a pesar de que hay un daño económico significativo debido a esto”.
No hace falta acudir a los informes para saber que el gasto que demanda la extinción de un incendio de grandes proporciones es enorme. Basta mirar los equipos pesados que deben emplearse, los cientos de hombres que se movilizan —a quienes se les debe garantizar un salario, transporte, alimentación— y sobre todo, la madera afectada, sin poderse utilizar, al cabo de décadas de trabajo. Ello sin contar los perjuicios al medio ambiente.
Hace exactamente un año, en las propias montañas de San Juan y Martínez, las pérdidas ocasionadas por un desastre similar al que tuvo lugar en días recientes, aunque más pequeño (183,7 hectáreas) ascendieron a más de 1,6 millones de pesos.
Observar las cifras conduce a preguntarse, ¿cuánto hubiera podido hacerse con ese dinero, si en vez de reservarse para combatir el fuego, se hubiera utilizado antes, para evitarlo?
Probablemente, en lugar de haber devorado cientos de hectáreas —con una enorme afectación que aún se está cuantificando— el incendio originado muy cerca de allí hace solo unos días, habría quedado bajo control en pocas horas.
Lamentablemente no es lo que sucedió. De modo que al cabo de más de dos décadas de espera, en las inmediaciones del Hoyo de la Majagua, El Morrillo, Loma de La Capitana y Loma de la Paciencia, habrá que comenzar de cero y aguardar varios años para volver a tener bosque.
Un bosque que de no cambiar las cosas, y empezar a tener en cuenta, desde que se concibe una plantación, la construcción de las trochas y los caminos para acceder a ellas —no solo como protección ante los incendios, sino para asegurar las labores silviculturales y la extracción de la madera— crecerá bajo el peligro perenne de volver a sucumbir bajo las llamas.
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patricio perucho dijo:
1
8 de mayo de 2014
13:02:39
Yeini dijo:
2
8 de mayo de 2014
14:32:54
Yeini ( Para PAtricio Perucho) dijo:
3
8 de mayo de 2014
15:21:13
Enrique dijo:
4
11 de mayo de 2014
12:11:37
Arleny dijo:
5
11 de mayo de 2014
12:15:02
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11 de mayo de 2014
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12 de mayo de 2014
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13 de mayo de 2014
18:20:25
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Sarabí dijo:
11
15 de mayo de 2014
23:34:09
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